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PRESENTACIÓN DEL LIBRO «ÁFRICA ENTRE EL BIEN Y EL MAL»

El alcalde de Leciñena dio apertura al acto

El pasado 17 de marzo de 2018 nos desplazamos hasta la cercana localidad de Leciñena para asistir a la presentación del libro titulado «África entre el bien y el mal«, obra de Alejandro Bescós Trullenque.

El acto tuvo lugar a partir de las 18.30 horas, en el Salón de Actos del Ayuntamiento, presidido por el alcalde de Leciñena, Gonzalo Gavin González, a quien acompañaban en la mesa las siguientes personalidades: Fernando Escanero, catedrático emérito; Juan Bolea, escritor y periodista; Pablo Jarné, doctor en Derecho y corrector del libro, y el propio autor de la obra.

Entre los numerosos invitados se pudo ver al coronel (R) Gonzalo Escalona Orcao, y en representación de los Reales Tercios de España a Manuel Grao Rivas, Jefe de Relaciones Institucionales del V Tercio «General Aranda».

El evento había despertado gran interés y la sala se quedó pequeña para acoger al numeroso público que acudió a esta cita que nos conectaba directamente con el mundo de la aventura salvaje.

En los preámbulos del acto hablamos con Rafael Escanero, principal organizador, con Edurne Sanjuán Bartolomé y Marilo Sanz, asesoras del escritor, y con Lucía Machín Del Olmo, su esposa, que nos proporcionaron algunos de los datos contenidos en el presente trabajo.

Leciñena celebra sus fiestas en torno al 15 de marzo y al 8 de septiembre. Las de marzo tienen un carácter más tradicional porque es cuando se bailan las seguidillas, se sube en romería al Santuario en recuerdo de la fecha en que, según la tradición, se inició la devoción por Nª Sª de Magallón, y se representa el Dance. Pues bien, este 17 de marzo, sábado, justo detrás del Dance es cuando se hizo la presentación del libro, a la que asistimos encantados y agradecidos por la invitación.

Antes de entrar en su relato es de obligado cumplimiento que hagamos una pequeña introducción.

El pasado año tuvimos la satisfacción de conocer a Alejandro Bescós, padre, y la suerte de hacernos con su libro titulado, «Una voz en África«, del que extraemos las siguientes reseñas de contraportada: Alejandro Bescós (Zaragoza, 1930) llegó a África, junto con su esposa, Concha Trullenque (Mamá Concha para los africanos) en 1962. Desde aquel año, siempre juntos y ayudados luego por sus hijos Alejandro (Zaragoza, 1958) y Jesús (Zaragoza, 1961-Gabón 1998), iniciaron un periplo empresarial y vital que culminó con su reconocimiento tanto en España como en el Gabón como destacados madereros e impulsores también de proyectos de desarrollo social en este país africano.

La de Alejandro Bescós y su familia ha sido hasta la fecha una vida de novela, de novela de aventuras en la que la acción, el riesgo y la voluntad de sobreponerse a las adversidades ocupan un lugar central.

Portada del libro

Alejandro Bescós se vió impelido a abandonar su patria por los turbios manejos de enemigos que ni siquiera sospechaba tener, pero no hubo lugar en él para la nostalgia y pronto descubrió en sí mismo la pasión por echar nuevas raíces en un continente que le fascinó: África.

Sin embargo, la Guinea, en la que emprendió lo que sería una brillante carrera empresarial, no era por entonces el lugar idóneo para que se estableciera allí un hombre blanco, y mucho menos un español.

Retornando al presente y situados de nuevo en el Salón de actos del Ayuntamiento de Leciñena, tuvimos ocasión de hablar con el autor de la obra, «África entre el bien y el mal«, Alejandro Bescós Trullenque, y aprovechamos la oportunidad para hacerle algunas preguntas.

He aquí un resumen de sus respuestas:Esta obra narra su vida, la vida de un niño que tuvo que formarse solo porque sus padres se fueron a un país extranjero.

Luego ese niño creció siendo alguien con deseos de conocer, de salir, de ser un hombre grande, y a ello ha dedicado toda su vida.

La acción narrada en la novela se desarrolla en el Gabón, un país del África Ecuatorial, y aunque su vida no se queda solamente allí pues conoce países como Tailandia, Estados Unidos, y medio mundo más, el principal foco de la historia discurre en Gabón.

