En el Patio de la Infanta de Ibercaja, bellísimo escenario de continuos actos culturales, asistimos el pasado 25 de noviembre de 2021 al nacimiento del libro titulado EL RETRATO DE LA MADRE DE GOYA, obra del prestigioso Doctor y Catedrático de Historia, Excmo. Sr. D. Domingo Buesa Conde, presentada por el Periódico de Aragón.
En la Mesa presidencial, acompañaban al autor, el Director del Periódico de Aragón, Nicolás Espada Ibáñez y el afamado escritor Juan Antonio Bolea. Entre los numerosos invitados asistentes pudo verse, entre otras, a las siguientes personalidades: Enrique Salueña Mateo, Alcalde de Fuendetodos; Carmen Herrarte Cajal, Responsable de la Concejalía de Economía, Innovación y Empleo del Ayuntamiento de Zaragoza; Ildefonso Salillas Lacasa, Director Gerente de Turismo de Aragón; Delegado de Defensa en Aragón, Coronel Conrado José Cebollero Martínez, y buen número de académicos de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis, arropando a su presidente, Domingo Buesa. Los Reales Tercios de España, fundados en 1942 por S.A.R. Don Juan de Borbón y Battenberg, estuvieron representados por D. Manuel Grao Rivas, Jefe de RR.PP. e Institucionales del Tercio Norte-Aragón.
A las 19.30 horas dio comienzo el acto con el Patio de la Infanta abarrotado de público, al punto de que fue necesario habilitar asientos suplementarios para dar acogida a la gran cantidad de personas que habían respondido a la convocatoria.
Inició la sesión el Director del Periódico de Aragón, Nicolás Espada, quien dijo lo siguiente: Bienvenidos a la presentación de un nuevo libro de la Editorial de Prensa Diaria Aragonesa del Periódico de Aragón del Grupo Prensa Ibérica. “El Retrato de la Madre de Goya”, es una novela histórica de Domingo Buesa Conde, Catedrático de Historia, Presidente de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis, autor de numerosos libros y trabajos de investigación sobre historia aragonesa, escritor también de varias novelas y colaborador habitual en las páginas del Periódico de Aragón y también en la edición digital del mismo.
Aunque hemos presentado ya muchos libros y vamos a continuar esta tarea, el que les acercamos hoy no es un libro cualquiera. Pegados a la realidad y a la sociedad, porque a los que nos dedicamos a la comunicación nos gusta vivir de la actualidad, vivimos de ella, con este nuevo libro nos sumamos, como medio de comunicación, a las celebraciones por el 275 Aniversario del nacimiento de Goya.
Nacido en Fuendetodos, pasó 29 años en Zaragoza capital antes de iniciar su andadura por la Villa y Corte, y de eso trata esta obra de Domingo Buesa. Con él hemos querido continuar nuestra vocación de servicio y de conexión con el territorio aragonés en el que cada día estamos más compenetrados y, de hecho, este año recibimos el Premio Búho 2021 de la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro.
Pero vamos a hablar de El Retrato de la Madre de Goya, una novela magnífica, y para ello me acompaña en la mesa, aparte del autor Domingo Buesa, el también escritor y periodista Premio de las Letras Aragonesas, Juan Bolea, columnista diario de el Periódico de Aragón, al que le voy a dar la palabra para que nos hable de esta novela histórica.
