En la Base militar San Jorge, de Zaragoza, los Regimientos “España” Nº 11 y “Pavía” Nº 4, celebraron, el pasado día 25 de julio de 2022, conjuntamente y con gran solemnidad, la festividad de Santiago Apóstol, Patrón del Arma de Caballería.
El acto se desarrolló a partir de las 10.30 horas, en la Plaza España de esta instalación militar, donde se ubica la Brigada “Aragón” I, presidido por el General Director de Personal del Ejército de Tierra, Excmo. Sr. General de División, Don Miguel Hernández Turiño.
Asistieron las siguientes autoridades y mandos militares: Jefe de la Brigada “Aragón” I, GB Excmo. Sr. D. Javier Mur Lalaguna; Jefe de la Base Aérea de Zaragoza, GB Excmo. Sr. D. Santiago Alfonso Ibarreta Ruiz; Delegado de Defensa de Aragón, Coronel Ilmo. Sr. D. Conrado José Cebollero Martínez; Jefe del Regimiento de Caballería “España” 11, Coronel Ilmo. Sr. D. Francisco Javier Calero Perea; Jefe del Regimiento Acorazado “Pavía” 4, Coronel Ilmo. Sr. D. José Ramón Blanco Castro; Jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Zaragoza, Coronel Ilmo. Sr. D. José Antonio Mingorance Sánchez.
Del ámbito civil asistieron distinguidas personalidades. En representación de la Real Maestranza de Caballería de Zaragoza, estuvieron el Caballero Comisario, Ilmo. Sr. D. Joaquín Cavero y García Rivero, Conde de Gabarda, y el Habilitador Primero, Excmo. Sr. D. José María de Arias y Sancristóval. La Asociación Cultural Los Sitios de Zaragoza estuvo representada por su Vicepresidente, Don David Vela Beltrán. En representación de los Reales Tercios de España, fundados en 1942 por S.A.R. Don Juan de Borbón y Battenberg, asistió Don Manuel Grao Rivas, Jefe de Relaciones Institucionales del Tercio Norte-Aragón.
Ante nosotros, y al mando del Coronel Jefe del Regimiento Acorazado “Pavía” Nº 4, estaban formadas, dando frente a la tribuna, las siguientes unidades:
Escuadra de Gastadores del Regimiento Acorazado “Pavía” Nº 4; Banda de Guerra de la Brigada “Aragón” I; Mando y Plana Mayor de Mando del Regimiento Acorazado “Pavía” Nº 4; Grupo de Caballería Acorazado “Húsares de la Princesa” II/4, integrado por, Mando y Plana Mayor de Mando del Grupo, Primer Escuadrón Ligero Acorazado, Segundo Escuadrón Ligero Acorazado, y Tercer Escuadrón Ligero Acorazado; Grupo de Caballería Ruedas “Numancia” II/11, integrado por, Mando y Plana Mayor de Mando del Grupo, Primer Escuadrón Acorazado de Ruedas, y Segundo Escuadrón Acorazado de Ruedas. Detrás se encontraba la Unidad Montada, al mando de un capitán del Regimiento de Caballería “España” 11, integrada por dos Secciones Ligeras del Regimiento Acorazado “Pavía” 4, y una Sección de Vigilancia y Exploración del Regimiento de Caballería “España” 11.
A los acordes del Himno nacional se procedió a la incorporación a formación de los Estandartes del Regimiento de Caballería “España” 11 y del Regimiento Acorazado “Pavía” 4. La Bandera es un símbolo de la Patria, que representa a todas las tierras de España y al conjunto de los españoles de ayer, hoy y mañana.
Al cabo de breves instantes hizo su entrada en la Plaza España el General Director de Personal del Ejército de Tierra, General de División, Excmo. Sr. D. Miguel Hernández Turiño quien, tras recibir los honores reglamentarios (Marcha de Infantes, y arma sobre el hombro), revistó a la formación, ( a los acordes de la Marcha Militar El Abanico), saludó a todos los presentes y pasó luego a ocupar la Presidencia de la ceremonia.
A continuación se procedió a dar lectura de la efeméride del nombramiento del Señor Santiago como Patrón del Arma de Caballería, por parte del Jefe de la Plana Mayor de Mando del Regimiento Acorazado “Pavía” Nº 4, Teniente Coronel de Caballería Don Ángel Laborda Rodríguez.
