El Palacio de la antigua Capitanía General de Aragón, al que tantas veces acudimos para disfrutar de actos oficiales, institucionales y culturales, cumple este año su 125 aniversario.
Con tal motivo, la Comandancia Militar de Zaragoza y Teruel organizó, el pasado 22 de noviembre de 2018, en la capital aragonesa, una conferencia titulada «EL ANTIGUO PALACIO DE LA CAPITANÍA GENERAL DE ARAGÓN HA CUMPLIDO 125 AÑOS», impartida por el Coronel Luis Arcarazo García, en el Salón del Trono, a partir de las 19.00 horas.
Entre el público asistente se pudo ver a diversos mandos militares, varios generales en la reserva y representaciones de algunas asociaciones y hermandades vinculadas con las Fuerzas Armadas. Los Reales Tercios de España estuvieron representados por Manuel Grao Rivas, Jefe de Relaciones Institucionales del Tercio Norte «General Aranda».
El Comandante Militar de Zaragoza y Teruel, GB. Carlos Jesús Melero Claudio, abrió el acto dando la bienvenida a todos los asistentes y cedió la palabra seguidamente al comandante Cardiel para que hiciera la presentación de la conferencia y de su ponente.
Luis Arcarazo nació en Barbastro, Huesca, el 9 de septiembre de 1959.
Cursó sus estudios de medicina en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza entre 1972 y 1978. Es médico especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, Doctor en Medicina y Coronel Médico del Cuerpo Militar de Sanidad.
En la actualidad ostenta el puesto de Jefe de Sanidad de la Academia General Militar de Zaragoza.
Presentó su tesis doctoral «Asistencia Sanitaria Pública en el Aragón Rural entre 1673 y 1750: conducciones sanitarias de Barbastro«, el 21 de julio de 2006.
De sus publicaciones podemos citar los siguientes títulos: «Barbastro y su partido durante la Guerra de la Independencia«; «El Santo Hospital de San Julián Mártir y Santa Lucía y otros Hospitales de Barbastro«; «La Asistencia Sanitaria en Zaragoza durante la Guerra de la Independencia española (1808-1814)«; «Asistencia Sanitaria Pública en el Aragón Rural entre 1673 y 1750: conducciones sanitarias de Barbastro«; «Academia General Militar 90 años de presencia en en Zaragoza«.
Ha colaborado en numerosas publicaciones y obtenido varios premios, entre los que destacamos los siguientes: Premio Caballero Laureado Coronel Médico Don Urbano Orad y Gajias; Premio Literario de la Asociación Cultural Los Sitios de Zaragoza, del año 2004; Premio Fidel Pages, al trabajo La Asistencia Sanitaria en Zaragoza desde el siglo XVIII en los hospitales militares.
La conferencia comenzaría, nos informó el comandante Cardiel, con una contextualización del momento histórico en que se construyó el edificio de la Capitanía General, el estado del Ejército y los intentos por modernizarlo.
A continuación se explicaría cual era la situación de la economía nacional a finales del siglo XIX y en particular la de Aragón, para pasar a la configuración urbana de Zaragoza y sus planes de expansión , que darán lugar a nuevas zonas urbanizables en donde se levantará el edificio de Capitanía. También nos hablaría el ponente de la implantación de la Capitanía General de Aragón, en 1711, y las diferentes sedes que tuvo, porque Zaragoza fue la última capital en tener una sede propia para su capitanía.
Una vez concluida esta primera parte, el conferenciante abordaría la construcción del palacio, su complicada planta, los ingenieros militares que lo levantaron, descripción de cada planta con sus dependencias originales, fachadas, materiales utilizados y el higienismo que marcó la pauta a los ingenieros que lo diseñaron, como son el suministro de agua, calefacción, evacuación de aguas negras o la propia iluminación.
Posteriormente se describirían con más detalle los colores principales y su estupenda decoración, así como la magnífica escalera presidida por el General José de Palafox. Para concluir comentaría el conferenciante el uso actual que tiene el edificio tras el traslado de la Capitanía a Barcelona, así como las últimas obras efectuadas y la apertura a la ciudad por medio de exposiciones, conferencias y presentaciones de libros. Actividades abiertas para que los vecinos de Zaragoza puedan visitar y conocer uno de los edificios más característicos, construidos a finales del siglo XIX, junto a otros que han configurado su identidad urbana, como han sido el Paraninfo y el Matadero,
Tomó la palabra el coronel Arcarazo e inició la presentación de su ponencia con las siguientes palabras: «Están ustedes en uno de los edificios más singulares que tiene Zaragoza, un edificio cargado de historia. En el siglo XIX, que es cuando se construyó, la situación política fue fatal para España.