Aunque pueda parecerlo, este libro no es continuación del escrito por su padre, nos dijo Bescós Trullenque, pues él tenía una doble vida. Su vida no hubiera sido aceptada por su padre, porque ha sido una vida muy diferente a la que él hubiera querido o en la que pensaba. Su vida estaba con la familia y con el conocimiento de una cultura totalmente distinta a la nuestra.

Mapa de Gabón

Este libro lo escribió con todo cariño para que el mundo sepa que no hace falta la bebida, ni la droga, ni ninguna otra cosa para ser feliz. Hay que intentar tener conocimiento de todo lo que nos dá la vida, todo lo que tenemos en esta tierra, con las diferentes culturas y formas de vivir.

Una de las personas más importantes en su vida fue su hermano, que perdió la vida en el 98, en Gabón, y fue su mejor amigo y su compañero de fatigas además de su hermano.

Dio comienzo al acto el alcalde de Leciñena Gonzalo Gavin, con palabras de salutación y bienvenida a la presentación del libro enmarcada en las fiestas de la localidad y más concretamente en un día de gran concentración de actos, lo cual había originado algún pequeño retraso.

Agradeció al autor su presencia en la presentación de su obra y pasó la palabra a Pablo Jarné, corrector del libro, quien dijo lo siguiente: «Una gran vida, como sin ninguna duda es la de Alejandro, merecía un gran libro y creo que lo hemos conseguido, además hoy estrenamos la segunda edición lo cual es una gran noticia«.

«Yo creo que vamos a conocer, a lo largo del libro, varios perfiles de Alejandro; al Alejandro empresario, que deja su Zaragoza natal para ir a Gabón y seguir la senda que ya tiempo atrás iniciaron sus padres; vamos a conocer a un Alejandro apasionado por todo lo que descubre en África, de la cultura africana, de las religiones africanas, de las sectas africanas, de todo lo peculiar que va a encontrar en esas tierras. Pero sobre todo vamos a encontrar aventura, vamos a conocer a un Alejandro aventurero, un Alejandro al que le encanta la naturaleza salvaje y la caza. Yo creo que todo eso ha dado lugar a un libro muy rápido, muy aventurero, y por mi parte deseo que les guste mucho, a Alejandro que siga siendo éxito y como he dicho siempre, ahora ya hay que ir a por la película«.

A continuación intervino Fernando Escanero, catedrático emérito, y este es un resumen de sus palabras: «Vamos a hablar de Alejandro y de «África entre el bien y el mal». Se trata de un escrito de no ficción, es decir un escrito donde el contenido es real«.

«En las clasificaciones se habla de escritos de ficción, para referirse fundamentalmente a novelas, poesía, etc. y escritos de no ficción para referinos a memorias, autobiografías, biografías, etc.. Pero hay muchas cosas que se mezclan cuando queremos profundizar y yo recordaba, a este respecto, entre las de no ficción, a un escritor francés del XIX, Gustave Flaubert, que escribió «Madame Bovary», que es una señora. En París le empezaron a preguntar los periodistas sobre la influencia que él había puesto en su vida a esta señora, ¿pero quién es?, ¿es algo suyo?…Al final acabó diciéndoles, messieurs, Madame Bovary soy yo. Es decir, en una obra de ficción es evidente que el autor se traslada y traspasa las páginas, pero también ocurre lo contrario, que en las de no ficción también hay autores que mienten y cuentan más cosas de la verdad, que no es este el caso ni mucho menos«.

Alejandro Bescos, padre e hijo

Al respecto, nos contó el Doctor Escanero cómo un artista, el actor alemán Klaus Kinski, escribió una obra, «Yo necesito amor» y otro escritor dijo de ella que era un libro muy ficticio. Describe su infancia como una de esas situaciones de pobreza, en las que tuvo que luchar con las ratas por el último pedazo de pan cuando en realidad creció en el hogar de unos farmaceúticos, de clase media, relativamente acomodada.

Al empezar a leer esta obra Fernando Escanero se dijo que estaba ante la autobiografía de Alejandro Bescós, y al llegar a la penúltima línea donde Alejandro dice, «en estas memorias», se preguntó qué diferencia había entre autobiografía o memoria pues el que escribe es Alejandro y el protagonista también es Alejandro.

