El pasado 19 de septiembre de 2018, justo 24 horas después de haber asistido a la conferencia «Los Ramírez Reyes de Aragón», en la Real Maestranza de Caballería de Zaragoza, volvimos al Salón de Tenientes de este bello palacio renacentista aragonés del siglo XVI para disfrutar de otra magnífica conferencia, titulada en este caso «Saraqusta y su fama en Europa» impartida por el prestigioso profesor Guillermo Fatás Cabeza.
Al igual que la anterior, forma parte del Ciclo Cultural de Otoño 2018 presentado por la Real Maestranza de Caballería de Zaragoza, centrado a su vez en la conmemoración del IX Centenario de la Reconquista de Zaragoza.
La conferencia había despertado gran interés y la asistencia de público fue muy numerosa, al punto que fue necesario aumentar la capacidad del salón para acoger a todas las personas que nos habíamos dado cita en la llamada Casa Donlope para escuchar al profesor Guillermo Fatás. Asistieron, entre otras, las siguientes personalidades: Fernando García Vicente, anterior Justicia de Aragón; Concepción Valenzuela y Elorz, marquesa de Huarte, y Pedro de Sancristóval y Múrua, conde Isla.
Dando inicio a la sesión, el Teniente de Hermano Mayor, descubrió el retrato de Felipe VI, que preside todas las sesiones de la Real Maestranza de Caballería de Zaragoza, mientras todos los asistentes puestos en pie presentábamos nuestros respetos a Su Majestad.
A continuación Luis Navarro pronunció unas palabras en las que dijo lo siguiente: «Es un honor para mí como Teniente de Hermano Mayor de la RMCZ recibirles hoy en nuestra casa para asistir a la segunda conferencia de nuestro Ciclo Cultural Otoño de 2018. El título de la conferencia que tenemos hoy es Saraqusta y su fama en Europa y el ponente de la misma es Guillermo Fatás Cabeza«.
Seguidamente dio lectura a un breve resumen de la muy rica carrera académica del profesor, que reflejamos aquí:
Guillermo Fatás Cabeza es catedrático emérito de la Universidad de Zaragoza; académico correspondiente de la Real Academia de Historia, y académico de honor de la aragonesa Real Academia de Bellas Artes de San Luis. Fue vicerrector de la Universidad de Zaragoza; decano de su Facultad de Filosofía y Letras; director del Colegio Universitario de Huesca; director de la Institución Fernando el Católico, y director del periódico Heraldo de Aragón en el período 2000-2008. Está en posesión de la medalla de plata de la ciudad de Zaragoza; premio Aragón de la Diputación General de Aragón; medalla Santa Isabel de la Diputación de Zaragoza, y cruz del Mérito Militar de primera clase. Es Cadete Honorífico de la Academia General Militar de Zaragoza.
Seguidamente el Teniente de Hermano Mayor pasó la palabra al profesor Fatás que inició su intervención con las siguientes palabras:
«Quienes asistieron ayer a la disertación de mi colega Esteban Sarasa oyeron una lección de su especialidad, cosa que no va a ocurrir hoy. Estoy aquí por deber de afecto con la Maestranza, y por la implacable insistencia vascoaragonesa de Pedro de Sancristóval, que no solamente me requirió para que viniese sino que me indicó el tema, comprometido para mí porque no soy medievalista ni arabista. Me resistí cortes mente cuanto pude pero es difícil oponerse a los designios del conde de Isla y me rendí enseguida«.
«Hoy les voy a hablar un poco de Saraqusta, escrito con q, contraviniendo afectuosamente las indicaciones de la Real Academia que ha desterrado la q de las nomenclaturas árabes cuando nuestra tradición culta indicaba escribir la q y la k, sonidos que en árabe se distinguen«.
«Irak se ha escrito mucho tiempo terminado en q, pero la presión anglicista y una cierta debilidad de la Academia nos hacen escribirlo con k., En Saraqusta, empero, he guardado la tradición y lo escribo del modo que más se parece a la transliteralización del verdadero nombre que esta ciudad tuvo durante cientos de años, entre 714 y 1118.«
El motivo de que se haya elegido este asunto, es que fue justamente hace mil años, en 1018, cuando el territorio de dominación islámica que tenía por capital a Saraqusta se convirtió en reino independiente.