Intervino Juan Bolea quien calificó la obra de Domingo Buesa como una novela histórica extraordinaria. Señaló que el autor es un gran conocedor del siglo XVIII, el siglo de la ilustración, y por lo tanto era lógico que eligiera para inspirarse un período histórico que domina, aunque es también un gran medievalista. Pero aquí hay una decisión de portavoz público. Aquí ya no es tanto el historiador el que va a escribir un tratado, un ensayo o una monografía, sino que es un cronista, alguien que quiere vivir para todo el mundo, alguien que va a utilizar los recursos del novelista. A juicio de Juan Bolea, este es el milagro que se está produciendo, para alegría de muchos, en la persona de Domingo Buesa, que está transformando su talento en una fuente popular, lo está entregando a los lectores, a los que sin duda va a llegar con esta novela histórica, porque la novela es el vehículo más popular que se ha inventado con la palabra escrita desde Cervantes. La novela histórica es un género relativamente joven, las primeras son de 1820, 1830 más o menos. Citó Juan Bolea, como ejemplos, tres de esas novelas: “Nuestra Señora de París”, de Víctor Hugo, ambientada en la Francia del siglo XV; “IVANHOE”, de Walter Scott, que nos transporta a la Inglaterra del siglo XI; “El último Mohicano”, de James Fenimore Cooper, que nos cuenta una historia de la Guerra franco-india de los Siete Años. Son tres grandes novelas fundacionales del género pero fíjense que no contienen personajes históricos. Todavía no se atrevían a entrar en la cabeza, en la psicología de los grandes personajes, era pronto. Solamente Shakespeare lo ha hecho, el genio inglés entra en la cabeza de Julio Cesar, o en la de Cleopatra o en la de Marco Antonio.
Tiene que ser, ya en el siglo XX, cuando viene Robert Graves, con “YO CLAUDIO”, o Marguerite Yourcenar con sus famosas “Memorias de Adriano”, cuando estos y otros grandes autores se atreven a entrar en la cabeza de los grandes monstruos de la historia.
Es un ejercicio de la máxima dificultad porque el autor se mide con un mito, con un icono, que es lo que ha hecho Domingo para tratar de demostrar que el arranque, la intención del autor ya es descomunal. Se va a meter en la cabeza de Goya que es, sin ninguna duda, uno de los diez pintores más importantes de la historia, junto con Miguel Ángel, Leonardo, Rafael, Rembrandt, y cuatro más. Estamos hablando de un genio enorme, Goya lo hizo absolutamente todo.
¿Por qué no hay ninguna novela, hasta ahora, donde el autor se haya metido en la cabeza de Goya, nos haya abierto su psicología, se haya atrevido a reflejarlo?, porque impone mucho. Domingo se ha atrevido y esto es algo extraordinario desde el primer momento porque se la juega a cara o cruz, o sale bien o es un desastre. Es un desafío máximo.
Tenía el autor muchas cartas a su favor, un conocimiento muy profundo del personaje y su obra, una empatía con él a través de su mentalidad ilustrada pues Domingo es, claramente, un ilustrado, también conocía el mundo que le rodeaba y le gustaban mucho también personajes como Pignatelli, Martín Zapater o Goicoechea, que salen todos en la novela, Leandro Fernández de Moratín y tantos otros. Osea, tenía muchas herramientas pero, con eso y con todo, otros autores también tenían esos recursos y su documentación en la mesa y sin embargo no se han atrevido a hacerlo.
El primer capítulo es un prodigio narrativo, los recursos literarios que pone en juego Domingo Buesa son pasmosos, son recursos de un autor avezado, no de un autor que haya escrito un par de novelas como lleva él, sino de un autor con mucha técnica y mucha seguridad. En este primer capítulo Goya está en Burdeos, achacoso, con 81 años, va a morir dentro de poco, pero por ahí por la casa está la jovencita Leocadia, que debía tener treinta y pocos años. Entra nada menos que Fernández de Moratín a hacerle una visita, se ponen a hablar, aparece Joselillo, aparecen otros personajes, todo eso en veinte páginas con una vitalidad extraordinaria, entrando y saliendo los personajes como Pedro por su casa porque están vivos.
Este es el gran milagro al que, ya desde el primer capítulo, asistimos con verdadero pasmo porque es un Goya vivo, es un Goya de carne y hueso, totalmente verosímil, tal como era. Lo más difícil, Domingo, ya lo ha hecho, nos ha convencido desde las primeras páginas de que vamos a conocer, por fin, en profundidad a Goya. Este es el gran invento de una novela que, sin ninguna duda, es la mejor novela histórica del año en España. En este momento Domingo Buesa se sitúa en un nivel muy alto en la novela histórica española, quizás entre los tres o cuatro mejores autores del país. El estilo y la técnica literaria son también sobresalientes, porque hay que ver como escribe Domingo, como nos cuenta como era Burdeos, como era sobre todo Zaragoza, la Zaragoza que conoce casi tan bien como Goya.
