EL ENIGMA DE LA IX LEGIÓN HISPANA
[one_half]Desde sus inicios el cine ha llevado a la pantalla historias basadas en hechos reales, apoyadas a veces en precedentes y exitosas obras de literatura.
Hoy vamos a recordar uno de los muchos enigmas históricos, todavía por resolver, referido a la misteriosa desaparición de la IX Legión Hispana.
Toda una legión de Roma se esfumó, alrededor del año 118 d.C., quizás en Britania, sin dejar apenas rastro.
Novela “El Águila de la Novena Legión”
Tal enigma ha sido desde entonces motivo de interés para investigadores e historiadores y fuente de inspiración, después, para escritores y cineastas.
Vimos primero la película “La última legión”, estrenada en 2007, más tarde hemos podido ver en la pequeña pantalla la película “La Legión del Águila”, de 2011, y no hace mucho tiempo vimos otra cinta, con el título de “Centurión”, de 2010, que gira en torno a la misma historia, que previamente nos llegó en forma de novela con la obra, “El águila de la IX legión”, de Rosemary Sutcliff, publicada en 1954.
Imagen de la película “La última legión”
Es poco habitual que una misma historia sea llevada tres veces a la pantalla, pero no es de extrañar que ocurra esto con la IX Legión Hispana, una de las más antiguas y temidas legiones, pues esta formidable máquina de guerra del ejército de Roma se vio envuelta por el misterio, en su origen y, sobre todo, en su final, del que todavía hoy los historiadores no han podido aclararnos nada concluyente. Se estima que la Legio IX Hispana fue creada a mediados del siglo I a.C. al igual que la VIª, la VIIª, y la VIIIª, por Pompeyo en el año 65 a.C.
En el año 58 a.C. se le asignó a Julio César, Gobernador de la
Pompeyo Magno Hispania Ulterior, y sirvió en la Galia durante la Guerra de las Galias, del 58 al 51 a.C. y durante la Guerra Civil de César contra Pompeyo y el Senado.
Luchó en la batalla de Dirraquio, librada el 10 de julio del año 48 a.C. en la que Pompeyo derrotó a César, y en la batalla de Farsalia, el 9 de agosto , del mismo año, cuando César derrotó a Pompeyo, con la intervención clave de la IX Legión.
Batalla de Farsalia
La victoria en Farsalia fue decisiva para garantizar el máximo poder de César en la República.
Estatua de Cesar Augusto en Zaragoza
Él pagó su servicio, después de su campaña africana del año 46 a.C. y el triunfo final en la batalla de Tapso, con la disolución de la legión y la ubicación de sus veteranos en Picenum e Histria.
Batalla de Tapso
No sabemos cual era su estandarte pero es posible que fuera un toro como el de otras legiones cesarianas.
Después del asesinato de Julio César, en el 44 a.C., su hijo adoptivo Octavio la reunió de nuevo y la envió a luchar contra la rebelión de Sexto Pompeyo, combatiendo en la batalla de Nauloco, (Sicilia).
Batalla naval de Nauloco
La victoria fue en el año 36 a.C. y después la IX legión fue estacionada en Macedonia, antes de que rápidamente se lanzase a una campaña más, la guerra final de la República romana, cuando Marco Antonio y Cleopatra se enfrentaron a Octavio. La IX volvió a tomar parte por este último luchando a su lado en la batalla naval de Actium, el 31 a.C. derrotando a los enemigos.
Batalla naval de Actium
Con Octavio, ya Augusto y Emperador, la legión fue enviada a la Hispania Tarraconensis para participar, junto a otras siete, en las importantes y largas luchas contra los cántabros, 29-19 a.C.
Por diferentes inscripciones sabemos que esta unidad tuvo primero el epíteto de IX Triumphalis, derivado seguramente de su participación en un triunfo militar celebrado en Roma por Julio Cesar en el año 46 a.C.
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Esta designación fue sustituida más tarde por el título de IX Macedónica, debido posiblemente a la intervención de la unidad en la batalla de Farsalia en el año 48 a.C. o en la de Filipos, en el año 42 a.C.
Batalla de Filipos
Fue durante su estancia en Hispania cuando la legión IX adoptó el título de Hispaniensis, (estacionada en Hispania), designación que fue alterada por la de IX Hispana, (oriunda de Hispania), título ganado probablemente por esta campaña en la que luchó con distinción en la larga batalla contra los cántabros, de 25-13 a.C, que finalmente aseguró la dominación romana en la región.
