El salón principal de nuestra querida e Inmortal Ciudad de Zaragoza es la Plaza del Pilar en la que, el pasado 21 de mayo de 2017, se vivió una verdadera manifestación de españolidad al celebrarse una multitudinaria Jura de Bandera para personal civil que sobrepasó las previsiones de la Comandancia Militar de Zaragoza y Teruel, la entidad militar organizadora de este precioso acto, que tuvo su precedente en el año 2008 y en el mismo lugar.
En este emblemático escenario, un total de 1234 personas, algunas de ellas venidas de lejanos lugares, juramos o prometimos fidelidad a la Bandera de España en una brillante ceremonia en la que se fundieron, en entrañable sentimiento y armonía, Fuerzas Armadas y ciudadanía, siendo esta última la protagonista indiscutible de la jornada.
Queremos trasladarles ya, queridos lectores que nos siguen, algunos testimonios tomados entre los jurandos, antes de ocupar nuestros respectivos puestos en Formación.
Hablamos en primer lugar con Luz Evelyn Perdomo, dama salvadoreña, residente en España desde hace tres años y medio y con nacionalidad española desde septiembre pasado. Conoció a su esposo, coronel, en una misión de Naciones Unidas y, a nuestra pregunta de ¿qué suponía para ella el jurar Bandera?, nos respondió lo siguiente:
«Es la primera vez que voy a jurar Bandera y con ello quiero confirmar el gran amor que siento por España».
Bellas palabras las de Evelyn, hacia el país que le ha dado acogida, y que dicen mucho en su favor.
Hablamos después con un joven de 24 años, Francisco García Pastor, español y de Zaragoza, hijo y nieto de militar, que respondió a la misma pregunta con estas palabras:
«Demostrar amor a unos valores que no tienen signo político, con los que se intenta jugar».
Testimonio el de este muchacho, como verán, muestra de buen juicio y sensatez, sobre todo por venir de una persona joven.
Estábamos junto a una amplia representación de la Asociación de Militares y Guardias Civiles con Discapacidad, ACIME Aragón-La Rioja, encabezada por su Delegada, Silvia Marín Ballarin, y quisimos tener el testimonio de otro jurando, en este caso una persona, digna de admiración por su gran espíritu de superación frente a la adversidad, de nombre Jean Pedraza Mestre.
Un nefasto día de 1981 sufrió un desgraciado accidente en acto de servicio a causa del cual perdió completamente el brazo izquierdo y la visión de ambos ojos, sufriendo además notable pérdida de audición, por la explosión accidental de una mina anticarro. Con admirable entereza, Jean supera desde entonces, cada día, esta discapacidad realizando, entre otras actividades, una intensa práctica deportiva y de colaboración con ACIME donde es Vocal Nacional de Deportes.
Momentos después de hablar con nosotros, Jean juraría Bandera como los demás, acompañado de su esposa, eso sí, pero como uno más. A nuestra pregunta nos respondió lo siguiente:
«Para mí supondrá la misma satisfacción y orgullo que hace 35 años y lo estoy viviendo con gran emoción«.
Bueno, pues ya lo ven, ahí queda el testimonio ejemplar de una persona con ciertas limitaciones, pero sin ningún límite.
Enhorabuena Jean, eres un ejemplo para todos nosotros.
A las 11.30 horas, los jurandos, agrupados en varias Compañías, fuimos colocándonos en nuestro sitio siguiendo las atentas indicaciones del personal de protocolo.
Mientras tanto, el relator, comandante Vargas Peña, nos daba la bienvenida y nos informaba por megafonía sobre los preparativos y movimientos previos de las Unidades intervinientes en el acto, que tenía previsto su inicio a las 11.45 horas.
A continuación fue el afamado periodista y escritor, Luis del Val Velilla, zaragozano de nacimiento y sentimiento, quien continuó con el relato, pues a pesar de que había venido a jurar Bandera como uno más, sería la cálida voz que nos acompañaría en esta emotiva mañana.
