Cada año que transcurre aumenta el número de la ya larga lista de poblaciones que organizan jornadas medievales celebrando y conmemorando hechos históricos acontecidos en multitud de pueblos y ciudades. Uno de estos ejemplos es la localidad de Alagón, municipio de la provincia de Zaragoza, cabecera de comarca de la Ribera Alta del Ebro, que forma parte del Área metropolitana de Zaragoza.
En Alagón iniciaron su andadura por este apasionante camino de la recreación histórica en el año 2022 y, después del éxito alcanzado, han repetido la experiencia en 2023 recreando de nuevo el hecho histórico de la boda real celebrada en Alagón en el siglo XIV entre el Rey de Aragón Pedro IV “ el Ceremonioso”, y la Infanta María, segunda hija de los Reyes de Navarra.
Por tanto es la segunda vez que Alagón celebra estas jornadas medievales, en esta ocasión durante los días 21 al 24 de abril, con un amplio programa de actividades en el que se incluyen mercado medieval, representaciones teatrales, música y danzas del Medievo, desfile, pasacalles, y otras muchas, siendo una vez más la escenificación de la boda real el acto central de las jornadas. Escenificación que este año, a diferencia del anterior, tuvo lugar en un escenario especial, como es la Iglesia de San Pedro.
La Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Alagón, Elena García Juango, en un encuentro con los medios de comunicación, declaró lo siguiente: “Es un orgullo volver a celebrar estas jornadas que giran en torno a un hecho histórico tan importante como la boda real entre Pedro IV de Aragón y María de Navarra, que tuvo lugar, de manera accidental, en Alagón tal y como se ha comprobado con documentación histórica”.
Hemos de señalar que la realización de estas jornadas medievales es una iniciativa de la Asociación Cultural Alagonesa de Estudios Locales, ACAEL, y la colaboración del Ayuntamiento de Alagón.
También, en declaraciones a los medios, el Presidente de ACAEL, Víctor Asensio, señaló que, “el fin de estas jornadas es acercar, tanto a los vecinos de la localidad como a sus visitantes, este hecho histórico y poner en valor la importancia de la localidad en la Edad Media y nuestro patrimonio histórico. Para ello, desde ACAEL, se ha trabajado en la recogida de datos verídicos sobre este acontecimiento, fundamentalmente procedentes de la Corona de Aragón”.
Continuando con sus declaraciones, Víctor Asensio dijo lo siguiente: “Lo que queremos conseguir es que estas se conviertan en las terceras fiestas más importantes de Alagón y que, como ocurre en Teruel, cada año más y más vecinos y turistas se vistan con trajes medievales y disfruten de este acontecimiento histórico que ocurrió en nuestro pueblo y que sirve además para descubrir los tesoros históricos que este esconde”.
Llegados a este punto, veamos ahora los hechos históricos. El día 25 de julio de 1338 tuvo lugar en la población de Alagón un hito relevante nada común, un acontecimiento que se apartaba por completo de la normalidad: el enlace matrimonial del Rey Pedro IV de Aragón con la infanta María de Navarra.
Pedro IV, llamado el Ceremonioso, era Rey de Aragón, Valencia y Mallorca, Conde de Barcelona, Duque de Atenas y Neopatria, y Conde de Ampurias. Contaba en aquel entonces 19 años de edad y ese sería su primer matrimonio. María era hija segunda de los Reyes de Navarra, Juana II y Felipe III. Tenía 12 años cuando contrajo matrimonio y recibió como dote de su esposo las villas de Jaca, Teruel y Tarragona. Este enlace matrimonial tenía como objetivo fundamental establecer una alianza que garantizara la paz entre ambos reinos.
Bien es verdad que esta boda de María de Navarra fue por puro azar, pues en realidad era su hermana mayor, Juana, la que debía casarse con el monarca. Sin embargo, a última hora, decidió profesar vida religiosa, renunciando a sus derechos dinásticos. También el lugar fue accidental. En la primavera de 1338, María emprendió viaje desde tierras francesas y, tras una estancia en Tudela, continuó hacia Zaragoza donde, en principio, estaba previsto que se celebrase la ceremonia nupcial. Pero, al no encontrarse bien de salud, María tuvo que detenerse en Alagón.
Pedro IV acudió a la villa y fue allí donde se celebró la boda real. Dicho sea que la concurrencia a la ceremonia fue extraordinaria, pues logró congregar a prelados, infantes, procuradores, nobles…tanto de los reinos de Aragón y Navarra como del de Castilla. Diversos documentos atestiguan que los nuevos esposos permanecieron durante varios días en Alagón.