Nos está contando como eran sus calles, sus palacios, el vestuario, las costumbres, aquella taberna donde Goya dibujaba bocetos que luego van a tener enorme valor, incluso un valor sentimental, como el retrato de su madre. De pronto Goya, se acuerda en el umbral de la muerte, de un dibujo que le hizo a su madre cuando era joven, en Zaragoza, y recuerda que su madre fue la primera persona que creyó en él Este tipo de rasgos son los rasgos que definen a un gran escritor. Como que ya la documentación desaparece, ya te has situado, el personaje empieza a expresar sentimientos profundos, que obedecen constantemente a una personalidad no solo definida sino extraordinaria porque lo extraordinario de la novela es el retrato de Goya, algo que nadie había podido hacer, entre otras cosas porque nadie se había atrevido a hacer con esta, digamos, ambición histórica. Por eso es una novela que quedará para siempre porque cuando pensemos cómo era Goya, cuales eran sus pensamientos secretos, por qué pintó las cosas que pintó, donde se inspiró, todo eso está resuelto en la novela porque nos lo cuenta Goya y nos lo creemos porque es una novela verosímil, porque está muy cimentada en el conocimiento profundo del autor sobre la obra goyesca. Pero además porque ha encontrado el camino de encarnarse en ese otro personaje.
Domingo Buesa no está en la novela, esto es muy importante, el autor no está. Hace una exhibición extraordinaria de erudición, de conocimiento, pero él no está.
Adopta un estilo muy a tono de la novela y delega a otro personaje, a Luis Muñoz, que es otro pintor de la época, el papel un poco de Cicerone, de llevarnos, de trasladarnos a la época, que pertenece también a su tiempo como pintor. Con qué habilidad, de pronto Goya calla, aparece Luis Muñoz y nos invita a buscar el retrato perdido, un poco como detective, hay un aire un tanto policíaco también en la trama. Pero sobre todo la trama es la historia de un hombre, Goya, y también es la historia de un país. Goya pasa por todos los grandes episodios nacionales de la época, asiste a distancia pero muy informadamente a la Revolución francesa, toda la crisis de la Independencia, la crisis monárquica, el retorno de Fernando VII, el pronunciamiento de Riego.
Realmente llega hasta el final con un grado de conocimiento, de proximidad a los hechos históricos que le permite ser un testigo privilegiado. Conoce a todos los grandes personajes de su época, absolutamente a todos, íntimamente porque muchos han sido retratados, él ha estado en sus casas o ellos han estado en la suya y tiene por tanto base para tener una opinión muy exacta de las grandes cabezas de su país.
Las grandes dudas de Goya también nos las va a ofrecer muy acertadamente Domingo, esos lógicos vaivenes entre la ilustración y la tradición. Es un hombre que está entre dos aguas, entre dos mares. La Revolución Francesa ha destrozado por completo la historia y los ilustrados españoles tienen que dar el do de pecho, y sin embargo la historia no les ayuda demasiado, ven como los franceses destrozan Zaragoza, como asesinan a muchos de sus compañeros y amigos.
Hay momentos mágicos en la novela, cuando vuelve Goya y va a buscar el sepulcro de su madre es una escena fabulosa, buscando Goya los restos de su madre por las orillas del Huerva. Son detalles espeluznantes, un poco a nivel de lo que Goya vio y pintó en aquella trágica guerra, que destrozó el país, que destrozo sus ilusiones y, sin embargo, no acabó con él, Goya sobrevivió, siguió pintando , abría otra etapa por la vida.