Empezó con la Guerra de la Independencia. La ganamos pero Napoleón se vengó de nosotros y nos devolvió a Fernando VII, que fue desastroso, una desgracia como otra cualquiera. Como muere sin descendencia masculina, al designar a su hija Isabel como reina, el hermano del rey, Carlos María Isidro, se cree con el derecho de aspirar al trono, y gracias a este caballero tuvimos tres guerras carlistas, con lo cual el país no se terminaba de recuperar nunca«.
En 1868 la reina Isabel II es derrocada. Entonces se intentó cambiar la monarquía, se trajo a Amadeo de Saboya pero todos los españoles lo consideraban un extranjero, con lo cual el hombre, aburrido, se tuvo que ir de España porque el padecimiento fue completo.
A partir de aquí viene la I República, que también fue un período muy complicado que no terminó de cuajar y a lo que llevó fue a un golpe militar, (Martínez Campos), y él se plantea volver a traer a los Borbones, que estaban exiliados. Viene Alfonso XII, que era hijo de Isabel II, e intenta recuperar la restauración borbónica.
La verdad es que esto fue un acierto. Cánovas, con su partido, creó un Estado liberal parlamentario, dio estabilidad política y el país, después de tantas guerras y tantos problemas, se equilibró un poco. Empezamos con aquel turno que iban haciendo los partidos, liberal y conservador. Se iban turnando, a todos los que no eran monárquicos los dejaban fuera del ambiente político y la cuestión medio se resolvió algo.
En este período de la restauración es cuando se construye este palacio de Capitanía.
En 1885 falleció prematuramente el rey y durante la regencia de María Cristina es cuando se desarrollaron fundamentalmente las obras del palacio. Era la única capitanía que no tenía sede propia y había estado de alquiler, lo cual era una cosa curiosa.
En este período histórico el Ejército se había quedado muy anticuado en todos los sentidos. Se estaba poniendo la vista en ejércitos europeos, más modernos, y se intenta actualizarlo. Se eligió como ministro de la Guerra al General Cassola, que vino con muy buenas intenciones, pero aquello tampoco salió bien. Él, primero, quería imponer un Servicio Militar Obligatorio a todo el mundo, sin que hubiera redenciones pero, finalmente, al servicio militar solo iban los pobres, los desgraciados y los de los pueblos.
Quería crear un ejército moderno, con su Estado Mayor, suprimir un problema gravísimo que era la dualidad de ascensos, el ascenso por antigüedad y el ascenso por méritos de guerra, que creaba continuos conflictos, y quería crear el banco militar de préstamos, porque la situación de los militares y sus sueldos era muy precaria. Pero todas aquellas intenciones no llegaban a nada porque , como de costumbre, había corporativismo dentro del ejército, y sobre todo por la burguesía, que no quería que sus hijos fueran al servicio militar y los mandaran a las colonias, a morir en Cuba, las Filipinas, o el Norte de África. El momento en el que se construye el palacio es un momento económico bastante decente, porque la situación económica internacional había mejorado bastante y los capitales extranjeros habían venido a invertir en España, en fábricas e infraestructuras de ferrocarriles.
España era un país eminentemente agrario y estaba instalado en lo que se llamaba el inmovilismo agrario. Aragón, dentro del entorno nacional, estaba un poco peor que los demás. Siempre tuvo problemas demográficos, desde el siglo XVIII, y en este momento Aragón perderá mucha parte de su población porque la gente de los pueblos, donde malvivían y no tenían trabajo, empezó a irse a las ciudades que es donde empieza a haber fábricas y trabajo. Zaragoza va a acaparar buena parte de aquel movimiento de los vecinos de los pueblos y se pondrá casi en cien mil habitantes, cosa inaudita, y como consecuencia, esto llevó a la creación de nuevos barrios.
La industria en Aragón se concentraba sobre todo en Zaragoza y en su entorno, pero era una industria relacionada con la agricultura. Había harineras, alcoholeras, azucareras, conserveras, fábricas de herramientas para el campo, textiles, y algo de siderurgia pero muy poco. Los servicios ferroviarios aragoneses siempre habían sido precarios, deficientes y escasos. Hay un momento en el que los burgueses aragoneses, y sobre todo zaragozanos, quieren, de alguna manera, proyectar Zaragoza y van a hacerlo por medio de exposiciones. Va a haber una exposición, la de 1868, que se llama Exposición Aragonesa Agrícola e Industrial, que se hizo precisamente en esta plaza de Aragón.
