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SE CUMPLE EN 2017 EL 450º ANIVERSARIO DEL «CAMINO ESPAÑOL»

El Camino Español (obra de Augusto Ferrer -Dalmau)

Se cumple en 2017 el 450º Aniversario del «Camino Español» y nos parece de obligado cumplimiento sumarnos, desde los Reales Tercios de España y a través del Boletín Cervantes, que publica el V Tercio «General Aranda», a las muchas instituciones, corporaciones y entidades de todo tipo, que han recordado y recuerdan hoy esta importante vía de comunicación y suministro que resultó indispensable para las tropas españolas durante más de 50 años.

El «Camino Español», también llamado camino de los Tercios Españoles, fue una especie de pasillo de seguridad, creado durante el reinado de Felipe II, para hacer llegar dinero, suministros y tropas españolas a Flandes, en lo que sería una hazaña logística que, aún hoy, nos deja asombrados.

Estando cortada la vía marítima, por el dominio de franceses e ingleses, del Canal de la Mancha, su creación vino dada por la necesidad de utilizar una ruta terrestre segura para atender el sostenimiento de la Guerra de los Países Bajos, que en el siglo XVI comprendían los actuales Estados de Bélgica, Holanda, Luxemburgo y algunos de los departamentos franceses del norte.

Toda una zona que, por su riqueza y situación geográfica, era de vital importancia para los Austrias españoles.
En nombre de Felipe II, gobernaba allí Margarita de Parma, hija natural de Carlos I, y lo hacía asesorada por el Cardenal Granvela, ministro español. En los años 1560-1564 apareció una oposición a la política de Felipe II, agravada por la propagación de la doctrina de Juan Calvino, cuya intransigencia religiosa motivó que los nobles flamencos solicitaran al Rey la retirada del ministro Granvela, que se produjo en 1564, dejando el control de los asuntos de Flandes en manos del Consejo de Estado, cuerpo dominado por la alta nobleza flamenca.

La situación en los Países Bajos llegó a ser tan grave que en octubre-noviembre de 1566 Felipe II, Asesorado por su Consejo Español, decide enviar a Flandes tropas españolas, al mando del Duque de Alba.

Mapa del Camino Español

Un primer y serio inconveniente se presentaba a la hora de llevar a cabo dicha medida y era el encontrar un itinerario seguro para el envío de tropas y dinero a Flandes, una vez perdida la hospitalidad de la que gozábamos en los puertos ingleses mientras estuvimos en guerra con Francia. Una sorda campaña de agresiones y el temor a ser atacados o requisados desde el puerto de Southampton, así como la existencia de una flota armada de 70 barcos, que los hugonotes habían reunido en La Rochelle, desaconsejaban seguir enviando buques desde la costa cantábrica a los Países Bajos, como se hizo en la década de 1540 y siguientes.

Otra nueva amenaza para España eran los llamados «mendigos del mar«, procedentes de los Países Bajos y desterrados por haber participado en las revueltas de 1566 y 1567 que, organizados como una flota regular, con bases en La Rochelle, Dover y otros puertos, y auspiciados por el Príncipe de Orange, se unieron al lucrativo negocio de acosar sin piedad a los barcos españoles.

Fue el Cardenal Granvela quien ideó en primer lugar el «Camino Español», en 1563 cuando Felipe II quería visitar los Países Bajos. Sugirió que la ruta más cómoda y segura, partiendo de España vía Génova, les llevaría a Lombardía, pasando desde ese punto por Saboya, Franco Condado, y Lorena, lo cual ofrecía la ventaja de que el itinerario discurría casi enteramente por territorios propios.

En 1566 el Duque de Alba es designado Gobernador General de los Países Bajos y jefe de la expedición militar que debía reprimir la rebelión allí existente. Hombre minucioso, el Duque de Alba, junto con su Comisario General, Francisco de Ibarra, estudió el recorrido que debían seguir las tropas y, una vez establecido el mismo, envió un ingeniero apoyado por 300 zapadores para que crearan pasos de montaña, levantasen puentes y ensanchasen los caminos en determinados puntos, como por ejemplo en el valle que discurre desde Novalesa por Ferreira hasta el desfiladero de Monte Cenis.

Así que puede considerarse al Duque de Alba como verdadero artífice del «Camino Español», que estuvo vigente desde 1567 hasta 1622.

Sin embargo este corredor militar no fue monopolizado por los españoles pues algunos tramos también eran utilizados con frecuencia por comerciantes que transportaban sus mercancías desde Francia a Italia. El itinerario del «Camino Español» estaba formado por una serie de puntos clave que constituían los puentes, vados y transbordadores que comunicaban las localidades importantes.

La primera expedición, de 10.000 hombres, conducida por el Duque de Alba en 1567, para aplastar la revuelta protestante, atravesó el Franco Condado con la ayuda de un mapa, obra de Fernando de Lanoy, tan preciso que el Duque bloqueó su publicación durante diez años para mantener el secreto de las rutas establecidas.