Nos explicó el profesor Fatás que se ha estudiado mucho lo que podríamos llamar la Zaragoza musulmana y el Aragón musulmán. Como dijo Juan de Salisbury, «caminamos a hombros de gigantes» y los gigantes son el profesor Fernando de la Granja, que en 1967 hizo un estupendo discurso sobre la Marca Superior, que es el territorio fronterizo norteño del islam europeo regido desde Zaragoza. En la frontera de Zaragoza se termina el territorio de la umma o comunidad islámica.
También el profesor Bosch escribió en el año 60 «El reino de taifas en Zaragoza». En los años 70 un profesor de la Universidad de Beirut, Afif Turk, nos hizo otro obsequio con «El reino de Saraqusta». El profesor Lacarra, en los 80, redactó un discurso de ingreso académico narrando la expedición de Carlomagno a Zaragoza y su derrota en Roncesvalles; y en años que se nos van acercando se escribieron, entre otras obras que podría reseñar, la del profesor Lomba, recientemente fallecido, sobre el pensamiento islámico en Saraqusta.
María Jesús Viguera, luego académica de la historia y catedrática de árabe en la complutense, escribió en 1981 un estupendo «Aragón musulmán».
En tono más divulgativo y dedicado a la ciudad, José Luis Corral escribió «Zaragoza musulmana», en 1997.
Terminó Guillermo Fatas este pasaje sobre publicaciones acerca de la Zaragoza y Aragón musulmanes citando la obra colectiva, con edición en 1998, «La Aljafería» en la que , con buen acuerdo, las Cortes de Aragón decidieron dedicar una suma de estudios de toda clase, de arte, historia, arqueología y arquitectura, al monumento que hoy pasa por ser más significativo de ese brillante período del reino de Saraqusta.
También hay, dijo el profesor, un sinfín de personajes de cuya memoria la comunidad ha perdido la cuenta.
Así Avicebrón, que vivió en Zaragoza dos veces, vinculado a la primera de las dos dinastías reales, la dinastía tuyibí, poeta y pensador, que fue usado después por los franciscanos, aunque los dominicos, más cercanos al Tribunal del Santo Oficio, sentían alguna repulsa por él.
Señaló Guillermo Fatás que el cristianismo también supo sacar partido de pensadores, árabes y hebreos, que habían desarrollado una parte significativa de su vida en Zaragoza.
Es lo que ocurre con Abdu Abdallah Muhammad Ibn al-Hadad, poeta que se enamora sin remedio ni esperanza de una monja cristiana copta, un amor imposible que no le abandonó en toda su vida.
Era buen tañedor de instrumentos, compositor y teórico de la música. Estuvo en Zaragoza tres años en la corte hudí, la de los reyes que hicieron la Aljafería, y discutía aquí con otros personajes cuyas memoria nos ha llegado.
También Ifn Paquda, al que llamaron el Kempis español porque su libro «Los deberes de los corazones» fue traducido al sefardí, al portugués y al yiddish, (la lengua germánica de los judíos ashquenazís en Centroeuropa), y se convirtió en un libro de éxito.
Fue durante siglos una referencia casi general y tuvo su «floruit» entre 1050 y 1080 en Zaragoza.
El último grande de los que nos mencionó el profesor Fatás fue Avempace, sabio andalusí universal, médico de profesión, físico, astrónomo, botánico, que además fue político, visir- primer ministro-del gobernador almorávide, Ibn Tifilwit, que señoreó los diez últimos años de la historia de la Zaragoza musulmana. Avempace es el hombre que rompe la «sharia» como pensamiento único: hay algo más que el Corán y los hadices del profeta, la tradición religiosa y de los mandamientos de Alá. Funda la «falasifa«, (de la palabra griega filosofía), distinta del pensamiento dominante, y la emancipa de la religión como única fuente de espiritualidad. A partir de aquí hay una variedad de pensamiento por el cual van a transitar después los famosos Averroes, Maimónides y, entre los sabios cristianos, san Alberto Magno.
Con esto cerró Guillermo Fatás el capítulo de personajes relevantes que vivieron en esos años en Saraqusta y continuó deleitándonos con su didáctica y amena exposición.