Bien, pues una vez debidamente ambientados con esta introducción, es hora de comenzar nuestro relato, sobre lo que fueron las segundas jornadas medievales organizadas en Alagón en torno a la boda real de Pedro IV de Aragón y María de Navarra, al menos lo que fue la jornada del domingo. Lo haremos en tercera persona, apoyándonos en las andanzas efectuadas por un caballero cruzado que, llegado de Zaragoza, visitó Alagón el día 23 de abril, el día grande de estas jornadas medievales, en el que se celebraba la boda real. Por su indumentaria, este aguerrido soldado, llamado Fortun de Sese, diríase que fuera un hombre acostumbrado a la rudeza de la guerra y también a la vida palatina.
Lo primero que vio Fortun de Sese al llegar a Alagón fue una población con ambiente festivo. El núcleo central del municipio se hallaba engalanado con infinidad de estandartes que representaban motivos heráldicos y que adornaban numerosas calles y plazas del casco histórico, dándose la circunstancia de que dichos estandartes fueron confeccionados por los propios vecinos de la villa. A su vez, más de cuarenta y cinco Jaimas, tiendas y puestos de venta de productos de artesanía, alimentación, tabernas, y talleres diversos se hallaban repartidas por el centro de la localidad, estando sus regentes ataviados con ropajes de época. Finalmente, algo así como un centenar de personas, también vestidas con trajes del Medievo se movían por el mercado y centros de interés, pendientes de las representaciones y actos por acontecer. Todo ello proporcionaba un verdadero ambiente medieval que durante unas jornadas devolvió a la villa de Alagón al siglo XIV de nuestra era.
Junto a Fortun de Sese recorrimos durante buena parte de la mañana muchos lugares y espacios, dotados unos de gran vistosidad y colorido como el mercadillo, lleno de vida, y otros con especial acento histórico, como es la sede de la Peña Sajeno Alagonesa. Es esta una Peña Recreativa, SocioCultural y Gastronómica que, según sus postulados, tiene como principales objetivos fomentar las Fiestas Patronales en honor de Ntra. Sra. La Virgen del Castillo, y estrechar al máximo los lazos de amistad que les unen a sus hermanos de Sax, fomentando los intercambios culturales entre los dos pueblos y acogiendo en especial a sus Fiestas de Moros y Cristianos en honor a San Blas, como expresión de unas raíces históricas comunes.
Lo singular de esta Peña es que dispone de una sede absolutamente espectacular, pues se trata de un edificio de finales del siglo XV o principios del XVI de estilo mudéjar.
Su parte históricamente más valiosa es la que corresponde a la entrada principal y antigua puerta de carretas, así como la bodega. Su interior es muy rico, siendo la techumbre de alfarjes de madera, el más valioso de los cuales es el de la sala central.
Pues en este entorno ideal, de la mano de José Luis Ochoa, nuestro anfitrión, después de visitar las dependencias más representativas del edificio, pudimos disfrutar de la hospitalidad alagonesa degustando buenas bebidas, en buena compañía.
No lejos de allí también vimos, pero solamente por el exterior, una casa de pecado, al costado de la cual figura la siguiente leyenda: Míra pecador qual viues porque de la misma suerte que es la vida assi es la muete .
Recordemos que estamos en Alagón, año del Señor de 1338, ahora en la plaza de la Alhóndiga, y que es día de mercado, día de intercambio, razón de ser y alma de la villa, mercado que expresa el lugar, la cultura y la manera de vivir de sus habitantes. En un mercado medieval se comercia mediante trueques, una gallina se cambia por dos quesos y una docena de huevos. Y por media docena de huevos te dan una hogaza de pan.
Y entre los puestos unas mujeres, vecinas y amigas, compran, venden y charran, se cuentan sus cuitas y se ponen al día de los acontecimientos que acaso se puedan celebrar en la villa de Alagón, son…Historias de Comadres.
Desde la plaza de Alhóndiga hasta la replaceta de Virto, muchos fueron los lugares que visitó Fortun de Sese, gozando de las excelencias de un ambiente cargado de intensas emociones. Al filo del mediodía, se encontró con un personaje que, a priori, debía ser enemigo.
Se trataba de un moro, de nombre Azrwal ben Qwasila, ataviado con chilaba blanca y turbante negro que ocultaba su faz. Al parecer el bereber, que así era, desempeñaba algunas funciones como botánico en la Corte.