El ayuntamiento lo que hace es urbanizar esta zona, crea una glorieta ovalada, con unos pabellones, y en torno a esta glorieta se organiza la exposición. Una vez terminada la exposición esos terrenos serán vendidos a particulares y el Ramo de la Guerra adquirirá tres parcelas para construir este edificio.
Hubo otra exposición, la de 1885, que tuvo lugar en lo que luego sería el Matadero, y que hoy en día es un centro cultural, y coincide con la inauguración de la primera línea de tranvía, todavía de tracción animal, que unía la Plaza de España con el Matadero precisamente.
Por lo menos estuvieron treinta años aquellos tranvías de mulas funcionando por Zaragoza.
¿Cuál es la configuración urbana de la ciudad cuando se construye este edificio?.
Durante el siglo XIX Zaragoza no había crecido nada porque como consecuencia de los combates dentro de la ciudad y los bombardeos de los Sitios de 1808 y 1809, la población no crece porque tiene tal cantidad de ruinas y casas deterioradas que todo el siglo es reconstruir, rehacer o aprovechar algún convento demolido para esponjar la ciudad.
Zaragoza sigue siendo una ciudad medieval, con murallas, tapias, callejones muy estrechos y edificios muy vetustos. Hay una burguesía zaragozana que ha viajado, que conoce otras capitales, y que ha visto lo que Haussmann hizo con Paris; esponjarlo y crear avenidas amplias, casas nuevas y modernas. Zaragoza tenía un aspecto medieval muy feo, que no les gustaba y entonces esta burguesía empieza a exigir infraestructuras; queremos agua corriente, queremos alcantarillas, queremos iluminación en las calles, queremos basureros…
Aquel ímpetu es el que va a dar lugar a dos actuaciones de las que hoy en día estamos disfrutando estupendamente, la calle Alfonso y lo que entonces se conoció como el Salón de Santa Engracia.
La calle Alfonso fue unir el Coso con la plaza del Pilar. Allí había casas, calles y callejones, pero tiraron por el medio y unieron el centro de la ciudad con la plaza, algo que fue una obra tremenda. Y con el Salón de Santa Engracia abordaron el problema existente de que todo el entorno de casas que había alrededor de Santa Engracia, hasta la actual plaza de España, había quedado también muy afectado por los combates de los Sitios. Se planteó directamente demoler todo eso y hacer una avenida amplia, para que entrase la luz y el sol, y se puso un boulevard central para que la gente pudiera pasear.
Además, fijándose en la calle Rivoli de París dijeron, vamos a levantar edificios con soportales para proteger al viandante de las inclemencias, vamos a favorecer que haya tiendas y que la gente pueda pasear y comprar sin el problema de los carros y caballerías.
El diseño, de 1851, es de José Segundo de Lema, y muy poco a poco van a empezar a demoler y van a empezar a levantar el lado de la derecha, desde la plaza de España. La plaza de España se construye encima de los solares del Hospital de Nuestra Señora de Gracia y del convento de San Francisco. En la época de Los Sitios no existía la plaza de España, allí estaba la Cruz del Coso, famosísima por muchos combates. Aquellos últimos combates dieron al traste con estos dos edificios que quedaron prácticamente deshechos.
Hicieron allí una plaza y le dieron salida por el Salón de Santa Engracia, para lo cual hubo que demoler. También se desmontó la Puerta de Santa Engracia, que estaba a la altura del edificio de correos y telégrafos y se adelantó al final del paseo de la Independencia. A continuación se hizo una glorieta en unos terrenos que eran rústicos para que la gente pudiera pasear con comodidad.
Esto fue una obra larguísima porque los porches no llegaron hasta 1882 a completar el lado derecho del paseo de la Independencia. En el lado izquierdo, los últimos porches se construyeron en los años 69-70, cuando se levantó Galerías Preciados, donde había un convento de monjas.
Esta glorieta se llamó de Pignatelli porque se puso el bronce de Ramón de Pignatelli, en 1859, pero en 1904 deciden trasladarlo al parque Pignatelli y aquí se va a poner el monumento al Justicia. A partir de este momento se va a llamar Plaza de Aragón.
Esa burguesía, con estas exposiciones, consigue que Zaragoza empiece a cambiar un poco, que tenga un Matadero moderno, que es un edificio fantástico, van a construir el Paraninfo, que se construye a la vez. El Paraninfo es, posiblemente el paradigma de los edificios higienistas de la época. Él va a servir de ejemplo para el resto de colegios, institutos, y de la Academia General Militar.