Hay seis grandes épocas en los libros escolares, o había, para explicar la historia de Al-Ándalus. Primero los Omeyas, que acaban huyendo y se establecen en Al-Ándalus, en el sur de la península ibérica. Son emires dependientes del califa. Emir se puede traducir como jefe, o como príncipe. El rey de Marruecos, actualmente, es «emir almuminim» es el príncipe o comendador, o jefe de los creyentes. Hay un Emir cordobés tan poderoso que se emancipa del califato. Un Califa ha de ser sucesor de Mahoma y, además, de su estirpe.
Ya saben ustedes que en algunos países, aunque no sean árabes, pero sí de cultura musulmana, esto se distingue cuidadosamente, con turbantes negros y turbantes blancos por ejemplo, y tiene una connotación, diríamos hoy, seminal o genealógica. El emir Abderramán I se independiza, no quiere depender del califa, y uno de sus sucesores, Abderramán III se declara él mismo califa, y durante muchos años hay un califato que hará de Córdoba una de las ciudades más importantes en territorio europeo y, en general, del mundo.
La época dorada de Saraqusta como reino independiente es el período de las primeras taifas, que no es muy largo, tres generaciones, es decir cincuenta y pocos años. Termina con un breve episodio, que son diez años de dominio almorávide. Imaginen a los almorávides, respecto de los saraqustíes y los andalusíes como un ejército de predicadores talibanes movidos por un ideal religioso estricto, ultraortodoxo, belicoso e intolerante.
Después vendrán los almohades, pero los almorávides ya anuncian, con su caudillo Yusuf ben Tasufin, unos tiempos completamente distintos al islam tolerante, evolucionado y casi filosófico que ha llegado a ser el de la taifa saraqustí. Luego habrá unas llamadas segundas y terceras taifas que llegan hasta prácticamente la conquista de Granada en 1492, cuando Saraqusta ya ha sido ganada por Alfonso I de Aragón en diciembre de 1118.
La época dorada de la taifa abarca gran parte del siglo XI.
Después nos mostró el profesor Fatás un mapa con rutas que nacen en el entorno de Guinea, que cruzan el mar y acaban en Saraqusta, la más norteña de las ciudades que acuñan oro bajo el imperio almorávide. Más al norte de Saraqusta no hay cecas que acuñen oro por la sencilla razón de que en Europa no hay oro. Carlomagno no tiene oro, los otónidas no tienen oro: el oro está en los territorios islámicos. Es un elemento estratégico, vital, que va a producir, por ejemplo, que monarcas cristianos retengan algún avance militar excesivamente rápido para no dejar de percibir los impuestos en oro, las «parias», que les pagaban los reyes musulmanes de la península por vivir en paz.
Otro mapa mostró los viejos caminos prehistóricos aptos para carros, deducidos de vestigios arqueológicos, de pinturas rupestres, de hallazgos diversos , al cabo de generaciones de estudiosos acumulando información. Estos mapas preliminares cristalizan en uno reciente, de 2015, obra de J.L. Del Villar, de la Universidad de Sevilla.
En ciertos puntos, las caravanas de oro y otras mercancías raras, se dislocan: Por el este llegan al Nilo, con ramales hacia Túnez, que sigue siendo (como su antecesora, Cartago) un lugar de extraordinario interés estratégico; por el norte, cruza la ruta del Estrecho. Son las principales rutas del Magreb en esos siglos y particularmente entre el X y el XIV.
Tanto los almorávides como los almohades controlaron casi la totalidad de ese vasto mapa, desde las cercanías del golgo de Guinea donde estaba el mineral de oro, hasta el Mediterráneo.
Nos dijo el profesor Fatás lo siguiente: «Este es un factor que omitían las historias que nos explicaban a los mayores cuando éramos chicos, pero, además de las razones ideológicas, de la memoria viva de la Hispania goda, de la recuperación de la unidad de los reinos cristianos como había habido hasta Rodrigo, el último rey godo, a ese tipo de hechos hay que unir otros, económicos, como el del oro que está disponible o no, según subas o bajes unos pocos kilómetros en el mapa peninsular.»