Estas fueron sus primeras palabras:
«Buenos días y bienvenidos a esta Plaza del Pilar, que presenció a principios del siglo XIX la unión de Ejército y ciudadanía para combatir la nación invasora. Los muros de nuestra Basílica atestiguan la reciedumbre del fuego sufrido durante Los Sitios. Esa unión de entonces entre civiles, clero y milicia, debe ser ejemplo para que estas generaciones, más de dos siglos después, se unan de nuevo para acreditar el amor a su Bandera, su patria, para marchar unidos, para hacer una España mejor«.
«El acto de Jura de Bandera de personal civil que hoy vamos a presenciar, está regulado por la Orden del Ministerio de Defensa número 1445, del año 2004, y lo recoge como un derecho de los españoles que quieren manifestar públicamente su compromiso con la defensa de España«.
«Este acto se enmarca en las actividades previas al Día de las Fuerzas Armadas que tendrá lugar el próximo sábado 27 de mayo. Agradecemos y felicitamos a todo el personal que va a sellar públicamente su compromiso, su participación en este acto, agradecimiento que extendemos a todos los que hoy nos acompañan en esta plaza«.
A continuación hicieron su entrada en la Plaza del Pilar las siguientes Unidades:
Banda de Guerra de la Brigada Aragón I, y la Unidad de Música de la Academia General Militar. La Brigada Aragón ha sido creada este año, a partir de la Brigada de Caballería «Castillejos» II, y la Jefatura de Tropas de Montaña Aragón.
La Academia General Militar vino a Zaragoza en el año 1927, por lo que este año cumple su 90º Aniversario en nuestra ciudad.
Fueron acompañados de los guiones de las siguientes Unidades:
Academia General Militar
Brigada Aragón I
Brigada Logística, Regimiento de Caballería España 11, Centro de Adiestramiento San Gregorio, Agrupación de Sanidad nº 3, Agrupación de la Base Aérea de Zaragoza, Grupo Norte de Mando Aéreo y Control, Escuela de Técnicas de Seguridad Defensa y Apoyo del Ejército del Aire, Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo, Octava Zona de la Guardia Civil, Comandancia de la Guardia Civil en Zaragoza, Grupo de Reserva y Seguridad nº 5 de la Guardia Civil.
Seguidamente entraron la Escuadra y Compañía de Honores de la Academia General Militar, al mando del comandante de Artillería Claudio Gutiérrez Gutiérrez, jefe de formación en este acto.
Minutos más tarde entrarían en Formación las Enseñas nacionales de siete Unidades Militares con sede en Zaragoza. Por la tradición, unas de ellas serán Estandartes por pertenecer a Unidades cuyo origen son Unidades montadas, y otras en su forma de Bandera por ser Unidades de a pie.
A los acordes del Himno nacional se incorporaron las Banderas y Estandartes de:
Academia de Logística de Calatayud, Regimiento de Pontoneros y Especialidades de Ingenieros nº 12, Regimiento Acorazado de Pavía nº 4, Agrupación de Apoyo Logístico nº 41, ALA 15, ALA 31, Octava Zona de la Guardia Civil.
Las autoridades, que habían sido recibidas previamente en el Ayuntamiento, se trasladaron a sus acotados y, minutos antes de iniciarse propiamente el acto, Luis del Val recitó estos preciosos versos:
Esta Plaza del Pilar
fue testigo de una gesta
y hace muchos menos años
era de césped y tierra
y algunos hemos jugado
en la edad de la inocencia,
vecinos de nuestra Virgen,
en juegos que nos recuerdan
ese paso inexorable
del tiempo y de sus calendas.
Y, luego, ya siendo mozos,
juramos a la Bandera
fidelidad, disciplina,
por que ella nos representa
la historia de lo que fuimos,
el origen que cimenta
el carácter, lo que somos
lo que son nuestras esencias.
Quien no reconoce el pasado
no sabrá de dónde era.
Quien sabe de dónde viene
conocerá con certeza
lo que es, lo que puede ser,
sin dudas y con firmeza.
Por esa y por otras causas,
civiles con experiencia
y otros que la mayoría
de edad aquí demuestran
venimos a renovar
el amor a la Bandera.
Amamos la libertad
y sabemos en conciencia
que no existe libertad
sin una buena defensa;
que el sosiego que gozamos,
la paz que en nuestra España reina
nos está garantizada
por las militares fuerzas
que disuaden, que vigilan,
que con constancia y paciencia
defienden nuestro sosiego,
y el de amigos de otras tierras.
