El domingo 18 de junio de 1815, en una pequeña localidad de lo que hoy conocemos como Bélgica, tuvo lugar una de esas batallas que deciden el destino de naciones e imperios. A veinte kilómetros al sur de Bruselas, en las proximidades de Waterloo, se enfrentaron en dura y decisiva lucha el ejército francés, comandado por el emperador Napoleón Bonaparte, y las tropas británicas, belga-holandesas y alemanas, dirigidas por Arthur Wellesley, duque de Wellington, y duque de Ciudad Rodrigo, y el ejército prusiano del mariscal de campo Gebhard Blücher.
Hoy, más de dos siglos después de aquel enfrentamiento armado, la batalla de Waterloo vuelve a estar de plena actualidad, gracias a una perfecta recreación histórica, plasmada en forma de maqueta, que se puede admirar desde hace unos días en el Museo de Miniaturas Militares de la Ciudadela de Jaca.
Se trata de una gran maqueta, de 15 metros cuadrados de superficie, que reproduce con gran fidelidad histórica la batalla de Waterloo, que significó el fin de un imperio. Sus artífices han sido Raúl Quílez y Alfredo González, dos maquetistas aragoneses, que empezaron su construcción en 1974, dando inicio a un largo proceso de gestación que se ha dilatado en el tiempo a lo largo de 40 años. El proyecto inicial apuntaba a una maqueta de 80×50 centímetros, pero con el tiempo fue creciendo hasta convertirse en lo que ahora es, una excepcional maqueta de temática militar, que se perfila como referente nacional e internacional sobre la recreación de la batalla de Waterloo.
Su primera exposición tuvo lugar en 1980, en el Casino Mercantil de Zaragoza, y la última en 1996 en la Agrupación Artística Aragonesa, de la capital del Ebro. Según dicen, Raúl y Alfredo, conforme la maqueta aumentaba en tamaño y figuras, a lo largo de casi dos décadas de intensa actividad, cada vez resultaba más laborioso su montaje y perdieron el interés por las exposiciones temporales, llegando a declinar alguna que otra invitación y acabando por dejar la maqueta descansando en un sótano durante casi veinte años.
En 2014 la situación cambia cuando el coronel Benjamin Casanova, director entonces del Consorcio del Castillo de San Pedro de Jaca, y el director de su Museo de Miniaturas Militares, Diego Fernández, contactaron con los maquetistas zaragozanos y pusieron la Ciudadela de Jaca a su disposición. Raúl y Alfredo intuyeron que podrían ver realizado el sueño de que la maqueta pudiera estar expuesta de forma permanente en un espacio digno y se embarcaron en un último período de tres años de trabajo para perfeccionar su obra.
Finalmente, el pasado 4 de mayo de 2017, el Consorcio del Castillo de San Pedro de Jaca presentó la gran maqueta de Waterloo, que estará instalada permanentemente en la sala «General Álava» creada ex profeso, dentro del Espacio Juan Bautista Topete, donde se ubica actualmente también la sala de los Premios Ejército de Miniaturas Militares.
Decimos que la sala «General Álava» se ha creado para albergar esta maqueta, considerada por muchos como la mejor del mundo en su tema,
El nombre de la sala es un homenaje a Miguel de Álava, uno más de los muchos militares que, tristemente, no tuvieron justo reconocimiento en su Patria, España, como pudiera ser el caso de Blas de Lezo y Olavarrieta, por ejemplo.
No obstante, el día anterior a la inauguración, es decir el 3 de mayo, tuvo lugar una conferencia en el Salón del Ciento del Ayuntamiento de Jaca, impartida por Gonzalo Serrats, historiador, biógrafo y descendiente del general Álava, en la que situó a los presentes en la época y contexto histórico de la batalla, y en los méritos y virtudes de la maqueta que ahora la representa.
Gonzalo Serrats es autor del libro «El general Álava y Wellington«, basado en la correspondencia personal encontrada recientemente, en posesión de su familia. Habló de la amistad entre Arthur Wellesley, duque de Wellington y nuestro general español, iniciada durante la Guerra de la Independencia, y que continuó muchos años después.
Relató la, hasta ahora, casi desconocida participación de Álava al lado de Wellington durante la batalla de Waterloo, oficialmente como agregado militar, pero de facto formando parte de su Estado Mayor. De forma extraoficial, Álava ayudó a Wellington a organizar el ejército, y llegó a ejercer de segundo en el mando de todas las tropas aliadas, lo cual fue decisivo para la victoria.
Desde que se iniciaron las conversaciones para llevar la maqueta a la Ciudadela de Jaca, Alfredo González insistió mucho en este hecho, que debía conocerse y difundirse, y por lo cual la sala de exposición de la maqueta lleva su nombre.
La ceremonia de inauguración estuvo presidida por el director del Consorcio, coronel Joaquín Ruíz Ramos, y estuvieron presentes el director del Instituto de Historia y Cultura Militar, GD. José Carlos De la Fuente Chacón, el subdirector de dicho organismo, GB. José Ramón Colás Campo, el Subdelegado de Defensa en Huesca y representante del Ministerio de Defensa en el Consorcio, coronel José María Rivera Moreno, el diputado de la DPH, Fernando Sánchez Morales, la presidenta de la Comarca de la Jacetania, Montserrat Castán Arnal, el alcalde de Jaca, Juan Manuel Ramón Ipas, la directora del Museo Diocesano, María Belén Luque Herrán, el presidente de la Asociación Sancho Ramírez, Juan Carlos Moreno Anaya, los tres coroneles predecesores en el cargo de director del consorcio, y el jefe de la Comisaría de Jaca, además de otros colaboradores del ente cultural.