Otra imagen nos mostró la gran extensión que llegó a alcanzar la taifa saraqustí, que llegó ocasionalmente hasta Denia. No siempre tuvo esa extensión pero incluía parte de Navarra y La Rioja, y entraba en todo el litoral valenciano-alicantino. Podría decirse que el rey de Saraqusta tocaba el cuerno de guerra y se oía bastante lejos. Pero sobre todo, lo que ocurre es que a partir de ahí no hay islam, no hay umma, Saraqusta es la capital de la Marca Superior, de la frontera norte del islam en Europa, en términos absolutos. En esos años consigue dominio vasallático de otras taifas menores que se entregarán a la voluntad del rey de Saraqusta, que manda en Zaragoza, pero que, por ejemplo, manda en Nájera también.
Dinar, que es una palabra que todavía está en uso, viene de denario, (dinero también viene de denario). El dinar está imitado del uso de la moneda patrón, de plata en el caso de los romanos, pero los dinares y los dirhemes, respectivamente de oro y plata, se acuñan con el peso que solían tener las monedas en el mundo grecorromano y el mundo tardíoimperial romano, que es lo que habían conquistado los árabes en el norte de África.
Fatás mostró la imagen de una moneda de oro saraqustí, de la ceca del período almorávide, con un patrón común a todas las amonedaciones musulmanas. Contiene la profesión de fe del Corán («Alá es Dios y no tiene semejante») y Muhammad (Mahoma) es su enviado», más el lugar y la fecha de acuñación y el año de la hégira en que fue hecha esta moneda.
Luego Guillermo Fatás dió un salto atrás en el tiempo para ir a la Aljafería. Nos había dicho antes que la taifa representó un momento de gran interés en la evolución de la cultura arábiga occidental y andalusí.
Nos mostró una fotografía sacada de los trabajos de Francisco Iñíguez Almech, restaurador de la Aljafería, desde 1947 hasta su fallecimiento. La imagen muestra una pequeña avecilla en la decoración del palacio, recién rescatada debajo de los yesos con los que se salvaguardó. Para unos es un faisán, pero Ewert y Cabañero creen que es una paloma. Lo relevante es que es un ser vivo, labrado a pocos metros de la pequeña mezquita, o, mejor, del oratorio de los reyes musulmanes, lo que en apariencia es una violación de reglas estrictas del Corán que veda representar seres vivos.
Hemos visto en nuestros días las destrucciones de los bárbaros del llamado Estado Islámico en el patrimonio arqueológico iraquí y sirio, y anteriormente en Afganistán, con las estatuas de los Budas gigantes. Este de Saraqusta era un islam de otra clase, (ahora existe en algunas partes del mundo, minoritariamente), más evolucionado y menos terrible desde nuestro punto de vista.
Guillermo Fatás nos dijo luego lo siguiente: «Esta pieza textil que muestro ahora me ha llevado a la conclusión de que el ave de la Aljafería no es ni pavo real ni probablemente un faisán.»
Procede de un ajuar de cristianos pirenaicos del alto medievo que, entre otras maravillas, podían importar o comprar tejidos que circulaban por el circuito andalusí, y en esta pieza puede verse un pavo real «musulmán» que prueba que este islam era de otra naturaleza.
Nos habló después el profesor de otra imagen mostrada: «Esta otra figura que representa un ser vivo está también en la Aljafería y es apenas conocida. Lo llamo Pegaso por comodidad, pues no es un Pegaso (tendría que ser griego), pero es un caballo alado. Hay alguna cosa más en la Aljafería, contando con que tendría que haber otras tantas en la parte que hemos perdido, que es mucha».
«No solo se ha perdido la Aljafería musulmana, también la Aljafería cristiana. Puede sonar particularmente doloroso que desapareciera la capilla real de san Jorge, que tenían los reyes de Aragón allí instalada, pero no tenemos nada de ella, ni siquiera dibujos antiguos«.
«Jerusalén es una ciudad sin solución pues encima del templo que los judíos ortodoxos quieren reconstruir, porque sin tercer templo (el segundo es el que destruyen los romanos), no habrá venida del Mesías, está la mezquita de la roca, y desde allí, Al- Quds, desde Jerusalén, subió Mahoma al cielo y dejó su capa; y subió en un ente blanco, radiante, que lo llevó hasta lo más alto, hasta las inmediaciones del propio Alá, y a veces esa entidad fulgurante y voladora se ha representado como un caballo con alas. Podría ser.