Batalla del bosque de Teotoburgo
Después de su paso por Hispania, la Legio IX Hispana fue unida probablemente al ejército imperial estacionado en la zona del Rhin, para luchar contra las tribus germánicas y a continuación fue trasladada a Pannonia , una zona fronteriza, más o menos dentro de los límites de la actual Hungría.
La IX se libró de la batalla del bosque de Teotoburgo, en la Baja Sajonia, acontecida en el otoño del año 9 d.C. En este encuentro armado una alianza de pueblos germanos, acaudillados por Arminio, destrozó a las legiones romanas, XVII, XVIII y XIX, mandadas por Publio Quintilio Varo, que acabó suicidándose.Después de esta catastrófica derrota ninguna legión de Roma llevó los numerales XVII, XVIII o XIX.
De su estancia en el Danubio destaca la participación de la Legio IX Hispana en el amotinamiento de tres legiones estacionadas allí tras el ascenso al trono del emperador Tiberio en el año 14 d.C.
Rebelión de Tacfarinas
En el año 20 d.C. la IX Hispana fue transferida a África como refuerzo de la Legión III Augusta, para reforzar el contingente militar romano que había allí, durante la rebelión del númida Tacfarinas (20-24 d.C.). Su estancia allí se prolongó hasta el año 24 d.C. tras lo cual regresó a la provincia de Panonia.
Pero, sin duda, lo que más nos atrae de la historia de la IX Hispana es la invasión de Britania pues el misterio que la rodea se acentúa en esta isla brumosa. La Unidad participó, junto a las otras legiones, II Augusta, XIV Gémina y XX Valeria Victrix en el año 43 d.C. , en la invasión de Britannia conducida por el emperador Claudio y el legado imperial Aulo Plaucio.
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Arenga de Boudica en Watling Street
Las legiones contra britanos
Rebelión de los Brigantes
Las legiones contra germanos A partir del año 108 d.C. los romanos no volvieron a hacer ninguna reseña de la IX Hispana, como si hubiera desaparecido de repente. A partir de entonces la leyenda nos dice que la IX se embarcó en su marcha final contra los pictos, y fue aniquilada en las luchas con las tribus caledonias del norte, en el año 117 d.C. Sin embargo pocas son las evidencias que tenemos sobre la existencia de la IX Hispana a partir del año 107/108.
Los Pictos asaltan el muro de Adriano
Fragmento de epígrafe romano
Oficiales legionarios
Epigrama de la Legio IX Hispana Estandarte
Revolución de Bar-Kojba
Legión en marcha
Arco de Tito. Destrucción de Jerusalén
Ruinas de la fortaleza de Betar Dion Casio pero la
La captura del águila
Asedio de Elegeia en el año 1972 de un diploma militar datado el 8 de febrero del año 161 d.C. durante el consulado de Estandarte antigua Roma Quinto Numisio Junior, que situaría un nuevo espacio temporal para ubicar el final de la legión, fijado en el desastre de Elegeia, (Armenia), de 161, donde , según Dión Casio, una legión romana fue destruida a manos de los partos, dirigidos por el general Cosroes. Por lo tanto aunque conocemos algo más sobre la historia de La IX Hispana, no hemos podido determinar cuál fue su destino final. A pesar de que sabemos que la legión no fue destruida ni disuelta en época del emperador Adriano, desconocemos si halló su final en Judea durante la revuelta de Bar-Kojba, bajo las órdenes del general Julio Severo o si fue destruida por las tropas partas en la batalla de Elegeia en el año 161. Del o que sí estamos seguros es de que la IX Hispana ya no estaba activa al inicio del reinado de Marco Aurelio, ya que no aparece en la famosa inscripción del año 162. A día de hoy aún no se ha desvelado el enigma de la IX Hispana y por lo tanto el misterio sigue rodeando esta época apasionante de la historia de Roma.
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Bajo el mando del gobernador proconsular Cayo Suetonio Paulino, la Unidad participó en la campaña contra la reina Boudica, (61 d.C.) intentando romper el cerco de Londinium, (actual Londres).
Durante esta acción se vio obligada a retirarse a su fortaleza de Longthorpe con un número considerable de bajas y el gobernador decidió enviarla a cubrir su retaguardia, no participando en la acción que aplastaría la rebelión en la Batalla de Watling Street. Debido a las bajas acumuladas durante la rebelión, hubo de ser reforzada con dos mil legionarios provenientes de las legiones de Germania Inferior y Germania Superior.