EFEMËRIDE. Ratificación para el Arma de Caballería del exclusivo Patronazgo del Apóstol Santiago. Real Orden de 20 de julio de 1892. Caballería, Patronato. Fomentar en las Armas o Cuerpos que constituyen el Ejército, tradiciones que arraigan en los mismos y que conducen a sostener el noble espíritu de compañerismo que, alejando todo egoísmo individual, con poderoso estímulo incluso a los sentimientos de abnegación, base primerísima de todas las virtudes militares, es pensamiento plausible, pero lo es mucho más cuando se tiene el acierto de sintetizar la representación de tan nobles ideales en el Apóstol Santiago que es a su vez síntesis, en la tradición y en la historia, de la gloriosa epopeya de la Reconquista en la que nuestros antepasados constituyeron, en ocho siglos de sangrientas luchas, la nacionalidad española.
En tal aspecto, y teniendo presente la propia consideración de carácter histórico en que se funda la proposición, S.M. la Reina Regente y en nombre de su augusto hijo, que Dios Guarde, se ha dignado ratificar para el Arma de Caballería el exclusivo Patronazgo del Santo Apóstol, designado ya el 30 de junio de 1846 por el Vicario General Castrense. Dado en Madrid a 20 de julio de 1892.
Con este Real Decreto fue confirmado, por la Reina Regente Doña María Cristina, el Patronazgo del Apóstol Santiago sobre el Arma de Caballería. Desde entonces, desde hace más de 170 años, cada 25 de julio y coincidiendo con la festividad del Patrón de todos los españoles, se conmemora el Santo como Patrón del Arma de los jinetes.
Seguidamente se procedió a dar lectura de la efeméride de Cheste. EFEMÉRIDE. Concesión de la Corbata de la Real y Militar Orden de San Fernando con motivo de la participación de los Regimientos “España” y “Pavía” en la acción de Cheste.
La acción de Cheste tuvo lugar el 2 de diciembre de 1838 dentro de la Campaña del Maestrazgo de 1838, de la Primera Guerra Carlista. Guerra, esta, civil que enfrentó a isabelinos y carlistas entre 1833 y 1840.
En el invierno de 1838 la situación en el Maestrazgo era favorable al ejército carlista, el cual se había hecho fuerte en dicha comarca, erigiendo en ella una sólida red de fortificaciones. Sin embargo sus abastecimientos mermaban de forma preocupante. A finales de noviembre una columna carlista, mandada por el Brigadier Forcadell, recibió la orden de abandonar el Maestrazgo y recorrer las vegas valencianas de los ríos Mijares, Turia, y Júcar, en busca de botín con el que reabastecerse, y así lo hicieron. Las partidas carlistas de Forcadell, asolaron inmisericordes todos los pueblos que se encontraron a su paso, acumulando víveres, armas y pertrechos con los que reabastecer a sus fuerzas en el Maestrazgo.
El coronel isabelino Pezuela recibió entonces la orden de interceptar la columna del Brigadier Forcadell. Pezuela alcanzó a Forcadell en Cheste, el 2 de diciembre, y sin dilación los cuatro Escuadrones de vanguardia de Pezuela cargaron contra la retaguardia de la columna de Forcadell destruyéndola y haciendo posible así que en combates que se sucedieron en días posteriores la columna de Forcadell, desbaratada, tuviese que renunciar a su botín y regresar de vacío a sus posiciones de inicio de la campaña.
La acción de Cheste fue un combate reñido y sangriento en el que ambos bandos lucharon con valor, dejando sobre el terreno varios centenares de muertos. El ejército isabelino, vencedor, hizo además 400 prisioneros entre las filas carlistas.
En la acción de Cheste del 2 de diciembre destacaron por su activa y decisiva participación, un Escuadrón del Regimiento “España”, mandado por el propio Coronel Don Juan de la Pezuela, y un Escuadrón del Regimiento “Pavía”, mandado por el Comandante Don Juan Curvelo. Ambos Escuadrones fueron condecorados con la Corbata de la Real y Militar Orden de San Fernando, y este es el motivo por el que hoy ambos Regimientos lucen con orgullo dicha recompensa.
