En el Patio de la Infanta, de la Fundación Ibercaja, tuvo lugar el pasado 13 de mayo de 2021 la presentación oficial en Zaragoza del libro titulado 25 BATALLAS EN LA HISTORIA DE ESPAÑA. DE ROMA A IRAK, una obra de la que son coautores 16 escritores, civiles y militares, publicada recientemente por Editorial PRAMES.
El acto se desarrolló, a partir de las 19.30 horas, en el Salón Aragón, contando con la presencia sobre el escenario de los siguientes participantes de la obra: José Luis Corral, Catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Zaragoza; Mª Pilar Belenguer, Profesora de Historia de la AGM; y los coroneles e historiadores Ángel Aparicio Cámara y Fernando Martínez de Baños La presentación del evento estuvo a cargo de Inés González Tejedor, Directora del Patio de la Infanta, y actuó como moderador de la sesión Rafael Yuste Oliete, Jefe de Producción Editorial de PRAMES.
Contó el acto con la asistencia de abundante público, convenientemente distanciado entre sí, cumpliendo con los protocolos establecidos por las autoridades sanitarias, a causa de la actual pandemia.
Entre los invitados al mismo pudo verse, entre otras, las siguientes autoridades y personalidades; Jefe de Movilidad Aérea del Mando Aéreo de Combate, GD. Excmo. Sr. D. Julián Roldán Martínez; Jefe de Estudios de la Academia General Militar de Zaragoza, Coronel Ilmo. Sr. D. José Gonzálvez Vallés, que asistió en representación del General Jefe Director de la AGM, y Comandante Militar de Zaragoza y Teruel, GB. Excmo. Sr. D. Manuel Pérez López; Coronel Director de la Colección Museográfica de la AGM, Ilmo. Sr. D. José Ramón Ortiz de Zárate.
Fue Inés González quien dio inicio al acto, con las siguientes palabras: la edición de un libro de historia siempre es una buena noticia y si, además, está escrito por grandes expertos historiadores, civiles y militares, alguno de ellos también nos acompañan hoy aquí en la sala, pues lo es todavía más.
Fundación Ibercaja celebramos este año el 145 aniversario del inicio de nuestra actividad, y desde entonces la divulgación de la cultura y el conocimiento ha sido una de las líneas tractoras de nuestro trabajo. Con la presentación de esta obra seguimos atendiendo con esmero el apoyo de libros como el que nos ocupa esta tarde y que redunda en el conocimiento de nuestra propia historia.
Doy ya la palabra al moderador de lo que será esta conversación, Rafael Yuste, a quien también aprovecho para felicitar por su excelente trabajo de esta publicación de la que también es editor.
Tomó la palabra Rafael Yuste, y este es un resumen de su primera intervención: tuvo palabras de gratitud para todos los asistentes y resaltó la importancia de ese apoyo hacia los libros cuando salen. Este se publicó en Navidades pero no había podido ser presentado aún. Puso de relieve que gracias a la Fundación Ibercaja nos habíamos podido reunir para celebrar el nacimiento de este libro, que dijo ser un buen libro, y también que es difícil hoy en día organizar este tipo de actos por el tema Covid, por los aforos y por la seguridad. Resaltó el esfuerzo que hace Ibercaja en este sentido y también el apoyo de una serie de militares presentes en la sala, citando al Jefe de Estudios de la AGM y al Jefe de JMOVA.
El libro se gestó, dijo Yuste, como una idea de PRAMES, que además de editorial tiene otras vertientes, como la de distribuidora por ejemplo, y lo que les gusta es sacar libros de ámbito nacional.
Esto era una idea que llevábamos acariciando durante muchos años y no sabíamos como darle vida. Entonces, al Coronel Manuel Alamán, que está hoy aquí y que es amigo de PRAMES, le conté de una manera informal la idea y, enseguida, se puso en contacto, y yo también, con el Coronel Miguel Ángel Santamaría, que era entonces Director de la Cátedra Miguel de Cervantes, de la Armas y de las Letras de la AGM.
Pronto empezamos a preparar el libro y pronto surgieron buen número de batallas. El que sean 25 es una cuestión mía. Parece que hay que buscar ciertas marcas que tengan gancho, los libros, al fin y al cabo, tienen que venderse y extenderse a todos los públicos. Enseguida fueron surgiendo los nombres, que voy a citar luego, y la idea era hacer un libro divulgativo hecho por auténticos conocedores de cada uno de los temas a tratar, pero hacerlo muy visual, ligero en la forma pero con fundamento y por eso era importantes seleccionar a los autores. Hay otros libros parecidos pero creo que es el único que tiene ese enfoque divulgativo, esa es la aportación y la bondad de este libro. Luego, en lo que fue la gestación, pronto se vio que tenía que haber una mezcla de historiadores del mundo académico, del mundo civil, e historiadores militares. A nivel personal surge ese conocimiento de una parte de la sociedad, del ejército, de los militares, de quienes muchas veces solo nos acordamos cuando hay un incendio, y sus aportaciones son fundamentales en la vida diaria. El lograr dar esos saltos a nivel social, su pretensión, la del libro, no es esa pero en el fondo sí que lo está”.