Entre 52 y 57, de nuevo bajo el mando de Quinto Petilio, junto con la Legio XX Valeria Victrix, bajo las órdenes del legado Cneo Julio Agricola, atacó las fuerzas de Venantius en Stanwick, sofocando la revuelta de los brigantes. Posteriormente sus efectivos fueron divididos entre los fuertes de Longthorpe y Newton-on-Trent.
En el año 71 la Legio IX fue reemplazada por la Legio II Adiutrix, trasladándose a una fortaleza de piedra recién construida en Malton, próxima a Eburacum (York). Es probable que durante su estancia en Britania participara junto con las otras tres legiones en la construcción del muro de Adriano, aunque no está demostrado.
En el año 83 d.C. el emperador Domiciano reclamó importantes contingentes de la Legio IX para luchar en Germania contra los catos, a los que venció ese mismo año.
La última noticia que poseemos de la IX Hispana en Britania es del año 107/108, y no es otra que la inscripción hallada en York que nos informa de la participación de la legión en la construcción de una de las puertas del campamento en el que estaba asentada.
Luchas en Caledonia
Entre ellas destacan un mortero hallado en Holdeurn, cerca de Nimega, en el Este de los Países Bajos, que posee un sello de la Legio IX Hispana; dos tejas estampadas con una inscripción parecida a la anterior, halladas en la propia ciudad de Nimega; altar dedicado a Apolo erigido por el prefecto de la IX Hispana hallado en la ciudad alemana de Aquisgrán.
La datación de algunos de estos hallazgos, al menos de aquellos con una cronología más segura, ha puesto en duda la destrucción (la leyenda dice que le fue arrebatada el águila imperial) o disolución de la unidad en una fecha anterior a la década de los años 20 del siglo II.
Si esto fuera cierto refutaría la idea de la destrucción de la legión en Britania durante los primeros años del reinado de Adriano, (117-119).
Vamos ahora con otros datos epigráficos que han puesto en duda ese final de la legión, y que son las carreras militares de estos oficiales que sirvieron en la IX Hispana en fechas posteriores:
L. Emilio Caro, tribuno laticlavii (o primer tribuno) de la legión a mediados de la década de los años 20 del siglo II.
L.Novio Crispino, laticlavii que sirvió en la legión no antes del 130 d.C.
Annio Sextio Florentino, legado de la IX en el año 123
M. Cocceio Severo, que sirvió como primipilo (el centurión de la primera centuria de la primera cohorte de una legión romana) de la unidad hacia el año 126 d.C.
Esto rebate de nuevo la idea de la desaparición de la IX Hispana a principios del reinado de Adriano en Britania y prolonga su existencia varios años más.
De ahí que los historiadores hayan buscado algún otro escenario histórico en el que ubicar la desaparición de la legión, situado entre el año 107/108, en el que poseemos la última información
Emblema contrastada de su existencia, y el año 162, fecha en la que se erigió en Roma una inscripción con la relación geográfica de las 28 o 30 legiones romanas que estaban en activo en aquella época, y en la que no figuraba ya la Legio IX Hispana.
Uno de estos escenarios sería la rebelión judía de Bar-Kojba, (132-135), que obligó al emperador Adriano a desplazar unidades militares de otras provincias a Judea para hacer frente a los rebeldes, otorgando la dirección de las operaciones al Gobernador de Britania, Sexto Julio Severo.
Este reunió un fuerte ejército, superior incluso al comandado por Tito sesenta años antes. Dado el elevado número de sus oponentes, Severo, procuró evitar una batalla campal, prefiriendo aislar y eliminar a pequeños grupos y las poblaciones en las que podían hallar ayuda.
En el verano de 135 los sobrevivientes se retiraron a la fortaleza de Betar, que fue sitiada y tomada el 9 de agosto de 135.
Las pérdidas romanas fueron muy grandes, incluida la Legio XXII Deitoriana,
destrucción de Judea fue inconmensurable. Según Dion Casio, murieron 580.000 judios, incluyendo las víctimas civiles, y 50 ciudades y 985 aldeas fueron arrasadas.
Los sobrevivientes se dispersaron por todo el mundo y Jerusalén fue arrasada. En su lugar se levantó una ciudad greco-romana llamada Aelia Capitolina.
Una nueva hipótesis sobre el final de la IX Hispana se generó tras el descubrimiento