También es el momento en que se construye el antiguo ayuntamiento. En una diapositiva de 1860 vimos cómo se intuye el paseo de la Independencia, se aprecia el óvalo de lo que era la glorieta, en medio del campo porque ahí se terminaba Zaragoza, y el Huerva que se ve a la derecha.
El crecimiento de Zaragoza comienza a finales del siglo XIX, pero sobre todo a comienzos del siglo XX es cuando empieza a salir del entorno aquel de la Zaragoza medieval. Son importantísimos Dionisio Casañal y Ricardo Magdalena, porque ellos van a preparar una expansión de la ciudad por el sur, es decir todo lo que era la subida al monte de Torrero.
Van a construir Sagasta, que va a ser un paseo moderno, con un boulevard central y casas modernistas. Desgraciadamente el ayuntamiento, no nos engañemos, ha sido mucho peor que Los Sitios a la hora de tirar monumentos. La Torre Nueva no la tiraron los franceses, la tiramos nosotros, y así sucesivamente los edificios modernistas fueron cayendo uno detrás de otro. Este fue un paseo importante al que muchos burgueses fueron a vivir, a casa modernas, cómodas e higiénicas.
También se cubrió el Huerva y se construyó la Gran Vía, que ha sido y sigue siendo una zona importantísima, con un boulevard central, y luego se construyó el paseo de pamplona, que era la ronda de la muralla, y que se construyó también con un boulevard.
Al mismo tiempo se construyeron los barrios de los obreros porque aquella cantidad de gente que venía a trabajar empezaron a buscar casa en barrios como el de las Delicias, la Química, y alrededor de las estaciones de trenes. Ahí es donde se va a localizar el crecimiento. Después de esta excelente ambientación, el coronel Arcarazo continuó la conferencia hablándonos de la Capitanía, una institución creada por Carlos II en 1696. Aquí a Aragón llegará en 1711, cuando perdimos la Guerra de Sucesión y el Rey Felipe V nos quitó los Fueros y nos igualó al resto, a Castilla concretamente. En 1711 llegará el primer Capitán General de Zaragoza, con la particularidad de que, aparte del mando militar, tiene también el mando de la Real Audiencia, que es el poder civil que tiene Aragón, porque el rey no se fiaba lo más mínimo de nosotros.
El Capitán General se aloja en la Aljafería, bien porque era el único sitio digno, o bien porque quería estar en un castillo, defendiéndose por si acaso. Pero claro, el Castillo de la Aljafería en aquel momento estaba muy lejos, no estaba en la ciudad. Seguramente, Carlos III, en 1760, ya no ve ningún riesgo en los aragoneses y lo que hace es traer a la ciudad al Capitán General y entonces utiliza la Casa de los Gigantes, lo que es la Audiencia. Allí va a estar la Capitanía hasta que termina la Guerra de la Independencia, cuando el General Palafox la lleva al Palacio de Sástago.
Entonces empieza una tourné por Zaragoza, de palacio en palacio, de casa en casa, siempre además de alquiler, nunca era propia.
Aquí había muchísimas instalaciones militares pero no debían ser adecuadas. La vemos en el Camón Aznar, en el Palacio de los Condes de Argillo, en el Coso 59, en la Plaza de Santa Engracia, y en 1888, cuando ya está en obras este edificio, se vienen a la casa de al lado, para que así, a la hora del traslado, únicamente tenían que dejarse caer.
Luego, sobre la guarnición, el coronel Arcarazo nos dijo lo siguiente: «Yo estuve mirando unos documentos, consultando este archivo antes de que nos lo quitaran. Anualmente se pasaba una revista a todas las instalaciones militares de la Región Militar, y cuando cogí la documentación de Zaragoza quedé muy sorprendido de la gran cantidad de cuarteles que había, lo cual no significa que hubiera una gran guarnición. Aquí quiero hablar del coronel Francisco Velza y Ruiz de la Fuente. Lo conocí cuando ya estaba jubilado, había sido durante la guerra, provisional, luego estuvo en la Escuela de Transformación. Aquí en Zaragoza con el Coronel Amado Loriga, del que tenía muy mal recuerdo. Estuvo muchísimos años trabajando sobre la historia de Capitanía y publicó muchas cosas interesantes hablando de los viejos cuarteles de Zaragoza en la revista Moncayo, que era la de Capitanía de Aragón y que pasó a ser Pirineos cuando la llevaron a Barcelona«.