Y lo hacen con tal ahinco,
con tanta fe y tanta fuerza
que, al cumplir su misión
hasta la vida se dejan.
Que accedan a acompañarles
es un honor que nos llega,
y nos deja agradecidos
por su afecto y su nobleza.
Esta Plaza del Pilar
testigo fue de otras gestas,
y hoy no suenan los cañones,
ni hay heridos ni trincheras;
suenan los Himnos de España
y esa jota de la tierra
que podríamos cantar
con orgullo y entereza.
El bronce de las campanas
por la plaza ya resuenan,
porque supone un orgullo
el besar nuestra Bandera;
Otra forma de rezar
en este día de fiesta.
El final de estos hermosos versos de Luis del Val coincidió con las campanadas de las doce y el Toque del Ángelus.
El general de división del Ejército del Aire, José Alfonso Otero Goyanes, Jefe del Mando Aéreo General, hizo su entrada en la plaza y recibió los honores de ordenanza, saludó luego a todos los presentes y pasó a ocupar la presidencia del acto.
Las banderas ocuparon su lugar para tomar el juramento y hemos de decir que, a estas alturas del acto, el aspecto de la Plaza del Pilar era Impresionante.
La Formación ocupaba toda la fachada del Ayuntamiento y se extendía hasta la Puerta Alta de la Catedral-Basílica de Nuestra Señora del Pilar. Las Unidades en Formación, las autoridades civiles y militares, todas las banderas y estandartes citados, y las siete Compañías de Jurandos, componían una estampa de grandiosa solemnidad. A todo ello hay que añadir los miles de ciudadanos que se dieron cita en el salón de la ciudad para acompañarnos en este hermoso día en el que muchas personas iban a jurar o prometer fidelidad a la Bandera por primera vez y otros íbamos a renovar, con la misma ilusión, el juramento que en su día empeñamos.
El Comandante Militar de Zaragoza y Teruel, general de brigada del Ejército de Tierra, Luis Lanchares Dávila, se desplazó hasta el centro de las siete banderas, a las que saludó, situándose luego entre la tercera y la cuarta. Apoyando el sable en el Estandarte del Regimiento de Pontoneros nos tomó juramento con esta fórmula:
¡Españoles! ¿Juráis o prometéis por vuestra conciencia y honor guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, con lealtad al Rey, y si preciso fuera, entregar vuestra vida en defensa de España?
Todos los jurandos, como una sola voz, contestamos con fuerza, ¡Sí lo hacemos! El general Lanchares nos dijo, «si cumplís vuestro juramento o promesa España os lo agradecerá y premiará y si no, os lo demandará».
Luego pronunció los siguientes gritos:
Españoles ¡VIVA ESPAÑA!
Españoles ¡VIVA EL REY!
Gritos a los que todos respondimos, ¡VIVA! con gran entusiasmo.
Al fin, el momento había llegado. Las banderas se desplazaron al centro de cada Compañía de Jurandos y se inició la interpretación de conocidas marchas militares. Los jurandos nos movimos hacia las banderas, de a uno, siendo acompañado el primero de nosotros por el oficial que acompaña a cada una de las Unidades.
Desde siete puntos distintos emergimos de la Formación para sellar con un beso en el paño de la Enseña nacional nuestro compromiso con España. Avanzamos hacia la Bandera con decisión, conscientes del momento que vivíamos. Marchamos guardando la distancia, manteniendo el paso, con la espalda recta, el pecho fuera y la vista al frente, disfrutando con sano orgullo de este, nuestro momento.
Toda la Plaza del Pilar era una sinfonía de patriotismo civil en movimiento, un verdadero espectáculo de españolidad, que tan necesario resulta a veces manifestar públicamente y dentro de un orden.
Con admirable marcialidad y armonía, cual si de un ballet cívico-militar se tratase, salimos de Formación, juramos Bandera y retornamos a nuestra posición de origen, acompañados siempre por el sonido de briosas marchas militares. Por delante de la Bandera pasamos hombres y mujeres, jóvenes y mayores, personas conocidas de distintos ámbitos de la sociedad y personas anónimas dentro de ella.