Finalizó Juan Bolea su presentación con las siguientes palabras: Estamos hablando de un monstruo, de alguien que realmente se impuso a las propias fuerzas de la historia. En este sentido, amigos, tenemos entre las manos un libro que es mágico por todos estos motivos y por otros muchos que no da tiempo ahora de exponer pero que realmente a mi me ha hecho pensar mucho, me ha hecho disfrutar enormemente porque tiene un sentido un poco trascendental, tiene mucho sentido del humor, y es porque Goya lo tenía, con su amigo Martín Zapater, las fiestas, los juegos, los dichos, las burlas, el humor goyesco y esa manera de expresarse, con cierto sarcasmo, también le da una dimensión humana muy interesante para conocer su persona, todas sus relaciones personales, con Josefa, la muerte de sus hijos, que murieron todos menos uno. Fíjense que tragedias, una detrás de otra, pero Goya siempre está de pie, pintando. Por todas estas razones, pero sobre todo porque estamos ante un libro grande, que quedará sin duda, sobre la memoria de Goya, le damos la palabra y bienvenida a Domingo Buesa.
Tomó la palabra Domingo Buesa y esto fue lo que dijo: La verdad es que esta novela surge cuando escribí “La tarde que ardió Zaragoza”, publicada por mis queridos amigos de Doce Robles, en la cual me planteaba la historia de la ciudad, el que llegue esta Zaragoza de 1766 en un episodio tremendo en donde aparecía Goya.
Ahí ya me encontré con Goya, ese fue el encuentro con un Goya diferente al de los retratos, al Goya universal y famoso. Me encontré con un hombre que estaba agobiado porque no tenía dinero su familia, estaba agobiado porque los alquileres crecían y tenían que estar cambiando de casa continuamente, al Goya que tuvo que utilizar un recurso que había aprendido con su abuelo en Fuendetodos, a tocar la guitarra, y que en una tasca o un figón de Zaragoza tocaba la guitarra y luego pasaba la gorra para recoger dinero.
Este es el Goya que yo me encontré y cuando acabé el libro pensé que había un cierto compromiso por mi parte, en ahondar, en seguir trabajando en la figura de ese Paco Goya, no del Francisco de Goya. Entonces pensé que lo mejor era ir a las fuentes originales, y las fuentes originales no son lo que muchos autores han escrito sobre Goya, sino las cartas de Goya, lo que Goya realmente había dejado escrito, y por tanto acudí a sus cartas, fundamentalmente a las 147 cartas que dirige a su amigo Martín Zapater y que editó el profesor Ángel Canellas hace ya algunos años y que es una absoluta consulta y actualidad en este momento.
Ahondando nuevamente en las cartas, que ya había leído, profundicé mucho más en el descubrimiento de otro Goya. Me dí cuenta que en Goya hay dos personas claras, que la gran verdad de este genio universal es que hay un Goya famoso, un Goya cortesano, un Goya que pinta grandes retratos, que pinta lo que los demás, (los que pagan), quieren que pinte, que imponen una determinada pintura y él cumple bien con sus cometidos y sus obligaciones. Ese es el Goya público, el Goya grandioso que todos conocemos.
Pero junto a él hay un artista que no pinta, dibuja fundamentalmente porque considera que el lenguaje más importante para comunicarse es el dibujo. Hay otro Goya que no pinta, sino que dibuja en cuadernos que no enseña a nadie, que no ve casi nadie, que además son lo que constituye su gran tesoro a lo largo de su vida.
Él dibujaba lo que quería porque era algo que no estaba abierto a la contemplación de todos, la belleza del retrato cortesano dejaba paso, en este caso, a la dureza del dibujo personal. Este es el Goya que a mí me interesa, este es el Goya que quiere pintar para sí mismo, que quiere dibujar para que no lo vean los demás. En una carta le decía a Martín Zapater, “no lo enseñes porque entonces lo sabrá todo el mundo”, esta es una frase que Goya gusta utilizar en alguna ocasión.
Además, en esta segunda lectura, encontré en las cartas otra cuestión que viene a ser importante, en 1778 dice, “se ha decidido que el tiempo sobrante, emplearlo en cosas de mi gusto que es de lo que carezco”. Tres años después escribe en otra carta, “me parece que he nacido en otro mundo”, (se lamenta de que ese mundo no es el suyo y de que quieren hacerle renunciar a todo lo que le gusta”), lo cual es otra conexión con esa inconformidad con la vida que está llevando, esta queja contra el mundo, que él no puede vivir ni disfrutar de lo que realmente le gustaría disfrutar.