«A finales del siglo XIX solo había dos auténticos cuarteles construidos para ser cuarteles. El del Cid, que era un cuartel de caballería que estaba al lado de la Plaza de Toros, y del que todavía quedan restos, y el Cuartel de Convalecientes, que era un cuartel que había construído el ayuntamiento cansado de que cuando llegaba una Unidad a Zaragoza no se sabía donde ubicarla. Se llama Convalecientes porque estaba en la calle Convalecientes, hoy calle Madre Rafols, Al final, ese cuartel se permutará por el Cuartel de la Victoria, y terminará siendo el Cuartel de Pontoneros Sangenís, que todos hemos conocido funcionando y del que todavía quedan bastantes restos«.
«En la Aljafería, que era el castillo de los Reyes, la Reina Isabel II mandó hacer dos cuarteles; el del Príncipe Alfonso y el de Santa Isabel, en el que estaban alojados el Regimiento de Infantería Gerona 22 y el Galicia 19, y además era cárcel militar. El resto eran conventos desamortizados, transformados en lo que fuera. En Santa Engracia por ejemplo, al lado de la torre de la izquierda, está la impronta con el muro, del cuartel que había ahí. Era puesto de vigilancia principal y estaba el Regimiento de Infantería Aragón 21. Este cuartel lo permutará el ayuntamiento por el Penal de San José, lo que había sido el convento de San José, un reducto importante durante Los Sitios de Zaragoza, porque el ayuntamiento lo que quería era tirar ese cuartel y hacer la replazoleta que hoy conocemos«.
El Parque de Intendencia se ubicó en San Agustín, en lo que es ahora el Centro de Historia. El Hospital se quedó en el convento de San Ildefonso donde había estado. El convento de San Lázaro, al lado del puente de Piedra, se transforma en puesto de guardia y en 1900 en Caja de Reclutas. En el parque de las Casas del Canal, en Torrero, se construye el Cuartel de Castillejos. Allí, en 1893 había tres Escuadrones de Cazadores de Castillejos y un Escuadrón, el 18º, de Caballería.
En Convalecientes, que en su día se permutó por lo que es el Parque de Bomberos, siempre ha estado Ingenieros. El Cuartel de Trinitarios estaba en María Agustín, donde ha estado el ISFAS muchos años. El de Hernán Cortés era un cuartel que iba desde Hernán Cortés hasta Doctor Cerrada y era de Infantería de Montaña, algo chocante aquí en Zaragoza. Sementales, enfrente de San Agustín, al lado del Parque Bruil.
El Cuartel del Carmen era un monstruo de cuartel, de Artillería Montada, que iba desde los actuales cines Cervantes y Quijote, hasta la Comandancia de la Guardia Civil.
El de la Victoria, ya hemos dicho que se permutó y ahí está el museo de los bomberos. Capitanía andaba dando vueltas por Zaragoza, y el Gobierno Militar estaba aquí detrás, en Casa Jiménez, que se conserva el edificio tal cual, ya que el ayuntamiento se hizo con él y la verdad es que hizo muy pocas modificaciones. Luego estaba la Salitrería, que estaba en la calle Pignatelli, y allí estaba el Parque de Artillería.
Por fin llegamos al Palacio de Capitanía. El Ramo de la Guerra, cuando el ayuntamiento vende estos solares del entorno de la Glorieta Pignatelli, quería comprar cuatro solares, formando una especie de media luna, pero las gestiones fueron tan lentas y tan mal llevadas que un vecino se adelantó y compró el solar de al lado. En 1877 se compran los terrenos y se pagan, en total 1310 metros cuadrados, pero de un solar tremendamente irregular. Se encarga a un oficial de Ingenieros, Carlos Vila, que redacte el proyecto y que lo vaya preparando. Todo eso se lo debemos al comandante Vila, porque aunque él no lo terminó, lo que hicieron después es cumplir los planos.
Las obras empezaron rápidamente a pesar de todo. En 1879, sin Primera Piedra, sin Banda de música ni nada, directamente pusieron unos cañizos, cercaron el solar y empezaron a trabajar. Lo primero que hicieron fue la valla, porque el ayuntamiento había impuesto varias condiciones.
Primera: todos los edificios tendrían una valla, que sería igual para todos; un jardín y la construcción retranqueada, porque a la glorieta había que darle oxígeno y
no querían hacer una especie de patio cerrado. Entonces se hizo primero la valla, con piedra blanca de Tafalla, por la empresa Rodón Hermanos, que se aprecia muy bien en el precioso dibujo del comandante Vila.