Quizás la única cuestión diferencial es que las autobiografías suelen ser más completas y las memorias hablan de una parte más restringida de la vida.

Nos quiso hablar del contenido del libro y de su autor, Alejandro, que le había impactado más que la propia obra. Se trata de una persona que nos habla de su infancia y especialmente de su juventud, y desde el primer renglón se observa que presenta una importancia capital la familia, y el padre representa su centro y el del universo entero.

En la primera página confiesa lo que es una constante cuando dice, «en estos años de infancia teníamos a nuestro propio superhéroe en casa, nuestro padre. Era un verdadero Hércules y ya en aquel entonces se había ganado nuestra admiración más sincera«.

El núcleo familiar lo van a constituir junto con el padre, la madre y un hermano más, Jesús.

Alejandro y Jesús van a ser los protagonistas que de alguna manera nos van a llevar a lo largo de toda la historia. La importancia de Jesús es capital o central para Alejandro, porque es su hermano, su compañero, su amigo, y sin él parece que le faltaba algo.

Gabón, búfalo

En ese formar su personalidad, entre los primeros rasgos que aparecen están el vencer las dificultades, no de una forma conformista, esto se ve rápidamente al empezar a leer, sino plantándole cara a las cosas incluso a la autoridad establecida en el momento, llámese a esta como se quiera. Es una manera de empezar a forjar su infancia, de empezar a trabajar en una personalidad muy acendrada, una personalidad de llamar la atención.

El autor es una persona que, aunque tuvo evidentemente su ayuda en la infancia, tuvo que vencer él muchas dificultades, pudiendo decir que se estaba haciendo a sí mismo.

Señala el autor la importancia de la fuerza mental que tiene, el no dejarse llevar por determinadas influencias, y el empeñar todo su esfuerzo y poner toda su voluntad por conseguir el objetivo final que se plantea. Él ha vivido situaciones extremas, donde se juega la vida sin poner ninguna objeción. En esas situaciones extremas es precisamente donde pone en virtud y pone fuerza al control emocional que tiene, a una voluntad férrea, y como él dice, al no tener miedo.

Se encuentra al borde de la muerte en un ritual donde a su hermano le queman el pelo con una antorcha. Después se empeñan en salvar a una niña de 13 años porque, como verán, en esta historia hay antropofagia, y se empeñan en salvarla y se la llevan y la salvan. Se juega la vida al explorar un par de grutas. En una de ellas entra Alejandro y habla de un cuello de botella que se le derrumba encima y allí queda asomando un poco las piernas, de donde se salva gracias a la presencia de su hermano. En otra gruta y por un espacio por el que apenas cabía la cabeza pasan a un subterráneo por el que consiguen llegar hasta el final.

Gabón, Leopardo

Se juega la vida cuando sube a coger unas flores a un árbol altísimo, y con los animales se juega la vida permanentemente. Pero hay una historia, que cuenta, con un leopardo, en la que se salvó gracias al perro porque no llevaban ni armas esa vez, o llevaban solo un cuchillo, y con los elefantes se juega la vida también.

Dicen que es un osado, pero no. Es un hombre que sabe muy bien lo que quiere, que tiene una gran personalidad, una personalidad muy fuerte y desarrollada a pesar de sus andanzas.

Otro aspecto para remarcar es su comportamiento frente a las creencias y supersticiones, los espíritus benignos y malignos a los que se enfrenta en toda la historia, en todas las memorias que cuenta. Él dice que no los deja pasar y mantiene el espíritu blanco de tal forma que oye una cosa y no le afecta porque impide que penetre en él, que se interiorice, y no le afecta en absoluto. Esa manera de actuar con las creencias es también muy importante. Él se defiende de las creencias externas y mantiene muy firme las suyas, lucha denodadamente por lo que cree y quiere. Es un libro en el que se encuentran imágenes muy llamativas y van a ver ustedes cómo se defiende de esas imágenes.