Fatás mostró imágenes de piezas aparecidas en las excavaciones de los últimos años, entre ellas una especie de ánfora en la que se hallan representados un guerrero, con un escudo con las cuatro barras, aragonés evidentemente, luchando contra un guerrero musulmán. El interés reside en que es del siglo XIII y, aunque ya no existe la taifa, todavía se lucha contra el islam (Jaime I). Vimos la recreación de un jinete saraqustí de caballería pesada, un jefe de escuadrón, realizada por el Grupo Héroes Legendarios, y luego una serie de imágenes de planos y maquetas de diversas procedencias, tanto de la universidad como del ayuntamiento, parte de una exposición organizada por la Real Academia de San Luis y el ayuntamiento, expuestas durante un tiempo en el vestíbulo de la casa consistorial.
En una de las imágenes se muestra en rojo un rectángulo central que es la Zaragoza romana, en color naranja los tres arrabales, el del Ebro y la Aljafería, y en amarillo (incluyendo San Pablo), la parte creada por los monarcas y la ciudad cristiana.
La Aljafería nace seguramente de un asedio de musulmanes a musulmanes, en el siglo X, en época del Califato, porque aquí siempre hay rebeldes y gentes que creen poder librarse de un lejano poder, y seguramente la Aljafería nace como lo que luego fue siempre, un castillo, y aquí en Zaragoza se la ha llamado «el Castillo», por lo menos a partir de Felipe II, porque ya no es residencia de los reyes y e s un lugar que más bien vigila la ciudad que defenderla. Felipe II la manda artillar porque los zaragozanos y el caso del Justicia Juan de Lanuza lo han puesto sobre aviso.
En la imagen de una curiosa maqueta vimos que en las esquinas de la ciudad romana, que ahora es islámica, hay cuatro torreones, cuatro zudas, que vigilaban las esquinas, y en el centro pegada al puente que fue de tablas, no sabemos si en sus cimientos pero sí en su desarrollo, la gran Mezquita de Zaragoza, que es un edificio muy con las cuatro Zudas notable que será famoso en la literatura andalusi. Los que podríamos llamar libros de geógrafos, la literatura de viajes, se refieren a la gran mezquita aljama, la mezquita mayor de la comunidad musulmana de Zaragoza.
Zaragoza es una ciudad santa. La tradición más antigua de la venida de la Virgen a Zaragoza la sitúa la monja María Jesús de Agreda, el 2 de enero del año 40, tras una visión descrita en las páginas de su «Mística ciudad de Dios«, publicada en 1670. Es la tradición más antigua de la venida de María, en vida, con el Pilar de piedra, y en su momento se dijo que con la imagen también.
Hoy es notoriamente santa Compostela, por razón de su condición de tumba presunta de Santiago con los beneficios espirituales que ello depara a los creyentes .
En Saraqusta hubo algo parecido. Llegaban peregrinos que vienen a ver las tumbas de dos tabíes (compañeros del profeta). Tenemos una tradición muy pujante de los varones apostólicos, los convertidos de Santiago, que no son apostólicos solo por eso: la tradición dice que van a Roma y que Pedro y Pablo los ordenan.
Son la segunda generación, diríamos. Pues estos dos tabíes son la segunda generación musulmana y lo que se dice de ellos es que fueron discípulos de los discípulos de Mahoma, por lo tanto son gente muy digna de veneración y en el islam se les consideró , y considera, muy importantes. El más importante de los dos, Hanás as-Sana´ni, que ya había impulsado la gran mezquita en Málaga, vino aquí y dijo que había de hacerse un gran templo de oración orientado hacia la Meca. Esto hace que, seguramente, la mezquita de Zaragoza se reoriente y no case en su orientación con el ajedrezado de la ciudad romana. La Meca manda y la mezquita hay que orientarla al lugar donde el mihrab debe dirigirse, que es la ciudad del profeta.