Para hablarnos de Capitanía, nuestro ponente había recogido también los comentarios que dejó escritos Manuel García Guatas, y nos dijo:»Yo no me había imaginado que Capitanía era pentagonal, hasta que cogí los planos de la Comandancia de obras. El comandante Vila lo que hizo fue diseñar una fachada que es una pantalla que tapa completamente el resto del edificio de forma que parece un edificio regular». El que termina el edificio es Gómez Pallete, que está encantado de trabajar en este edificio y dice: «el nuevo edificio se mantendrá siempre a la entrada más bella de Zaragoza, y su elegante fachada recordará, a cuantos visiten, la muy Noble, Leal, muy Benéfica y siempre heróica Cesar Augusta.»
Intervinieron varios ingenieros militares porque fue una obra de 14 años y fueron pasando el Comandante Vila, después vino el Coronel Francisco Rizzo, el Teniente Coronel Honorato de Saleta, que es el que pone la cubierta en 1889, y el último Gómez Pallete, que es al que le toca decorar los interiores, donde se esmeró. Todos hemos subido por la fantástica escalera con el bronce del General Palafox, que no estaba en el proyecto original, y justo es mencionar también a Dionisio Lasuén.
Las obras fueron muy lentas, siempre por falta de presupuesto. Se escatimaba el dinero hasta tal punto que algunas cosas se proyectaban en cartón piedra, como pudo ver el conferenciante en la comandancia de obras. Un ejemplo es el frontón superior, aunque luego no se haría así. A pesar de ir escatimando de forma ruín, el edificio costó 763.000 pesetas, lo cual en aquel tiempo era un dineral.
En una foto publicada por el Coronel Pallete en el libro que escribió pudimos ver el aspecto fantástico que tenía el Palacio de Capitanía cuando se inauguró, el 14 de junio de 1893, sin balcones ni miradores.
Tampoco tenía sótanos todo el edificio, debido a las diferentes alturas del solar. Los sótanos estaban en la plaza Aragón, en la fachada del paseo Pamplona y en la calle Ponzano, antes llamada de la Victoria, o Valencia. El resto del edificio no tiene sótanos.
Hay un patio central grande, que tiene un pozo, y que recogía las aguas de lluvia. Luego hay tres fosas sépticas, porque no se contaba con alcantarillas que recogieran las aguas negras. Una estaba a la izquierda, fuera del edificio, en el paseo Pamplona, otra grande en la calle Ponzano y la tercera en lo que era el patio de caballos.
El edificio tiene un túnel central que lo atraviesa de un lado a otro porque una condición, sine qua non, que le pusieron al comandante Vila era que el Capitán General tenía que salir con su coche de caballos desde dentro del edificio, lo cual trastocó por completo la situación de la escalera principal, que está lateral, creando un problema tremendo. Entrando por el portón grande de la calle Ponzano, y a mano izquierda, lo primero que nos encontramos son unas escaleras discretas que suben a los dos pisos. Un poco más adelante hay otras escaleras que suben a un entrepiso que es donde estaba el Estado Mayor y todas sus secciones. Si seguimos un poco más nos hallamos con el patio, que era de suelo de tierra y tenía un abrevadero. A continuación hay un giro; a mano derecha hay otra escalera que sube al E.M.; a mano izquierda nos encontramos con la escalera principal del edificio, y un poco más adelante todas las dependencias del Capitán General, su despacho, los de sus ayudantes, una sala de reuniones, y al final hay un saloncito que es donde está la escalera de caracol que unía y une lo que es el despacho del Capitán General con su pabellón. Es una escalera fantástica, pero esa no se visita.
Abajo había dos cuadras; una cuadra grande para el Estado Mayor y una cuadra pequeña para los caballos del coche del general, y una cochera.
Subiendo por la escalera principal llegamos a la planta noble, la planta principal del edificio, y el lugar donde nos encontrábamos ahora se llamaba el Salón de Corte, que quiere ser una copia del Salón del Trono del Palacio Real, de Madrid. A derecha e izquierda hay dos salones que sirven de apoyo a este salón principal. Todos los actos importantes se desarrollaban aquí. Si era un baile, por ejemplo, tenían el salón de la izquierda para dejar ropas de abrigo, o directamente para asientos. El salón de la derecha, aunque tenía varios nombres según el plano que se consulte, el último fue el de Smoke, y se destinaba para fumadores. Luego hay una habitacioncita que da al famoso mirador, hecho en 1928 para que el Capitán General pudiera ver bien a las tropas mientras hacían la instrucción, camino de Torrero. El resto de la planta son el pabellón del Capitán General, habitaciones para sus servidores, la cocina y una serie de dependencias. En el piso de arriba lo que había era tres pabellones para el Estado Mayor.