No se desataron hostilidades entre ellos sino que, por el contrario, muy pronto, cristiano y árabe, establecieron una corriente de amistad que les llevó, a partir de entonces, a continuar con su recorrido, ahora común, asistiendo primeramente a la lectura de la Carta de Arras en la plaza de San Antonio. Al ser este un acto de gran importancia, vamos a detenernos un momento en su relato.
El matrimonio en la Edad Media se puede interpretar como una alianza entre familias en el que el lazo de unión era la mujer. Los matrimonios solían ser concertados, especialmente entre las familias importantes, donde importaba la influencia, el poder y el dinero, así como las alianzas entre reinos como es el caso de esta boda real.
El matrimonio legal se dividía en dos fases, el momento en el que se establecía el acuerdo jurídico mediante un pacto entre el padre de la novia y su futuro esposo, en el que el novio pagaba una dote a cambio de la patria potestad sobre la mujer con la que se estaba casando, que consistía en tierras, castillos, siervos, que en la España medieval se fijaban por escrito en un documento legal llamado Carta de Arras. El ceremonial continuaba con la firma de las capitulaciones matrimoniales y la ratificación de los contrayentes en el compromiso.
Los encargados de formalizar esta Carta de Arras fueron: Francisco de Prohomme, Doctor en Leyes y Escribano del Rey de Aragón; García de Lóriz, Consejero del Rey de Aragón; Pedro Sánchez de Uncastillo, Procurador de los Reyes de Navarra; Miguel Ortíz de Miranda, Procurador de los Reyes de Navarra; Felipe de Melun, Obispo de Châlons y Lugarteniente de los Reyes de Navarra.
Después de ser testigos de este solemne acto, y como también las cosas del comer hay que cuidar, Fortun de Sese y Azrwal ben Gwasila, practicaron el buen arte de llantar, degustando una sabrosa comida en uno de los puestos principales de restauración, donde tuvieron que esperar para ser atendidos, debido a la gran demanda existente.
Por la tarde participaron ambos en el desfile de la comitiva nupcial, desde la plaza de San Juan hasta la Iglesia de San Pedro, lugar de celebración de la boda real. Vamos a tratar de describir la vistosidad de este desfile. Abría la comitiva, a lomos de un hermoso caballo blanco, Ximeno Lopez de Tolon, escudero de D. Blasco de Alagón.
No es fácil poner orden y concierto en un desfile así, pero el buen hacer de Jose Luis Ochoa, como maestro de ceremonias, hizo posible que la enorme y brillante comitiva partiera con arreglo a la siguiente precedencia:
Micer Pedro de Luxa, Merino de Estella y su mujer Elvira de Lazagurria; Micer Juan Ximenez de Urrea y su mujer Violante de Aragón; Micer Lope de Luna y su mujer Leonor Enriquez; Galceran Lupo, señor de Tolosa y su mujer Aurora de Pamplona; Micer Lope de Aisa y su mujer Juana Sanchez de Barcelona; Guillen Arnalt, señor de Lecumberri y su mujer Isabel de Rosas; Micer Pedro Paixera, Alcalde de Corte y su mujer Juana de Olarán; Micer Pedro Sánchez de Uncastillo, Procurador de los Reyes de Navarra y su mujer María de Beserim; Micer Gar cía de Lóriz, Consejero del Rey de Aragón, y su mujer María Pérez de Alcolea; Francisco de Prohomme, Doctor en leyes y Escribano del Rey de Aragón, y su mujer Toda Aznarez; Pedro de Albarracín y su mujer Leonor de Cervelló; Ynes de Montalbán; Beatriz Berenguer; Micer Pedro de Jérica y su mujer Almodis de la Marca; Guillermo Moncada y su mujer Aldonza de Molina; Primera Teniente de Alcalde Elena de Flamarique; Sancho de Aragón, Castellano de la Orden de los Hospitalarios, acompañado del freire Gome de Castellar; Juan Núñez de Prado, Maestre de la Orden de Calatrava; el Infante Don Jaime, Conde de Urgel, Vizconde de Ager, Barón de Alcolea de Cinca, Entenza y Antillón y hermano del Rey, y su hermana Constanza de Aragón; Nicolás Rosell, Abad del Real Monasterio de Santa María de Veruela; Don Ximeno López, Abad de la Abadía de Jesús Nazareno de Montearagon; Don Raimundo, de la Cartuja de Santa María de Escaladel; Gerardo de Capella, clérigo de Pamplona; Doña Blanca de Aragón, Priora del Real Monasterio de Santa María de Sijena y prima del Rey Pedro.