Hay un guerrero hechicero, Pierre Bondó y su hija Vanesa, un bellezón de 17 años. En uno de los viajes que hace a Kulamuntu, cuando llegan a Muila, se encuentra con la mujer de Pierre Bondó, que ha muerto ya, y le dice. «tengo dos cosas para tí«, y le pide que conserve unos cráneos que le han dejado porque eso le permite a su marido el que los espíritus le dejen libre, pero Alejandro le dice, ¿y qué me pasará a mí cuando me muera, me dejarán libre los espíritus? Y le contesta que sí, que no se preocupe, pero le dice que ha hablado con su marido, en el más allá y que además de guardar su cráneo quiere que tenga un hijo con Vanesa, su hija de 17 años.

Manifestación de fe cristiana en Gabón

Lean el libro y verán como acaba esto, ya hemos dicho que Alejandro sabía mantener esas creencias. En otra ocasión se encuentra con Clarisa, la mujer de uno de los tractoristas que trabajaban en su explotación maderera, que se muestra muy sugerente y que, en un momento dado, completamente desnuda, se le ofrece y le advierte que aunque se resista todos caen.

Narra cómo, en otra ocasión, los dos hermanos junto con Sergio, un amigo, de nuevo sufren la tentación de otro hechicero que también les ofrece casarse con sus tres hijas, para que se inicien. Alejandro, que ha sabido mantenerse en sus creencias, también sabe cumplir los compromisos, las palabras, y las cumple hasta el final. No abandona a la gente. En la explotación de madera que tienen, el pueblo, donde había unas 2000 personas en total, dice textualmente: «nosotros no solo éramos sus jefes, nosotros éramos sus padres, sus abuelos, sus abogados, sus profesores y médicos, y teníamos que apañarnos para cuidar de nuestra gente«.

Cuenta varias anécdotas, como dentista y también como médico. Ante la picadura de una víbora cornuda de Gabón, que es la tercera o cuarta serpiente más venenosa del mundo, cuenta cómo abre donde ha picado, cómo su hermano le sangra más arriba, cómo en casa fabrican el antídoto y cómo logran salvar al individuo. Otra vez, cogen a un niño que estaba deshidratado y comienzan a meterle agua y a hidratarlo y también consiguen salvarlo.

Su Historia es interesante pero sobre todo en un hombre interesante, con una gran personalidad.

Víbora de Gabón

Por último, el Doctor Escanero dijo lo siguiente: «Al principio tuve la impresión, al comenzar a leer el libro, que Alejandro abandonaba los estudios, pero nada más lejos de la realidad. Él, desde Gabón, es capaz de ir a la Universidad de kinsasa dos años a estudiar arte africano. Él desde allí es capaz de ir a Tailandia y aprender lo indecible con el Maestro Lee. Él, como pone de manifiesto a lo largo de toda su obra, desde la llegada a Gabón es un estudioso profundo , interesado, intrigado, de la cultura africana, a veces con muchas dificultades«.

Seguidamente fue el escritor y periodista Juan Bolea quien tomó la palabra para expresar inicialmente su agradecimiento al autor por darnos la oportunidad de asistir a esta fiesta literaria, una velada inolvidable en el Ayuntamiento de Leciñena en la cual celebrábamos un acontecimiento como es el nacimiento de un escritor, de alguien que no hace mucho tiempo se decidió a empuñar la pluma y a utilizar el papel para trasladar pensamientos, sueños, creencias, opiniones, para conocerse a sí mismo probablemente, pero sobre todo para tener una experiencia tan maravillosa como la que tenía esta tarde de ver enfrente, consigo, a muchos ya lectores y amigos que van a enriquecerse con su experiencia.

Continuó con estas palabras: «cuando nace un escritor, como es el caso, los que ya somos veteranos nos fijamos en sus cualidades. Intentamos desentrañar los motivos por los cuales Alejandro Bescós ha dado el paso hacia la literatura, un poco tardíamente, hay que decirlo, porque no es ningún jovencito. Lo ha sido y ha aprovechado muy bien su juventud pero su primera novela llega con una cierta edad«.

«Esto, no siendo lo normal, tampoco es extraordinario porque hay muchos y magníficos escritores que realmente empezaron a escribir muy tardíamente, a la edad de Alejandro o incluso después. Recordad el Conde de Lampedusa y a su maravilloso Gato Pardo que sigue siendo probablemente la mejor novela italiana del siglo XIX, y Lampedusa la escribió con 60 años«.