Hay varias tradiciones en torno a esto. Una explica el sobrenombre de Saraqusta Medina Albaida, la Ciudad Blanca, porque tenía muchos mármoles y alabastro, pero otra tradición dice que no, que se debe a un fulgor suyo. Luego nacieron otras tradiciones de esa naturaleza. Durante Los Sitios, en un momento dado, encima del Pilar apareció una nube radiante en forma de palma, tradición que se transmitió durante generaciones en Zaragoza.
En el mundo islámico no es menos ese tipo de necesidades espirituales. Una de las leyendas o tradiciones de Saraqusta es que en ella no podían anidar serpientes. Luego viene el filólogo y destruye la leyenda sobre la base de la cierta similitud entre una palabra árabe que significa sierpe y el nombre del santo Hanásh.
Otro hecho saraqustí milagroso es que el rey quiere hacer un túmulo en el sitio donde ha muerto Hanásh Sanani, pero recibe un mensaje, no se sabe si del propio arcángel San Gabriel, que le dice que no haga eso.
Nos habló luego el profesor Fatás de un «martyrium«, erigido en honor de los compañeros de Engracia, que se descubrió al hacer la urbanización de la Huerta para la exposición Hispano-Francesa de 1908. Un martiryum del que se tienen fotografías y del que se conservan igualmente sus mosaicos: un hecho devocional similar fue más tarde la veneración de las tumbas de los santos musulmanes.
Luego proyectó imágenes de la gran mezquita de Zaragoza, con sus 9 naves, en una maqueta, a base de reconstruir el aspecto que se ha ido averiguando durante muchos años por los arquitectos Luis Franco, Mariano Pemán, Ángel Peropadre y Antonio Almagro y arqueólogos como Hernández Vera, siempre en sintonía con el Cabildo.
Aparece con el minarete antiguo, porque tuvo dos. Hay quien dice, y esto es una discusión infinita (y a veces acre) entre nuestros especialistas, que el minarete nuevo está dentro de la gran torre barroca de Contini, otros creen que eso no es así,; y eso se extiende a otras torres de iglesias mudéjares de Aragón, que no son torres de iglesias mudéjares sino minaretes reaprovechados, postura esta más minoritaria. Hay todo un cisma en torno a esa cuestión interesante. El minarete de la mezquita saraqustí tiene unos veinte metros de altura y se halla frente al Patio de las Abluciones.
Contemplamos después unos dibujos obra del arquitecto y profesor de investigación del Consejo, Antonio Almagro Gorbea, que vino aquí y estuvo una temporada trabajando en estos aspectos más históricos. Encontró y dibujó la impronta en una pared de la catedral, aunque no se puede ver fácilmente.
Luego, el profesor Fatás nos mostró una serie de objetos, aparecidos en diversos lugares y con diversa datación, guardados la mayoría de ellos en el Museo de Zaragoza. He aquí algunos de ellos: cancel de arte astur, heredado del arte visigodo, original de Santa Cristina de Lena, comparado con otro hallado en el Pilar de época goda del que se dice algo más abajo; escápula de oveja o cabra, del siglo X, procedente de Calatayud, y que en realidad es una «chuleta de estudiante» árabe, con el alfabeto y la profesión de fe grabados a mano, para llevar colgada del cuello; fragmento de cuenco Qingci (porcelana Celadón) China, perteneciente a la dinastía Song (960-1279), del siglo X, aparecido en La Aljafería; campanilla de bronce de una sinagoga procedente de Monzón; pequeña cabeza de león realizada en bronce, hallada en La Aljafería. Quizás lo que más nos sorprendió fue el resto arquitectónico más antiguo de Santa María la Mayor, o sea el Pilar, el citado cancel, del siglo X realizado en alabastro y perteneciente al iconostasio del templo, que se guarda en el Museo de Zaragoza y que poquísima gente conoce.
Todas estas piezas, y otras muchas, permiten a los especialistas conectar a Saraqusta con un mundo muchísimo más amplio, incluida China, como hemos visto.
Después de hablarnos de todas estas generalidades Guillermo Fatás quiso poner el foco de la conferencia sobre Europa y el título de la conferencia.
Comenzó por mostrarnos un mapa carolingio que refleja un momento determinado, cerca del año 800. En él se ven unas fronteras remarcadas algunas de las cuales son fronteras contra enemigos que son paganos e infieles. Una de esas fronteras es la de Sajonia, cuyos pobladores son paganos.