Se apreció la emotiva presencia de la viuda del Coronel de Infantería Juan Bautista Topete, inicial impulsor del Museo de Miniaturas Militares de Jaca.
El coronel Joaquín Ruiz, director del Castillo de San Pedro, pronunció un discurso inaugural en el que se refirió a la figura del general Miguel Ricardo de Álava y Esquivel como «el único español conocido que participó en Trafalgar y Waterloo«.
Seguidamente, la protocolaria secuencia de corte de la cinta inaugural estuvo a cargo del director del Instituto de Historia y Cultura Militar, del alcalde de Jaca, y del diputado Fernando Sánchez Morales.
Vamos a ofrecerles ahora algunas semblanzas de esta gigantesca maqueta de Waterloo y de sus dos artífices.
Raúl Quílez y Alfredo González, pertenecientes entonces a la Agrupación de Miniaturistas Militares, iniciaron un pequeño proyecto de diorama en 1974, que luego les acompañaría durante media vida.
Ambos autores tenían desde el principio verdadera obsesión por ser absolutamente fidedignos con los detalles históricos. Comenzaron a documentarse y a profundizar cada vez más en la historia. La obra «Waterloo», de Henri Lachouque, fue su primera fuente y les abrió las puertas a un desarrollo de la maqueta mucho más concienzudo. Luego llegarían otros muchos libros, así como varias visitas personales al campo de batalla.
Uno de los mayores hallazgos fue conocer el papel fundamental que tuvo en Waterloo el general español Miguel de Álava.
El hecho de que Álava, que había luchado junto a Wellington en la península y liberado Vitoria, hubiera tenido un papel tan destacado en Waterloo, es algo que en España era poco conocido.
Como muestra de ello , fue en otro libro más reciente, «Álava en Waterloo«, de Ildefonso Arenas, donde descubrieron que el propio Wellington pagó de su bolsillo los trajes de oficiales del ejército inglés, del general español y de su ayudante de campo, Nicolás de Miniussir.
Wellington no quería que corrieran riesgos por no ser identificados. Tenía plena confianza en él y en sus grandes conocimientos militares; además el general español hablaba inglés y francés, y su ayudante hablaba alemán, por lo que podían entenderse perfectamente con las tropas a su mando.
Wellington eligió el traje de mayor rango entre los ingleses convirtiendo de facto a Álava en el oficial aliado de mayor rango después del general inglés.
Traducida a cifras, podemos decirles que la gran maqueta de Waterloo, según cálculo de Raúl Quílez, ha costado, entre 1974 y 2017, tres años de trabajo real, a razón de ocho horas diarias, y cuarenta horas semanales. Ocupa, como se ha dicho, una superficie de 15 metros cuadrados, y consta de 8.063 piezas, distribuidas así: 6.650 soldados, (3.600 franceses y 3.050 aliados), 1285 caballos, 71 cañones y 57 carros de munición y avantrenes.
El diorama contiene piezas en plástico, pero la mayoría son de plomo. Debido a la escasa variedad de posiciones de cuerpos de soldados y caballos existentes en el mercado, Raúl decidió hacer artesanalmente más de cien moldes distintos , para fabricar las piezas en plomo, tronco y extremidades por separado. Ambos autores se dedicaron luego a montarlas, para crear cientos de combinaciones diferentes, que dan a la maqueta la variedad y realismo que otras no tienen. Por último pintaron a mano cada una de las figuras. En el diorama se representan varios momentos de la batalla: el segundo ataque a la graja de Hougoumont, a las 13.30 horas; el contaataque de la caballería pesada inglesa sobre las tropas de D´Erion, a las 14.00 horas; las cargas de la caballería francesa contra el centro derecha aliado , sobre las 16.00 horas, el ataque final de la Guardia Imperial de Napoleón, sobre las 19.30 horas. También están representados los diversos protagonistas de la batalla: el duque de Wellington, el general Álava, el emperador Napoleón, el mariscal Ney, entre otros muchos.
Todo ello conforma una increíble obra artística de miniaturismo militar de gran belleza y espectacularidad, de la que el director del Consorcio del Castillo de San Pedro, el coronel Joaquín Ruíz, ha dicho, «es un orgullo y satisfacción albergar esta obra».
La presentación de la gran maqueta de Waterloo en la sala Álava, de la Ciudadela de Jaca, tuvo amplio eco en los medios de comunicación social, y ahora solo nos resta desear que el fruto del esfuerzo de estos dos tenaces maquetistas, Raúl Quílez y Alfredo González, y la entusiasta voluntad del Consorcio del Castillo de San Pedro de Jaca y de cuantas instituciones y organismos contribuyen a su difusión, tenga el refrendo del público, al que invitamos a visitar la gran maqueta de Waterloo, única en el mundo.
Fotos maqueta: Museo de Miniaturas Militares de Jaca