«O Raymond Chandler que es uno de los grandes escritores de novela policíaca de todos los tiempos, que empezó a escribir con más de 50 años«.

«Debuta Alejandro con un género autobiográfico y voy a recordar la también excepcionalidad del género, históricamente hablando. La autobiografía es uno de los géneros más difíciles que hay, sobre todo de una primera tacada. Yo no conozco ningún escritor que en su primera entrega literaria, su primer libro, haya abordado unas memorias o una autobiografía tan absolutamente sincera, clara y bien escrita como Alejandro nos ha servido. Eso sí me parece absolutamente extraordinario porque el escritor cuando debuta se ampara en la ficción, es como un movimiento reflejo, es una defensa del propio creador, que dice la verdad hasta cierto punto pero que guarda cosas, de familia, íntimas… para sí mismo«.

Pigmeos en Gabón

Aquí lo que tenemos es mucha verdad y si nos fijamos, históricamente hablando, los grandes escritores que abordaron por primera vez la autobiografía como género fueron grandes hombres, como San Agustín, por ejemplo.

Probablemente las confesiones de San Agustín sea una de las primeras autobiografías de la historia, donde San Agustín se desnuda ante nosotros con una sinceridad brutal. Es la historia de un pecador, de un hombre que se ha arrastrado por el fango y que desde ahí se eleva espiritualmente al conocimiento de Dios y a la mística. Por eso trajo a colación Juan Bolea el ejemplo, porque Alejandro titula el libro «entre el bién y el mal» y aquí tenemos una clave fundamental, porque el libro de Alejandro ciertamente es un libro autobiográfico, memorístico, pero es un libro espiritual. A Juicio de Bolea es la historia de un deseo espiritual, de una ambición que lleva también a Alejandro a superar constantes problemas, dificultades, decepciones, en la búsqueda de la verdad, de su verdad. Va al encuentro de su propio destino y eso es un valor muy universal y extraordinario.

Fíjense que otros hombres excepcionales como San Agustín, se lanzaron a escribir autobiografías en el mundo antiguo, por ejemplo Julio César, que escribió La Guerra de las Galias, gracias a lo cual conocemos cómo luchaba el ejército romano, cómo conquistaba un gran general como César, que además nos daba una gran panorámica del momento. También lo hace Alejandro cuando nos invita a adentrarnos en las selvas de Gabón.

Ritual Fang en Lambaréné (1931)

Hay un gran material antropológico que es muy rico. Conocemos las selvas, conocemos las especies vegetales, conocemos el nombre de las tribus, en algunos casos tribus prácticamente desconocidas, conocemos sus creencias, las religiones. Él se interesa realmente por las religiones animistas de estas tribus, quiere conocer a sus chamanes, a sus hechiceros. No tiene ningún problema en someterse a los rituales, en los que es mucho lo que se juega y no se sabe lo que se va a encontrar. Marco Aurelio fue otro césar que también trabajó mucho la autobiografía, o Santa Teresa de Jesús que realmente también abundó en esa línea, hasta Rousseau, cuyas confesiones abren lo que entenderíamos hoy por la concepción del hombre moderno o de la filosofía moderna. Ya en el siglo XX la autobiografía es un género mucho más popular, tenemos muchas, de artistas, de actores, que se animan a escribir sus autobiografías o sus memorias, pero siempre desde la perspectiva de considerar que su experiencia es una experiencia universal que puede enseñar didácticamente, prevenir, o que tiene un valor por sí mismo en cuanto a aventura o descubrimiento.

Prosiguió Juan Bolea con las siguientes palabras: «por eso yo creo que la personalidad de Alejandro le permite abordar este género dificilísimo con garantías de éxito.