La acompañan las señoras Sancha de Aragón, Petronila de Ucar y Riquilda de Tolosa; D. Felipe de Meleun, Obispo de Châlons, Lugarteniente de los Reyes de Navarra y tío de la novia; Su Eminencia Reverendísima D. Pedro de Luna, Arzobispo de Zaragoza; Alvaro de Alsa, Señalero Real, portando el Señal de Aragón, acompañado del almogávar Antón de Xaraba y del cruzado Fortun de Sese; Don Pedro, por la gracia de Dios Rey de Aragón, de Valencia, de Cerdeña, y de Córcega, y Conde de Barcelona.
Y la muy alta Señora Doña María, hija del muy excelente príncipe y señor Don Felipe por la gracia de Dios, Rey de Navarra, y de la muy alta Señora Doña Juana por esa misma gracia, Reina del dicho Reino de Navarra. Acompañados por el Alférez de Aragón Loren de Pinsec, que porta el escudo del Rey y su espada, y el cruzado y escudero navarro Ojer de Agramont que porta el escudo de Navarra, y el soldado Álvaro Díaz; La Señora de Mandignaco, Aya de María de Navarra y sus damas de compañía Isabel de Bosco y Margarita de Melvant; Muhammad asSafra al Quirbilani, médico del Rey Pedro y su mujer Fátima. Acompañado de su botánico bereber Azrwal ben Gwasila.
Es de comprender que semejante cortejo despertase la admiración de propios y extraños, por su colorido, por la importancia de sus componentes y por la relevancia del acto al que se dirigía. Los numerosos paisanos representantes del pueblo llano que jalonaban su recorrido no cesaban de expresar su júbilo al paso de la comitiva real, hasta que esta llegó a la Iglesia de San Pedro.
La Iglesia de San Pedro Apóstol de Alagón es un templo de culto católico, de los siglos XIII y XIV. Cuenta con una magnífica torre de planta octogonal, de arquitectura zagrí y mudéjar, considerada como uno de los más bellos ejemplos de torre mudéjar en Aragón, que forma conjunto con el grupo de torres octogonales de la Ribera Alta del Ebro, Tauste, Pradilla y San Pablo de Zaragoza.
El templo se quedó pequeño para acoger todo el cortejo nupcial y la gran cantidad de personas que lo seguían, interesadas en presenciar tan magno acontecimiento. La ceremonia revistió gran solemnidad y brillantez, con todo el boato de las bodas reales. Fue presidida por Su Eminencia Reverendísima, D. Pedro de Luna, Arzobispo de Zaragoza, acompañado por D. Felipe de Meleun, Obispo de Châlons, Lugarteniente de los Reyes de Navarra y tío de la novia.
Llegado el momento, el Arzobispo de Zaragoza interpeló a los jóvenes cónyuges con el siguiente rito: ¿Declaráis que procedéis libremente en la celebración de este matrimonio según el rito de la Santa Madre iglesia?.
Y los novios contestaron, declaramos. ¿Prometéis guardaros fidelidad y manteneros juntos hasta que la muerte os separe?, y contestaron, prometemos. ¿Prometéis cumplir con vuestros deberes matrimoniales y familiares como corresponde a los buenos esposos cristianos?, y contestaron, prometemos. El Arzobispo concluyó: Ahora pues, contraed matrimonio ante la Santa Madre Iglesia y todos los que estamos aquí reunidos.
Salimos al exterior y, en la explanada frente a la iglesia, nuevamente se repitieron expresiones multitudinarias de alegría por parte del paisanaje, pues querían todos saludar y estar cerca del Rey Pedro IV de Aragón y de María de Navarra, ahora ya convertidos en marido y esposa. Allí mismo, en su honor, se interpretó, entre otras, la danza del oso por un grupo de ministriles de la Real Capilla de Aragón. Posteriormente, se celebró una cena medieval en la sala Alaún, pero nuestro caballero cruzado Fortun de Sese no pudo asistir.
Todo en la vida tiene un principio y un final, nosotros hemos de poner aquí término a esta crónica sobre las II Jornadas Medievales de Alagón y, desde estas sencillas líneas de los Reales Tercios de España, fundados en 1942 por S.A.R. Don Juan de Borbón y Battenberg, lo hacemos felicitando a la Asociación ACAEL y al Ayuntamiento de Alagón por la brillante organización de los actos, que alcanzaron un gran éxito, lo cual tiene mucho más valor por ser una celebración tan joven, de tan solo dos años.
El trabajo, el esfuerzo y la ilusión con el que han sido preparadas estas jornadas merecen todo reconocimiento. También queremos expresar nuestro agradecimiento a José Luis Ochoa, y a Javier Gómez por las infinitas facilidades que nos han dado para la realización del presente trabajo.