Otra frontera son las Marcas de España, las Marcas Hispánicas, que son varias, o pueden llamarse en singular, Marca Hispánica, que cubre más o menos desde Pamplona hasta Barcelona. El nacionalismo catalán pretende la singularidad de que el condado de Barcelona sea la Marca Hispánica, como si fuera una exclusiva. Pues no. Marca es una palabra germánica que significa frontera, demarcación. El noble guerrero que tiene encomendado el gobierno de una circunscripción de esa clase será el «marqués«, un «Conde» o acompañante del rey («comes, comitis«, en latín, que origina comitiva) el frente de la marca.
Esto hace que el islam saraqustí sea fronterizo con el imperio carolingio, con el imperio franco carolingio.
Vimos luego la extensión de la «umma» y la situación excéntrica, extremosa, de Saraqusta. Frente a la Europa cristiana lo más cercano que hay es la capital de la Marca Superior, y eso es nuestra ciudad claro, lo que explica muchas cosas.
La capacidad expansiva de los guerreros que traen la nueva religión revelada por Alá , a través de Gabriel, a Muhamad, es grande.
Desde la India hasta el Atlántico en poco más de un siglo. La derrota por el norte fue en el 732 en Poitiers, a manos del caudillo franco Carlos Martel.
Roncesvalles es una secuela de una expedición fracasada a Saraqusta en el 778 y la famosa «Chanson de Roland» que narra el suceso fue escrita unos 400 años más tarde, porque todavía duraba el eco de un relato que se transmitía verbalmente. También hay un Roland a Saragosse», mucho menos propagado.
En pantalla nos enseñó Fatás dos estudios que editó la prestigiosa Institución Fernando el Católico, en 1978 y 1979 porque se cumplían años de la expedición de Carlomagno que fue en el 778, y el manuscrito original, algo más tardío, que se conserva en archivos departamentales de Vaucluse, en Francia.
Es un manuscrito del siglo XIV, aunque el poema es del XII. Junto a él vimos dos poemas que rezan así: «Espanha es conquesa e tot conquistiest mas Saragossa que podem bayllier» , que más o menos viene a decir que aunque allí está todo conquistado con Zaragoza lo podríamos intentar.
El segundo es este: «Saragossa la gran cietutat valhant«, que debe traducirse no como valiente, sino como valiosa. Es decir, en estos poemas provenzales del siglo XII que se vienen copiando luego, en tiempos del gótico, Zaragoza ya no está vinculada directamente al episodio de Carlomagno y Roncesvalles, que es el motivo primigenio de esas tradiciones y composiciones poéticas, sino con una aventura propia, relato anticipado, que la tiene como objetivo de valiosa conquista.
Quiso después nuestro ponente que le acompañásemos a visitar con imágenes la catedral de la Angulema, un edificio muy particular de torres troncocónicas e historiada fachada, del siglo XII. Nos situamos en la puerta principal donde está una expedición militar de caballeros luchando con otros caballeros armados igualmente con lanzas.
Cuando Carlomagno, dice el relato que está allí representado, oye el cuerno que demanda socorro, sospecha que Ganelón es un traidor, lo arresta y vuelve a Roncesvalles. Persigue a los moros que se baten en retirada, en una persecución muy larga, y los extermina a orillas del Ebro. Eso sí, moros e infieles han ido huyendo hasta refugiarse en la gran ciudad que es Zaragoza. Pero una vez derrotadas las tropas de Marsilio, que es el rey moro de Zaragoza, Carlomagno debe enfrentarse a Bariegante, el almirante de Babilonia, al que Carlomagno mata. Pues ahí, en Angulema, está Zaragoza representada, con sus murallas y guerreros; y hay otras cosas similares en sitios semejantes, aunque nosotros no tengamos conciencia de que Zaragoza llegó a ser tan famosa en el siglo XII y que tiene un cantar en francés, dedicado al intento de conquista de Zaragoza, por Roldan.