Siguiendo con el desarrollo del acto, se procedió a llevar a cabo la ceremonia de imposición de condecoraciones, dando lectura previa del artículo 75 de las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas, de la Acción de Mando, que dice: reconocerá y premiará a los subordinados que se hayan hecho acreedores a ello en justa proporción a sus méritos, por sí o elevando las propuestas que correspondan. Su reconocimiento público representa una satisfacción para el que lo recibe, un estímulo para la unidad de la que forma parte, y un ejemplo para todos.
Entre las condecoraciones que se impusieron se incluían las del Mérito Militar, las de la Constancia en el Servicio, así como la correspondiente a la Real y Militar Orden de San Hermenegildo. Esta última tiene por finalidad recompensar y distinguir a los Oficiales Generales, Oficiales y Suboficiales de las Fuerzas Armadas por su constancia en el servicio e intachable conducta, a tenor de lo que establecen las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas. De esta forma se procedió a imponer las condecoraciones concedidas por diversas órdenes y resoluciones.
Cruz del Mérito Militar, distintivo blanco. Se entregaron 32, recibiendo la primera de ellas el Teniente Coronel Don Juan Honesto Cánovas Gil, Jefe del Grupo de Caballería Acorazado Húsares de la Princesa, a quien tuvimos el placer de entrevistar este mismo año con motivo de su regreso de la Misión EUTM-Mali XVIII, donde estuvo a cargo del Grupo Táctico de Protección a la Fuerza y, como tal, responsable de un contingente multinacional compuesto por personal español, checo, luxemburgués y alemán.
Cruz de Oro a la Constancia en el Servicio, Se entregó una. Cruz de Plata a la Constancia en el Servicio, se entregaron tres. Cruz de Bronce a la Constancia en el Servicio, se entregaron cuatro.
A continuación, el Coronel Jefe del Regimiento Acorazado “Pavía” Nº 4, Ilmo. Sr. D. José Ramón Blanco Castro, pronunció una alocución de la que ofrecemos a ustedes, queridos lectores que nos siguen, el siguiente resumen: Muchas gracias a todos por acompañarnos en este día tan emotivo de la celebración de Santiago Apóstol, Patrón de España y de su Caballería. Gracias mi general por volver a estas tierras zaragozanas para presidir este acto.
A los jinetes de los Regimientos “España” y “Pavía” nos enorgullece que la Presidencia haya recaído en uno de los nuestros, y agradecemos al General de la Brigada “Aragón” I que lo haya propuesto así y lo haya hecho posible.
La caballería está intrínsecamente asociada al esplendor de grandes imperios, como el cartaginés de Aníbal, el macedonio de Alejandro Magno, o el francés de Napoleón. Tácticas como la maniobra de ala o de yunque y martillo eran sinónimo de brillantez, y los jinetes, con su energía y arrojo, eran decisivos en el campo de batalla. En nuestro caso, tanto Lanceros del “España” como Húsares de la Princesa, del “Pavía”, representados aquí con sus uniformes de época, contribuyeron con sus acciones épicas al heroico legado que portan nuestros Estandartes. Este es precisamente el caso de Cheste, donde nuestros antecesores lucharon unidos y nos dieron una lección de coraje y determinación para ganar una reñida batalla.
Entonces y siempre la caballería está, imperturbable, nos hemos ido transformando y adaptando para ser hoy en día unidades muy versátiles, dotadas con los medios que adornan esta formación y también carros de combate. Esta versatilidad y nuestra especialización en el combate montado nos ha permitido participar, como el que más, en las operaciones en el exterior, uno de los principales cometidos de los ejércitos en las últimas décadas. Pero más allá de la táctica y del empleo, nuestras unidades tienen su centro de gravedad en el espíritu que recitaremos en breve. Evoca la unión del hombre y el caballo, su montura, venciendo juntos los obstáculos mirando ya el siguiente cuando aún se está superando el anterior. Ese espíritu jinete nos hace fuertes porque nos impulsa a lanzarnos sin temor a lo que nos tengamos que enfrentar, a pensar que podemos alcanzar el objetivo si cargamos con firmeza sobre él.