Hay tres fachadas y dos chaflanes. La fachada principal es de piedra blanca de Tafalla, se ordena en tres cuerpos, divididos en dos pisos, y el piso central está concebido como un Arco de Triunfo, con dos aberturas, a nivel de calle y a nivel de primera planta, y finalmente el frontón. La fachada del paseo Pamplona y la posterior de la calle Ponzano son similares. Son fachadas de ladrillo, aunque luego veremos que no tanto, y tienen algo de decoración en las jambas y dinteles de las puertas y ventanas. El Escudo lo vemos en los planos originales con la Corona Real, el Escudo de España y las banderas, luego se le añadirían más cosas. El escudo que todos conocemos es el metálico y es un escudo que ha sufrido lo indecible, por la climatología y los cambios políticos.
Tiene agujeros de tornillos que han quitado, piezas arrancadas, cambios que se le han hecho, y uno de los leones se había caído.
¿Qué materiales se usaron en este edificio? Higienistas. Hay que pensar que se estaba entonces en un momento en que el higienismo se ha empezado a imponer. El edificio de enseñanza higiénico por excelencia es el Paraninfo, hecho con hierro, ladrillo y cemento, con ventanas grandes, con buena iluminación y ventilación, con agua corriente y alcantarillas. El edificio de Capitanía tiene buena parte de eso, con la novedad de que se utilizaron vigas de hierro para hacer los forjados de los suelos, lo cual fue novedoso entonces.
El edificio está construído con piedra blanca de Tafalla, piedra negra de Calatorao, y hay unos mosaicos de Nolla. Hay mármoles de muy diversos lugares; el negro venía de Bélgica; el blanco, de Italia; el verde, de los Alpes; el rojo, de Azpeitia; el gris de Bardiglio…
Se utilizaron maderas nobles, caoba, roble y nogal en las puertas y contraventanas principales y madera de pino en las puertas de otros sitios. Los herrajes son de tonos latón y son estupendos. Hay estucos, y papeles de fábrica francesa para los empapelados. En cuanto a la fontanería, hay que tener en cuenta el problema de que no llegaban aquí las alcantarillas de Zaragoza. Entonces no quedó más remedio que hacer fosas sépticas, que no es un pozo negro. Un pozo negro es un agujero al que van las deyecciones y demás, y en un momento dado se colapsa y hay que limpiarlo. La fosa séptica es un sistema que autodigiere el material sólido y luego suele tener unas tuberías fenestradas que difunden el agua por el terreno. Se pusieron retretes con cisterna, cuando todavía eran retretes de cubo de agua. El agua venía del suministro de Zaragoza, que era del Canal Imperial a través de los depósitos de Torrero, en el Parque Pignatelli, pero el agua se distribuía muy mal y no llegaba a los pisos altos.
Aquí, debajo del tejado pusieron tres depósitos de 500 litros, unidos, que aportaban agua durante el día y se rellenaban poco a poco por la noche. Había dos abrevaderos y una fuente. El abrevadero principal, muy bonito, de mármol, estaba en el patio principal, había otro en el patio de caballos y una fuente en un patio pequeño, que era el cuerpo de guardia. Además de esto había diferentes puntos de agua en los jardines, para regar.
Zaragoza tenía ya luz eléctrica pero la empresa que la fabricaba no tenía potencia para poder iluminar este edificio. Entonces no les quedó más remedio que contratar con gas ciudad, el gas de toda la vida, y poner una instalación muy complicada de tuberías de plomo y quemadores. Se pusieron 212 palomillas, de las que afortunadamente se conservan buena parte. Las lamparas de los salones principales son las originales y las de la escalera también. Son quemadores de gas transformados a luz eléctrica, y todavía se pueden ver las llaves del gas. También había palomillas en la fachada para iluminarla, lo cual debía de ser digno de ver.
Estuvieron más de treinta años iluminándose con gas porque la Capitanía de Aragón, hasta el año 1927, no empieza a contratar con las compañías eléctricas poner luz en los cuarteles, incluida Capitanía.
Querían poner calefacción eléctrica pero, debido al mismo problema de la iluminación, decidieron construir 23 chimeneas y caloríferos. Dos de esas chimeneas, las de los salones de al lado, son estupendas, de mármol, y luego las hay mucho más sencillas para madera y bog.