En consecuencia pensé que ese era el Goya que me interesaba y que creía Goya que era bueno transmitirlo y hacerlo llegar a los demás. Y este es el origen de la novela que tienen ustedes delante y que presentamos hoy.
Tienen ustedes a un Goya que le gustan los toros, que es un cazador y que además miente y exagera oportunamente como todos los cazadores, Interior casa natal de Francisco de Goya en Fuendetodos que es un juerguista tremendo, con Martín Zapater, por ejemplo, con el que tenía gran amistad porque tenía dinero para pagar las juergas de todos los demás. Un Goya que además es guitarrista, al que le gusta profundamente la música, que toca en las tascas y luego pasa la gorra, un Goya que es un gran comedor. Su debate fundamental era un dilema. A veces se plantea si lo que quiere es conseguir los trajes con los que presume, algunos que se compra y que se hace traer de Gran Bretaña y le caen muy bien, o disfrutar de la comida y del buen vino. Goya opta por la segunda parte y de ahí ese famoso comentario que le hace a Martín Zapater, “mándame un montón de ristras de chorizo y otro montón de cosas procedentes de Zaragoza”.
Este es el Goya que de pronto tuve delante, fue una auténtica revelación. Era un hombre que disfrutaba de la vida, que le encantaba pasar los veranos en Fuendetodos con su familia a donde iba con mucha frecuencia, donde aprendía muchas cosas. Él nos cuenta muchas anécdotas y muchos remedios curiosísimos que a ustedes les asombrarían. Uno de ellos se lo dice a Rosarito “cuando estés nerviosa cógete el dedo y pásatelo por el melico, alrededor, que te irá bien”.
Es un hombre que está muy vinculado al territorio y al mundo en el que vive. Con esta detallada lectura de todas sus cartas encontré que Goya no es un lerdo, no es un inculto, no es analfabeto como quería plantear Ortega y Gasset, Goya es todo menos analfabeto.
Este es el panorama con el que yo me encontré y dije voy a contar lo que a mí me sugieren todas esas cartas, y así nace la novela que tienen ustedes ahí. La novela sitúa a Goya en Burdeos, al final de su vida, cuando le falta escasamente un año para morir y pensé si comenzar allí o irme al Goya inicial, cuando está en Zaragoza y es un hombre reivindicativo, guerrero, con esa pasión por la justicia de la juventud, que en Goya se mantuvo durante toda su vida. Entonces pensé que ni lo uno ni lo otro, que lo mejor era empezar por los dos lados.
El reto era, no solamente descubrir a Goya sino hacer una novela de ida y vuelta. Iba a poner a Goya al final de su vida y lo iba a rejuvenecer llevándolo en un recorrido hacia su juventud, e iba a envejecerlo llevándolo hacia su final y, claro, en esta ida y vuelta habrá un momento en el que se encontrarán. Esta es la clave de la novela y no les cuento más porque quiero que la lean, pero este es el punto de encuentro donde surge la novela.
En este punto de encuentro el protagonismo lo tiene un retrato, que es el retrato de su madre, que él lo hace cuando está joven, que no lo termina porque no le acaba de gustar y porque además a su maestro Luzán no le gustaba como pintaba cuando no le hacía caso a él. Ese retrato cuando llega al final de su vida lo quiere tocar, necesita tocarlo, y este deseo de ir hacia atrás, de recuperar su juventud es lo que pone en marcha la aventura de la novela.
Cuando ya decidí qué es lo que había de hacer, me di cuenta de que me gusta escribir novela histórica, no me gusta escribir crónica histórica. La novela histórica tiene que partir de un hecho histórico y debe tener personajes con vida, con vitalidad, tienen que ser humanos, tienen que plantear la vida a ras de suelo, tienen que explicarnos que es lo que hacen los pucheros en sus casas, como son sus mesas, cuando pasa un ciego, como se visten, cuales son las pasiones de alcoba, cuales son sus dramas. Eso es absolutamente necesario y entonces consideré que esta era la siguiente apuesta en este viaje al mundo de Goya, para el cual consideré que era muy importante el tema del lenguaje, porque Goya nos ha dejado muchos escritos. Entonces tuve el apoyo de un texto, de un estudio muy importante del profesor Frago, que había estudiado con precisión el lenguaje de Goya en un discurso de la Real Academia, que yo les recomiendo. Con ese texto y con las cartas que había publicado el profesor Canellas decidí lanzarme a escribir una novela en la que Goya hiciera una gran confesión de cómo quería recuperar la memoria de su familia, de sus amigos e incluso de sus enemigos.