Máscara Kwele

Desde la primera página él sabe que lo que está escribiendo lo está escribiendo con la tinta de la verdad y que esa tinta es fácil de leer para el lector porque le va a dar credibilidad desde el primer momento y porque va a saber que cuando cuenta esas escenas del colegio, tan descarnadas, tan sinceras, en ese momento ya sabe que el autor no le va a mentir en las cuatrocientas página que quedan y que todo va a ser un relato sincero y un relato escrito desde el corazón. Además es un relato muy bien escrito porque la novela de Alejandro tiene formato casi de un libro de ficción sin serlo, porque sus recursos que son el diálogo, excelente, los personajes de Alejandro que son personajes reales, que hablan como hablan, no los edulcora, esto es muy difícil porque tiendes a idealizar cuando estás creando esos modelos que tomas de la realidad, quieres mejorarlos para que el libro sea mejor, pero él los retrata tal como son y algunas escenas comprometidas para él son narradas de una forma muy realista, tal como ocurrieron. No nos quiere engañar, no pretende justificar nada, pretende explicar, pretende comprender y pretende encontrar en Gabón, en Tailandia, en las religiones, y esa búsqueda creo que es la gran enseñanza del libro. Para mí es lo más emotivo, donde yo más he sentido la comunidad en un autor como el. Esa emoción, esa búsqueda, donde uno no sabe donde va a llegar pero sabe que el propio viaje, el propio camino, tiene un gran valor y es un gran ejemplo«.

Máscara Punu

Así que para mí es un libro de lucha, es un libro de búsqueda y es un libro espiritual. Eso está en él, está en la naturaleza, en su forma casi panteísta de ver la naturaleza y está también en la busca de ese Dios sin nombre, que está allí siempre cerca, cobijándole, acompañándole, a veces torturándole, pero en cualquier caso preguntándole si alguna vez va a encontrar su destino en esas selvas o en ese viaje«.

«Por último quiero felicitarte, Alejandro, por un trabajo tan bien hecho, tan bien escrito, tan sincero, tan desnudo y tan rico al mismo tiempo y animarte a que continúes sorprendiéndonos con tus memorias o bien que pases a la ficción como hemos hecho tantos autores, y que sigas, sobre todo, con tu carrera literaria«.

A continuación intervino Alejandro Bescós, autor de la obra «África entre el bien y el mal«, editada por Círculo Rojo Editorial, y después de un capítulo de agradecimientos, estas fueron sus primeras palabras:

Gabón, Ritual Iboga Bwiti

«La verdad es que este libro es mi vida, sin querer engañar y sin querer ser más grande. Es la vida de un joven que empezó, a muy temprana edad, a tener una responsabilidad añadida. Ese joven tuvo que formarse duro porque sus padres habían emigrado, se fueron a un país extranjero por las necesidades de aquel tiempo. Ese joven tenía tendencia a tener problemas, aunque no los quisiera tener, pero su forma de ser le metía en líos. Aunque no lo pensó, su ángel de la guarda ya le dijo a este muchacho, intenta ser bueno y trabajar la forma física y ser un hombre responsable, sensato, y sobre todo muy frío, mentalmente fuerte, intelectualmente fuerte, físicamente fuerte, y eso es lo que intentó cumplir ese chico«.

Después de haber estado bastantes años en una jungla de asfalto, donde la tendencia del ser humano es meterse con los que son más débiles, ese es el problema grande, terminó sus estudios pero tenía ilusión, desde muy jovencito, de irse a un continente que estuviera sin explotar, que estuviera sin conocer y este continente era el África Central, donde ni los mismos africanos conocen África, porque es una secta escondida, es un círculo escondido.

Gabón, selva impenetrable

Pensaba Alejandro que África era un continente donde la gente era inculta, donde la gente iba casi en harapos y, recordando la época colonial, lo que había leído y algunas películas, se dijo que aquello no podía ser y que había que cambiarlo, y llegó el momento de ir a África.

¿Qué ocurrió?, pues que quedó sorprendidísimo porque no encontró esa gente inculta, no encontró esa gente con harapos. Era gente que tenía un carácter muy agrio, era gente que no se fiaba de nada ni de nadie y que te veían con la cabeza muy arriba. Se dijo que aquello de que el blanco es superior al negro no lo entendía muy bien en aquel país, de eso nada.

Luego se encontró con gente que no estaba tan subida, que era la gente del pueblo. Había gente que era muy buena gente, con la que se podía estar y hablar y que te contaban cosas, pero también aprendió que dependiendo de las etnias eran diferentes, algo increíble, que fue un gran aprendizaje en aquel momento.

Después nos dijo Alejandro esto: «Estuve en la ciudad y luego fui al bosque. Iba a un trabajo que yo no conocía. De ingeniería a lo que es la explotación de madera es totalmente diferente. Primero tenía una controversia en mí, iba a explotar madera y me dije ¿ y el ecosistema?, pero la madre naturaleza es sabia. Me encontré que la explotación no es mala, igual que el cazador no es el depredador porque si rompe el esquema de la caza, si termina la caza, ya no va poder ir a cazar«.