Este día todos fuimos soldados y civiles a la vez y, por encima de las creencias de cada cual, todos fuimos españoles ante la Bandera que nos une a todos y que a todos nos representa.
A continuación el Comandante Militar de Zaragoza y Teruel, y Director de la Academia General Militar de Zaragoza, GB. Luis Lanchares Dávila, pronunció la siguiente alocución:
«Hoy es un día especial para todos los ciudadanos que han jurado Bandera, y que con este sencillo acto han refrendado su compromiso con nuestra querida España, así como para cuantos presentes en esta emblemática plaza reafirman con su presencia la trascendencia de este emotivo momento, en el que además las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil se funden, aún más si cabe, con la sociedad a la que servimos«.
«Fue Carlos III, allá por el año 1785, quien para evitar los inconvenientes que a los buques de su Armada presentaba el hecho de que su Bandera pudiera confundirse con la de otras naciones, decidió que éstos usarán una Bandera dividida a lo largo en tres listas, de las que la alta y la baja serían encarnadas y la de en medio amarilla«.
«Posteriormente, esta disposición se hizo extensiva al resto de Unidades del Ejército llegando sin cambios significativos hasta que la Constitución de 1978, en su artículo 4, estableció el diseño de la Bandera de España tal y como se conoce en la actualidad. Así mismo, la Carta Magna en su artículo 30 determinó que «los españoles tienen el derecho y el deber de defender a España», y en otras disposiciones legislativas posteriores se estableció el procedimiento para que estos pudieran manifestar su compromiso con la defensa de España, prestando juramento o promesa ante la Bandera«.
«Hoy la Muy Noble, Muy Leal, Muy Heroica, Muy Benéfica, Siempre Heroica e Inmortal Zaragoza, ciudad de gran arraigo militar y lugar donde se han escrito páginas de gloria para España, acoge a civiles y militares que en esta plaza, al amparo de la Basílica del Pilar, se funden en un sentido homenaje a nuestra Bandera, que espero alcance a todo Aragón, a toda España, llevado por las aguas del río Ebro«.
«Una Bandera que simboliza nuestra unidad, nuestro orgullo de ser españoles y nuestro amor a España, Patria común e indivisible de todos. La roja y gualda ha sido nuestra seña de identidad, el faro que ha guiado la actuación de muchos españoles, el sudario que ha cubierto a compatriotas que que dejaron su vida sirviendo a España allá donde les fue requerido.
Hoy la Bandera simboliza nuestro heroico pasado, nuestro presente y un futuro ilusionante, el que supone seguir trabajando todos juntos por España«.
«A quienes hoy habéis ejercido vuestro derecho, manifestando públicamente el vínculo espiritual que os une con nuestra Patria, sellando vuestro compromiso con España y con los valores que la definen, os recuerdo que desde hoy estáis unidos a los que os han precedido en el servicio a España«.
«Y además os animo a que día a día, de forma decidida y sin complejos, contribuyáis con vuestro esfuerzo a reforzar los lazos que unen a todos los españoles, a aportar vuestro granito de arena al esfuerzo colectivo, en resumen a hacer gala de vuestra españolidad y a mostrar que vuestro compromiso con vuestra Patria es firme y duradero«.
«Cuantos hoy nos encontramos en esta plaza, unidos con aquellos que desde los más recónditos rincones se sienten españoles, nos unimos a los que hoy han besado nuestra Bandera, con ellos hemos de compartir nuestra vocación servicio a España, y de ellos hemos de aprender que a España la hacemos día a día todos cuantos la servimos, los que creemos en ella, los que pensamos que merece la pena esforzarse por un futuro mejor«.
«Y como prueba de este compromiso, animo a todos los presentes en esta plaza a que griten conmigo», ¡VIVA ESPAÑA! ¡VIVA EL REY! ¡VIVA ZARAGOZA Y ARAGÓN!
Seguidamente el GD. José Alfonso Otero Goyanes hizo entrega del Certificado de haber jurado Bandera, y una Bandera de Mochila a cuatro jurandos en representación de todos los que ese día habíamos jurado Bandera; Luis del Val, una mujer, un joven y una persona de movilidad reducida.