A partir de ahí surge ese personaje lleno de vida, ese personaje al que le gusta vivir en su casa, en la intimidad, reunirse con sus amigos que por cierto son todos los grandes literatos del momento, y que esto demuestra que Ortega y Gasset tenía muy mala intención cuando lo definió como un analfabeto. La novela recupera este personaje que chocolatea en casa pues le encanta el chocolate, que disfruta de las cosas que le mandan de Zaragoza.
Como las gafas que le pide a Martín Zapater, o incluso su gran perro, o las mulas de Torrecilla de Valmadrid, que habrían de tirar de su birlocho, con el que tenía continuos incidentes de atropellos o descarrilamientos.
Cualquier aspecto importante de la vida de Francisco de Goya se darán cuenta de que está vinculado fundamentalmente a Zaragoza.
Descubrirán muchas cosas nuevas porque las cartas nos permiten este lujo de ir descubriendo un personaje apasionante. De esta manera ustedes disfrutarán de ese Paco Goya que decía y, conforme vayan avanzando en la lectura, entenderán que es un personaje que trasciende en el tiempo. Pero sobre todo entenderán algo que normalmente no decimos y es que es un personaje profundamente aragonés, profundamente vinculado a esta tierra, profundamente vinculado a Zaragoza.
Habla de la patria refiriéndose a los territorios de Zaragoza y a los territorios de Aragón. Descubrirán a un hombre muy cercano a todos nosotros, que tenemos la obligación, más allá de celebraciones, de incorporarlo a nuestra vida, día a día y permanentemente porque Goya encarna lo más importante que tenemos.
Esta novela, que ha costado de escribir porque había que escribirla con mucho cuidado y con mucho detalle, se ha podido llevar a cabo, en este caso concreto, gracias al Periódico de Aragón, al que tengo que agradecer su confianza y su empeño en que hayamos llegado hasta aquí.
A continuación intervino de nuevo Nicolás Espada, Director del Periódico de Aragón, para decir lo siguiente: Teníamos previsto brindar con una copa de cava y con un poco de turrón de Goya al que, como ha dicho Domingo, le gustaba mucho el chocolate, pero la nueva situación impide ya este tipo de celebraciones. No obstante la Fundación Ibercaja nos va a hacer a la salida un pequeño obsequio, de botellines de cava individuales, y también Luis Ángel, el pastelero o turronero, que está aquí con nosotros y que es el que ha hecho este turrón de Paco Goya, nos va a regalar también unas raciones individuales para que, por lo menos, lo celebremos en nuestras casas.
Antes de recoger tan delicados obsequios quisimos aprovechar la ocasión para hablar unos instantes con el alcalde de Fuendetodos, quien nos manifestó que la presentación de la novela en un marco tan espectacular como es el Patio de la Infanta era una situación “mejor imposible”.
Le formulamos también la siguiente pregunta que nos parecía oportuna, ¿Existen celos entre Fuendetodos y Zaragoza en torno a Goya?. El alcalde nos respondió así: NO, somos compatibles, y además Domingo Buesa es un gran profesional que lo sabe hacer muy bien.
Pues con estas últimas palabras del alcalde de Fuendetodos, localidad natal de Francisco de Goya y Lucientes, cerramos nuestra crónica sobre la presentación de la novela histórica, EL RETRATO DE LA MADRE DE GOYA obra de Domingo Buesa Conde, Doctor y Catedrático de Historia, que tuvo la gentileza de dedicarnos un ejemplar de su libro.
Desde estas sencillas líneas de los Reales Tercios de España queremos felicitar al autor de esta magnífica novela histórica, también al Periódico de Aragón, por haber hecho posible su alumbramiento y por último a la Fundación Ibercaja, por haber acogido su presentación en el emblemático Patio de la Infanta.