Y en nuestro caminar está siempre presente el Apóstol Santiago, inspirador de la Reconquista y líder moral y espiritual de la caballería. A Santiago se le atribuyen cualidades personales que le hicieron ser uno de los predilectos del Maestro, como el espíritu abierto y comunicativo, nobleza de sentimiento y lealtad a toda prueba. A ellas, unió tesón y ánimo para volver a la carga durante su labor evangelizadora en España. Murió degollado, como signo supremo de abnegación, pero nos dejó el lema de ¡Santiago y cierra España!, y su imagen imborrable sobre un caballo blanco, que nos estimulan a cabalgar con entrega hacia el cumplimiento de la misión.
La caballería está y se le espera. Las misiones de reconocimiento, seguridad y combate, tan propias de nuestra Arma eran tan demandadas ayer como hoy, y la caballería también estará en las futuras situaciones de incertidumbre para disipar la niebla de la guerra, ser resolutiva o cumplir como buenos, proporcionando seguridad a los demás. Y todo ello impregnado de ese espíritu jinete, alegre, que nos impulsa a ser cada día mejores, a tener vocación de sacrificio y a seguir galopando juntos en nuestro servicio a España.
Nuestros condecorados de hoy son la prueba de esa vocación de servicio y un ejemplo para los demás. Finalizo agradeciendo a todos de nuevo su presencia para mayor realce de este acto, y en particular a nuestros familiares que aportan una nota imprescindible de cariño y colorido.
Para culminar este acto militar de la celebración de Santiago Apóstol, les pido que se unan a mí en la exaltación de nuestros ideales y que, con su voz y su corazón, griten conmigo: ¡VIVA ESPAÑA! ¡VIVA EL REY! ¡VIVA LA CABALLERÍA! ¡SANTIAGO Y CIERRA ESPAÑA!
Seguidamente se realizó el acto de homenaje a los soldados de todos los tiempos, encuadrados en los ejércitos de España, que un día lucharon con valor, sirvieron con lealtad y murieron con honor.
Para ello, los Guiones de los Regimientos y de los Grupos, y los Banderines de los Escuadrones, se situaron ante el monumento a los que dieron su vida por España.
Se recitó el bello poema de homenaje, obra del querido poeta Martín Garrido Hernando, que así dice:
Lo demandó el honor y obedecieron, lo requirió el deber y lo acataron, con su sangre la empresa rubricaron, con su esfuerzo la Patria engrandecieron. Fueron grandes y fuertes, porque fueron fieles al juramento que empeñaron. Por eso como valientes lucharon, y como héroes murieron. Por la Patria morir fue su destino, querer a España su pasión eterna, servir en los ejércitos, su vocación y sino. No quisieron servir a otra bandera, no quisieron andar otro camino, No supieron vivir de otra manera |
Se cantó la emotiva parte central de la oración cristiana La muerte no es el final, obra del sacerdote español Cesáreo Gabaraín Azurmendi, elegida en 1981 como Himno de Homenaje a los Caídos de las Fuerzas Armadas españolas, y que dice así:
Cuando la pena nos alcanza por un compañero perdido, cuando el adiós dolorido busca en la fe tu esperanza.En Tu palabra confiamos, con la certeza que Tú, ya le has devuelto a la vida, ya le has llevado a la luz, ya le has devuelto a la vida, ya le has llevado a la luz |
Un Dragón del Numancia y un Húsar de Pavía, con uniformes de época, ofrendaron una corona de laureles que fue depositada en la base del monumento que recuerda a los que, en paz o en guerra, dieron su vida por España.
Se rezó la siguiente oración: Que el Señor de la vida y la esperanza, fuente de salvación y paz eterna, les otorgue la vida que no acaba, en feliz recompensa por su entrega. Que así sea.
Seguidamente escuchamos el Toque de Oración en medio de un profundo y respetuoso silencio, llegados al punto ejecutivo saludamos con admiración a los que nos precedieron en el servicio a España y, coincidiendo con su último acorde, se disparó una salva de honor, de fusilería.
A continuación se interpretó el Himno de la Caballería y se recitó el Espíritu de la Caballería, tras lo cual se retiró la Fuerza para ocupar sus posiciones previas al desfile que tuvo lugar breves momentos después, en el que todas las unidades pasaron con gran marcialidad ante las tribunas de presidencia e invitados, dando así por finalizado el acto militar.