«Yo nunca he cortado un árbol de más de un metro de diámetro medio. Esto significa que lo que estás haciendo es limpiar el bosque, lo que estás haciendo es un agujero de una manta de 70 metros de altura, que desde un helicóptero no se vé lo que es la tierra, el suelo, y dejas hueco para la luz, para nuevas especies que subirán con mucha fuerza. Fue otro gran aprendizaje para mí«.

Alejandro empezó a tener la obligación de conocer toda clase de maderas, muchas maderas. Hay 70 clases de maderas comerciales, pero hay más de quinientas clases de maderas, y ahí viene la garantía pues las comerciales son las únicas que se pueden cortar, y si se puede cortar un árbol por hectárea puede decirse que es un bosque rico.

Rodadura manual de trozas de Okumé

Empezó a conocer las distintas clases de madera por el tronco, por la corteza, y por las hojas, que es muy difícil.

Tuvo que hacer carreteras porque una de las cosas más importantes para la explotación de madera es hacer una columna vertebral donde se formarán carreteras secundarias, pero si la carretera principal no está bien hecha se puede asegurar que el cincuenta por ciento de la producción se queda ahí en ese esfuerzo de más.

Tuvo que hacer puentes. Estudió ingeniería industrial y luego vio que de ingeniería industrial no estaba haciendo nada, sin embargo estaba haciendo carreteras, estaba haciendo puentes y estaba haciendo casas. A este respecto Alejandro nos dijo lo siguiente:

«Tuvimos que hacer un pueblo entero, que empezó de chiquitito. Nosotros estábamos durmiendo viendo la luna y estábamos construyendo casas a los trabajadores, la última casa fue la nuestra.

Hicimos un pueblo para doscientos cincuenta trabajadores, en el que habitaban unas dos mil personas, porque allí no es como aquí. Allí cada hombre puede tener hasta tres esposas oficiales, pero yo tuve un trabajador que tenía catorce. Eso nos llevó a hacer dispensarios. Todo lo que son medicamentos los comprábamos nosotros. Cada mes comprábamos medicamentos para esas dos mil personas y para todos los pueblos de al lado«.

Hospital Albert Schweitzer

«Tuve que estudiar bastante medicina, no había otra, tenía que hacer de todo, incluso operaciones, pequeñas, pero operaciones. Formé a una señora para que fuera la que ejerciera de profesional, para que curara a la gente, y me felicitaron muchas veces del hospital Albert Schweitzer, que estaba en Lambaréné, por tener una enfermera tan capaz«.

«Luego teníamos otro problema, teníamos muchos niños, tuvimos que hacer escuelas para más de seiscientos niños, todo pagado por nosotros. Aquello fue algo muy bonito para mi«.

«Tuve que aprender también mecánica, algo que era obligado porque si tienes una empresa y no sabes algo de lo que tienes y de lo que tiene que hacer el trabajador, lo tiene muy mal. Entonces mi vida estaba empezando a ser la vida que yo había buscado de chico, ese chico inquieto, tan espontáneo, y estaba contento«.

Indígena de la etnia Fang, Gabón

«También tenía otras cosas, las culturas, esa gente que yo pensaba que iba en harapos, pero ¡qué puñetas!, de harapos nada. Nuestros trabajadores tenían sus radios, tenían sus televisores, tenían sus relojes, tenían todo y eran los trabajadores una gente encantadora, dependiendo de las etnias. Las gentes de la etnia Fang eran muy complicadas, muy poco trabajadores pero sin embargo eran muy comerciales. Luego tenías otros como los Chongo o los Bapinchi, que eran gente muy robusta y muy capaz. Empecé a tener conocimiento de los rituales y…¡madre de mi alma!. Mi primera experiencia fue con mi querido y gran amigo, al que recordaré siempre, Pierre Bondo.