Felipe II

Si se realizaban preparativos previos aumentaba la rapidez en el transporte de tropas y un Regimiento podía trasladarse desde Milán hasta Namur, (700 millas), en unas seis semanas, aunque se dieron casos de expediciones que lo consiguieron en 32 días, (1578) y 34 días (1582), respectivamente, cuando la duración normal de las marchas era de 48 días.

Se estimó que la unidad de marcha no podía exceder de 3.000 soldados, atendiendo a razones de logística y de cierta comodidad en su manejo, desplazándose las tropas a un promedio de 12 ó 14 millas diarias, salvo excepciones.

Hay que pensar que un ejército en marcha, como el de la primera expedición a Flandes por el «Camino Español», de 10.000 hombres, equivale al desplazamiento de una gran ciudad, pues a los soldados combatientes hay que añadir un numeroso contingente de personas tales como familiares, criados, lavanderas, furcias, herreros y personas de otros muchos oficios que daban servicio a los Tercios.

Duque de Alba

Contingente que llegaba a igualar, casi, el número de soldados, y a triplicar el número de caballos, pasando de unos mil a tres mil entre caballos y acémilas, en este caso.

Alimentar a semejante cantidad de personas y animales a lo largo de una expedición de un mes o dos de duración requería de un enorme esfuerzo logístico que puso a prueba la capacidad de nuestro Gobierno y sus funcionarios. De ahí la expresión, «poner una pica en Flandes«, que hacía referencia al enorme costo de situar a soldados españoles en línea de combate a 1.500 kilómetros de Madrid.

Se intentó crear unos almacenes permanentes, por ejemplo en Milán, pero no dio resultado por el elevado coste que suponía mantener unas instalaciones permanentes para avituallar expediciones que se realizaban por lo general una vez al año.

La solución nos vino de la enemiga Francia, que creó en Saboya el llamado sistema de etapas, localizadas en los mercados locales donde concurrían clientes y comerciantes, y por donde se preveía que iban a confluir las tropas en un momento dado. Allí se contrataba el suministro de alimentos con antelación y cuando llegaba la tropa, la comida y el alojamiento estaba preparado.

Técnicas y tácticas de los Tercios Españoles. Voluntarios

Cuando los soldados partían, todo aquello desaparecía y seguía funcionando como mercado normal.
Durante los cincuenta y cinco años que estuvo vigente este pasillo de seguridad, la Corona Española envió a Flandes más de 123.000 hombres, para mantener un ejército que en algunos casos sobrepasó los 80.000 soldados.

En 1622 el Duque de Saboya firmó un tratado anti-español con Francia, algo en lo que tuvo cierta influencia el Cardenal Richelieu, por el que se prohibía el tránsito de nuestras tropas por su territorio, lo cual dio fin al «Camino Español», obligando a nuestro Gobierno a estudiar otro posible corredor militar para lo cual se iniciaron negociaciones diplomáticas con los cantones suizos, pero esa, queridos lectores que nos siguen, es otra historia.

La Guera de los Países Bajos, una guerra de desgaste para nosotros y conveniente por lo tanto para terceros países, vino a suponer la tumba para 40.000 de nuestros soldados.

Ahora, 450 años más tarde del inicio del corredor militar de seguridad entre Milán y Namur, un barco de nuestra Armada lleva el nombre de «El Camino Español» (A.05). Se trata de un buque con tripulación de la Armada pero adscrito al Ejército de Tierra, con base en el Arsenal de Cartagena, destinado al transporte ligero, preferentemente entre las ciudades de Ceuta y Melilla y la península.

Tiene 93.5 metros de eslora, 18.2 metros de manga, y desplaza 5.800 toneladas.

Queremos destacar también que, desde 2011, el mundo de las organizaciones dedicadas a la difusión de nuestra historia se enriquece con la presencia de la Asociación de Amigos del Camino Español de los Tercios, con sede en Toledo, de la que es miembro fundador y presidente el teniente general (R), César Muro Benayas, a quien hemos tenido el placer de conocer recientemente en la presentación de su libro, «Infantes sin Leyenda», realizada el pasado 4 de julio de 2017, en el palacio de la antigua Capitanía General de Aragón.

Esta asociación mantiene vivo el recuerdo del «Camino Español» con numerosas y documentadas actividades y nosotros hemos utilizado, como documento base de la parte central de este trabajo, una excelente publicación que aparece en su página digital, por lo cual les estamos muy reconocidos.

Como Asociación Memorial Reales Tercios de España, este año celebramos el 75º Aniversario de nuestra fundación, por S.A.R. Don Juan de Borbón y Battemberg, y dejamos aquí nuestra modesta aportación al recuerdo del «Camino Español» y de aquellos soldados, considerados como la mejor infantería del mundo durante 150 años, de los que nos sentimos herederos y depositarios.

Recopilación: Cte. de RR.TT. Manuel Grao Rivas

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