Nos explicó el relator que la Bandera de Mochila es como aquella que se entregó desde mediados del siglo XIX hasta principio del XX a cada soldado, se utilizaba para tapar sus pertenencias colgada en una percha y en campaña se llevaba en la mochila, usándose par señalizar la toma de algún objetivo. Si el soldado caía en combate era tapado con su bandera como dice el pasodoble Las Corsarias, y aquel que regresaba al hogar la colgaba en el balcón o la ventana de su casa para avisar a los vecinos, familiares y amigos que había regresado de su servicio a España.
A continuación tuvo lugar la siempre emotiva ceremonia de Homenaje a los que dieron su vida por España. Con este homenaje se quiere honrar la memoria de todos aquellos que nos precedieron en el servicio a España y entregaron su vida en el cumplimiento del deber, especialmente a los que aquí lucharon codo con codo por la libertad. Hombres y mujeres que supieron ser fuertes en los momentos más durosy fueron capaces de construir ese futuro que hoy disfrutamos.
Los guiones de las Unidades se desplazaron hasta el monolito que recuerda a los que, en paz o en guerra, dieron su vida por España. Se recitó el bello soneto de rigor, que dice asi:
Lo demandó el honor y obedecieron,
lo requirió el deber y lo acataron;
con su sangre la empresa rubricaron
con su esfuerzo la Patrian engrandecieron.
Fueron grandes y fuertes, porque fueron
fieles al juramento que empeñaron.
Por eso como valientes lucharon,
y como héroes murieron.
Por la Patria morir fue su destino,
querer a España su pasión eterna,
servir en los ejércitos su vocación y sino.
No quisieron servir a otra Bandera,
no quisieron andar otro camino
no supieron vivir de otra manera.
Seguidamente se cantó la parte central de la oración cristiana «la muerte no es el final», obra del sacerdote español Cesáreo Gabaráin Azurmendi, elegida en 1981 como Himno para honrar a los caídos de las Fuerzas Armadas españolas, y que tiene esta letra:
Cuando la pena nos alcanza
por un hermano perdido
cuando el adiós dolorido
busca en la Fe su esperanza
En Tu palabra confiamos
con la ceterza que Tú
ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz.
Ya le has devuelto a la vida
ya le has llevado a la luz.
La autoridad militar que presidía el acto, GD. José Alfonso Otero Goyanes, el Delegado del Gobierno de España en Aragón, Gustavo Alcalde Sánchez, y los jóvenes Juan Casado Moreno, del Colegio Romareda, y Elena Álvarez, del Colegio La Salle Gran Vía, ganador y finalista del concurso Carta a un Militar, depositaron una corona de laurel en la base del monolito de homenaje.
El capellán castrense Ángel Briz Fernández rezó la siguiente oración:
«Que el Señor de la vida y la esperanza, fuente de salvación y paz eterna, les otorgue la vida que no acaba, en feliz recompensa por su entrega. Que así sea«.
Sumergidos en un profundo y respetuoso silencio escuchamos el toque de oración y, llegados al punto ejecutivo, saludamos con gran respeto y admiración hacia quienes nos precedieron en el servicio a España.
Coincidiendo con su último acorde, la Escuadra de la Academia General Militar ejecutó una Salva de Honor de fusilería y, simultáneamente una Escuadrilla de aviones F-18 del ALA 15, del Ejército del Aire, realizó una pasada sobre la Plaza del Pilar, circunstancia que fue muy apreciada por el numeroso público asistente y por todos los participantes.
Como colofón al acto, la Escuadra de Gastadores, la Banda de Guerra, los Guiones, la Unidad de Música y la Compañía de Honores desfilaron ante la autoridad y los jurandos a los acordes de la conocida composición «El Sitio de Zaragoza», obra de Cristóbal Oudrid.
Finalizó así una hermosa jornada por la que expresamos nuestro más sincero agradecimiento al Comandante Militar de Zaragoza y Teruel, GB. Luis Lanchares Dávila, por haber hecho posible que más de mil doscientas personas civiles, en representación de otras muchas, pudiésemos manifestar públicamente, con esta Jura de Bandera, la más multitudinaria de las acontecidas en Aragón, el amor que sentimos por España, nuestra fidelidad al Rey, el respeto a la Constitución y nuestra admiración por las Fuerzas Armadas.
¡MUCHAS GRACIAS MI GENERAL!