Un estupendo tapiz del gótico belga nos mostraba a un sujeto (rotulado con k Roland) con una gran espada que está partiendo en dos a otro sujeto (Marsilio, el rey moro de Zaragoza), armado con una especie de alabarda gigante. De modo que las tapicerías de lujo belgas, del siglo XV, usaban la lucha de Roldán en
Saraqusta como tema principal de algunas representaciones.
Todo el mundo ha visto alguna vez las ilustraciones fantásticas que hizo Gustave Doré para ilustrar El Quijote y que, después de algunos años de descubrirlas y acopiarlas, algún sabio editor francés publicó en 1874. Nosotros vimos el Retablo de Maese Pedro, que cuenta cómo el caballero franco, Gayferos ha venido a la ciudad de Sansueña, en poder de moros, donde hay una princesa, Melisendra, raptada y un malvado rey moro. Finalmente Don Gayferos consigue liberar a Melisendra y regresan a París. Pero Don Quijote, que no discierne entre realidad y relato, creyéndose caballero andante, se ve en la obligación de ayudar a Gayferos irrumpiendo contra los muñecos del teatrillo del pobre Maese Pedro.
Luego nos pidió Guillermo Fatás que prestásemos atención a la ilustración de Doré, porque esto del plagio no es nuevo, y a continuación vimos otra ilustración igual pero firmada por otro artista y no muchos años más tarde.
Gustav Doré fue un gran artista que ilustró también La Divina Comedia, y hay que decir que en pleno siglo XIX, de mano de Doré, la ciudad de Sansueña, en poder de moros, con las aventuras que hemos referido, está todavía circulando, pero porque antes la retomó Cervantes, a comienzos del siglo XVII. Pero ¿de dónde la toma Cervantes?. Cervantes estuvo convaleciente del arcabuzazo que le dejó la mano inútil en Mesina que era territorio de la Monarquía hispana.
A continuación vimos una representación de los «pupi catanesi, (marionetas) que tienen como un metro y veinte de alto. Los hay prácticamente en toda Sicilia y en Catania son particularmente famosos. En un grabado decimonónico en color vimos un caballero cristiano y un caballero musulmán. A la derecha el héroe cristiano, más gallardo, y a la izquierda el otro, con un punto más ridículo que temible.
Estos relatos, en los que el protagonista es siempre Rolando, (en otras versiones de la literatura italiana Orlando), vemos que las aventuras de Roland no son sobre Roncesvalles, sino la victoria sobre el rey moro que es el de Sansueña. En realidad, Sansueña es deformación de Sajonia. Pero ya no existe una marca contra la cual luchará insistentemente Carlomagno y acabará venciendo.
Sajonia está lejos del Mediterráneo y nadie aquí conoce sus leyendas.Sansueña acaba refiriéndose a Saraqusta, porque la guerra bien conocida aquí contra el infiel y el pagano es contra los musulmanes andalusíes y en particular contra Saraqusta, cuyo gobernador en un momento dado va a visitar a Carlomagno y le ofrece el control del Ebro. Cuando llega aquí, el gobernador ha cambiado de opinión y de ahí se deriva todo este ciclo de fantásticos romances que todavía están vivos en Sicilia con estas representaciones.
Concluyó Guillermo Fatás con una última diapositiva, que es Sansueña de verdad, o sea Zaragoza en el año 2010, cuando se representa El Retablo de Maese Pedro, en la composición que hizo Manuel de Falla en 1923. Don Manuel, que es un músico nacionalista, en el sentido técnico que da la historia de la música a este tipo de artistas que se inspiran en los temas tradicionales después del romanticismo en cada país, coge directamente el texto del Quijote y, sin apenas tocar una coma, se las arregla para convertir eso en una pieza teatral que ha sido representada por la zaragozana Orquesta de Cámara «Enigma» en el auditorio.
La conferencia nos había cautivado a todos desde un principio pero está escrito que todo en la vida tiene un principio y un final. Después de una hora de exposición el ponente había dado término a su relato y a nosotros únicamente nos resta ahora felicitar a la Real Maestranza de Caballería de Zaragoza, en la persona de su Teniente de Hermano Mayor, Luis Navarro y Elola, por la organización del Ciclo Cultural de otoño 2018, y expresar nuestro agradecimiento al profesor Guillermo Fatás Cabeza por haber enriquecido nuestros conocimientos con una conferencia apasionante.