Este palacio tenía 12 escaleras, grandes, medianas y pequeñas. Las principales son; una escalera en espiral, no de caracol, hecha de hierro fundido y madera de nogal; otra que sube a los dos pisos y que tiene un pasamanos a la francesa; la escalera principal, de mármol en un tramo y luego a dos manos, que está iluminada de día por una claraboya. La escalera está fuera del eje del edificio por lo que se ha comentado del coche del Capitán General. Hay que hablar de la estatua del General Palafox, que la preside. No estaba en el proyecto original, esto se les ocurrió después. Dionisio Lasuén hace esta estatua que representa el 4 de agosto de 1808.
Estamos en el Primer Sitio de Zaragoza. La ciudad está muy dañada por los franceses y el General Verdier manda una nota diciendo: «Paz y capitulación«, y el Capitán General, Palafox, le contesta «guerra y cuchillo«.
En la estatua, la bota derecha del General Palafox está pisando la nota del general francés, y en la mano derecha tiene la contestación que le da al mensajero, para su entrega. Se fundió en la Fábrica de Artillería de Sevilla, y se pedía hacerla de bronce, luego se quiso que fuera de bronce pero de cañones de la Guerra de la Independencia, pero además, después, que fueran de cañones que estuvieran en Zaragoza, lo cual era pedir demasiado. La cuestión es que la estatua es de bronce, ganó un premio antes de venir a Zaragoza, y preside la escalera principal.
El Salón del Trono mide 24 metros de largo, 7.5 metros de ancho y 8 metros de alto. Está desproporcionado y lo que hizo el comandante Vila, para disimularlo, hacer tres partes separadas por las vigas y las falsas columnas, de forma que no es todo salón continuo sino que está compartimentado.
Luego hizo este techo tan fantástico, que se reproduce en el suelo, con la estrella de ocho puntas. En el salón son todo bronces, dorados, y maderas nobles pero, como había escasez de dinero, la mitad es de mentira. Lo que está hasta la altura de los ojos son efectivamente bronces, dorados y maderas nobles pero desde la mitad hacia arriba es staf, una técnica, a base de yeso y lienzo que lo modelaba todo, que luego se pintaba y se doraba, que una empresa de San Sebastián dominaba muy bien y que aplicó aquí con un resultado magnífico.
El salón de la izquierda está decorado de forma muy similar pero tiene algo especial que son los tapices. El coronel Pallete no tenía dinero y se fue a Madrid para hablar con un artista muy famoso, que era Luis Taberner. Tuvo una conversación secreta con él y, no se sabe cómo, logró convencerlo para que le hiciera, prácticamente sin dinero, los siete tapices. El principal es el que está sobre la chimenea y representa a Alfonso el Batallador. Luego el otro salón, el de fumadores, cuenta con un magnífico mobiliario, que es de la época casi todo.
Lo más sorprendente del palacio son algunas cosas salidas a la luz a la hora de efectuar reparaciones en el edificio, por ejemplo los balcones, que no figuraban en el proyecto original y que hubo que reparar al cabo de 81 años y unirlos con soldadura eléctrica a las vigas del suelo. La que más nos llama la atención es que durante una intervención de limpieza con lanza de arena efectuada en 2007 en la fachada de la calle Ponzano, se abrió un boquete que dejaba al descubierto adobes en la fachada de ladrillo. En el patio principal, y con motivo de obras de reparación por humedades en el Archivo General, del paseo Pamplona, se descubrió un pozo de treinta metros de profundidad hecho para recoger las aguas de lluvia, que con el tiempo se había colmatado e impedía que las canaleras tragasen agua.
La pintura de las paredes del patio, la intervención en la cubierta de cristal, primero proyectada en el primer piso y luego subida al segundo, así como las actuaciones en las cuadras del edificio, remodeladas y adaptadas ante el traslado de la Jefatura de Intendencia, son otras peculiaridades del edificio sobre las que nos habló extensamente el coronel Arcarazo, a quien siempre es un placer escuchar por lo amena, y muy documentada forma, de presentar sus conferencias.
A nosotros, únicamente nos resta felicitar a la Comandancia Militar de Zaragoza y Teruel por la feliz iniciativa de organizar esta magnífica conferencia que nos ha ayudado muy mucho a conocer mejor el Palacio de la antigua Capitanía General de Aragón al que siempre acudimos con gran placer para disfrutar de su intensa actividad cultural.
Diapositivas: L.A. Arcarazo 10