Ese señor estaba muriéndose por haber guerreado con otro espíritu impuro, porque él tenía el espíritu impuro, pero es que había otro hechicero que le envió el Fusil nocturno, que significa un hechizo, una magia para matar, y él se estaba muriendo. Él me había explicado lo que era la brujería, lo que era el matar. Yo pensaba que eran unos salvajes y tenía ganas de escaparme, pero no me escapé. Llegó el momento que tenía que morir este hombre y entonces me pidió por favor que fuera a quitarle el espíritu impuro, el difunto. No quiero deciros mucho más del libro pero es que no fue solo eso, yo lo llevé a ese sitio y lo que ví fue impresionante, gente con machetes y lanzas, peleándose con la nada, el Iboga, ese alucinógeno tan sumamente grande, estaba viendo a esos espíritus impuros y estaban peleándose con esos espíritus impuros«.

«Yo pensé ¿por donde me voy?, pero no podía porque eran unas cataratas, no había caminos ni nada, era un lugar perdido, si me voy por tierra me comen los leopardos y si me voy por el agua me comen los cocodrilos. Fue el principio para que empezara a tener, a darme esa sensación de querer saber más, y más y más«.

Elefante de Gabón

«Luego yo he sido siempre cazador, buen cazador, no matador, que es diferente. Pero yo tenía obligaciones. Había elefantes, que pensamos que son animales que te pueden decir buenos días con la trompa, pero en realidad son muy complicados. Yo he tenido como 15 personas muertas por elefantes. Resulta que alguien estaba en el trabajo, el elefante se enfada, va por él y luego tienes que ir con cestas para recoger lo que ha dejado del pobre hombre«.

«Eso es increíble, y teníamos que ir a cazar ese elefante, o elefantes, que habían arruinado el trabajo de meses para tener mañó, esas plantaciones que tenían ellos, y que en dos días no es que se lo comieran es que lo rompían todo«.

¿Qué teníamos que hacer?, ir detrás de ese elefante y ¿qué significa decir eso?, pues que no lo matabas a más de siete metros. Es una maleza tan sumamente impenetrable que para ir a buscar ese animal tienes que encontrártelo, y te lo encuentras a no más de siete metros«.

Gorila de Gabón

«Te podías encontrar leopardos, te podías encontrar gorilas. Yo jamás pensé que tendría que defenderme de un gorila, que es un animal que te intimida y luego se va. Bueno pues este gorila era lunático, con más de doscientos kilos, y yo lo único que tenía era un revólver, un phyton 357 y le tuve que tirar, pensando si se iba a morir o me iba a matar«.

«En fin, ha sido una vida intensa, maravillosa, el amor que he tenido a gente, a trabajadores, ha sido realmente cierto, ha sido realmente una amistad muy atada. Yo recuerdo a Nzikwe Henri, un hombre que me enseñó muchísimo y que para mí es como si hubiera sido un hermano. Yo nunca olvidaré el día que lo mató la mujer, envenenado. Hacía mucho tiempo que no lo había visto y justamente cuando murió me encontraba yo en esa ciudad, ¿coincidencia?, no lo sé«.

«Esta vida ha sido muy interesante y espero que el libro sea interesante para cualquier persona y para los jóvenes más todavía. Es la forma de decirle a un joven que no solamente están lo que son los bailes, las drogas o el alcohol, hay otras cosas, que hay que intentar conseguir, aprender, y eso te da fueras. La vida es corta y hay que cogerla y abrazarla, merece la pena ser inquieto y tener ganas de vivir«.

Ahí terminó la presentación de Alejandro y a continuación se abrió un espacio de preguntas por parte del público, un público impresionado y entregado. No es de extrañar que la primera de ellas fuera la siguiente: ¿Habrá una segunda parte?.

Nosotros, que adquirimos el libro y nos lo llevamos dedicado, también concluimos aquí este reportaje y queremos decir que pocas veces hemos tenido la oportunidad de narrar algo tan salvajemente intenso como es la vida de Alejandro Bescós Trullenque, puesta al desnudo en su primera obra, titulada, «África entre el bién y el mal«.

Tam-tám y ritmos de Gabón (Ndjembe, Ekunde, Ivanga, Okuyi, y Bwiti)

Desde las sencillas líneas de los Reales Tercios de España felicitamos a cuantos intervinieron en la organización del evento y damos nuestra más sincera enhorabuena al autor por poner a nuestro alcance todo un caudal de experiencias vividas en el África negra.

 

 

 

 

 

 

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