Expresó, Rafael Yuste, su gratitud a todos los participantes del libro, que son los siguientes: Gabriel Sopeña Genzor, Profesor de la Universidad de Zaragoza, especializado en celtíberos, él trata los Sitios de Sagunto y de Numancia; Guillermo Fatás Cabeza, no podía faltar una firma como la suya, el libro cuenta 25 batallas pero luego hay una serie de encartes que logran completar el arco histórico que hemos tratado de dibujar, Fatás trata la Guerra Sertoriana; José Luis Corral, Catedrático de Historia Medieval de la Universidad y escritor de éxito de novela histórica, se ha ocupado de las batallas de Guadalete, Covadonga, Simancas, y Las Navas de Tolosa; Rubén Sáez Abad, que es historiador militar, y Javier Ibáñez González, arqueólogo, ambos han estudiado la que ha sido la batalla de Cutanda, poco conocida pero muy importante en la Edad Media aragonesa, luego Rubén Sáez se ocupó también de las batallas de San Quintin, Breda, y Cartagena de Indias, con el icónico Blas de Lezo; el coronel José Ramón Ortiz de Zárate, que también nos acompaña, se encargó de hacer un encarte sobre la figura del Gran Capitán y las batallas en Italia de Ceriñola y Garellano. Importantísima esta figura en lo que va a ser la presencia de los ejércitos, del Imperio Español en toda Europa, y cómo se transformó la guerra medieval en guerra moderna, y después la batalla de Pavía; El coronel Carlos Ruiz Lapresta, se ocupó de las batalla de Otumba y Ayacucho, y el sitio de Baler, él, que estuvo en la primera reunión que tuvimos en Capitanía con unos cuantos autores, falleció. No fue por el Covid, y realmente había que editar el libro, fue el primero en entregar los textos y yo solo estuve esa vez con él, me encantó haberlo conocido, me encantó que participase y me encanta que el libro esté dedicado a él; Mª Pilar Belenguer Dávila, se ha ocupado de la batalla de Lepanto, que es la única batalla de la Armada en el libro, aunque hay otras acciones marineras, y un enlace sobre la intervención de España en las Guerras Mundiales; José Calvo Poyato, gran historiador y escritor de éxito de novela histórica, se ocupó de Almansa, en el marco de la Guerra de Sucesión; el Coronel Ángel Aparicio Cámara, se ha ocupado de la toma de Pensacola, con otro icónico como es Bernardo de Galvez, el desembarco de Alhucemas, la batalla de Bailén y la batalla del Jarama; el Coronel José Manuel Guerrero Acosta y el Coronel Manuel Alamán Citoler, se encargaron de la batalla de San Marcial, una batalla pequeña, en un contexto mucho más amplio, que es la primera intervención de lo que es el ejército nacional español, eso es muy importante y su conocimiento también a partir de la Constitución de Cádiz, eso tenía que estar también reflejado en el libro, había que completar esas ideas; José Ramón Urquijo Goitia, es un especialista en carlismo, investigador del CSIC, y se encargó de los Sitios de Bilbao; el Coronel Fernando Martínez de Baños, de la Guerra Hispano Americana, que es un encarte sobre el final del Imperio Español, y las batallas de Teruel y Krasny Bor; el historiador José María Maldonado, autor de PRAMES, de la batalla de Aragón, y finalmente quedaba completar con las últimas intervenciones del ejército español, que en este caso ha sido la batalla que hubo en Najaf, que la cuenta quien dirigió aquella operación, el entonces Coronel y ahora General Alberto Asarta Cuevas. Este es el arco histórico que hemos tratado de dibujar, con ese enfoque, para que lo veamos ahora un poco entre todos.
No vamos a dar todas las batallas, vamos a dar unas pinceladas para que desde lo que es la Edad Media hasta la Edad Contemporánea podamos ver esa participación de los españoles, que ha constituido la historia de España.
La cuestión de las batallas, aparte de su importancia en lo que es el desarrollo de la sociedad y las comunidades, es que hay algunas de ellas que son de especial significado, que acaban convirtiéndose en un hito fundacional, como pasa por ejemplo con Numancia. Aquí se tratan otras batallas muy icónicas, Lepanto, es muy icónica, también Las Navas, pero hay una que es otro hito fundacional, quizás más, que sería la de Covadonga. Entonces querría que, José Luis, nos explicases, ¿Qué es la batalla de Covadonga, qué supone?.
Intervino seguidamente José Luis Corral para dar primeramente la enhorabuena a Editorial PRAMES por todos sus libros, por toda su trayectoria y por haber publicado este libro que realmente es un libro divulgativo, está muy bien hecho, con grandes autores, y que además tiene un diseño muy moderno y ágil, que permite el que cualquier lector pueda leer de forma independiente cada una de las 25 batallas.
Luego dijo lo siguiente: Yo soy medievalista y, obviamente, un medievalista se encuentra en su trabajo permanentemente con la guerra, que no con las batallas. Y cuando se encuentra con la guerra, con el conflicto bélico en la Edad Media, parece que las grandes batallas son algo omnipresente, en Europa y, en este caso, en España, pero no es así. Realmente las grandes batallas de verdad que ha habido en la historia de la Península Ibérica, incluido Portugal, durante la Edad Media, no son muchas, básicamente una cada siglo. Porque las batallas, incluso para el que ganaba la batalla en la Edad Media, no dejan de ser una verdadera sangría de hombres, de medios, de recursos de todo tipo.
Imaginen lo que era mantener a un caballero armado, con todo su equipo de guerra. Hacían falta prácticamente quinientos campesinos para mantener ese equipamiento militar y a ese caballero.
Por tanto, perder a un caballero en una batalla, aunque se ganase la batalla, era complicado. Además la guerra y las grandes batallas han sido siempre, independientemente de elementos políticos, militares, estratégicos, etc. una cuestión de propaganda, de gran propaganda, especialmente esas batallas que tiene un carácter, un hito fundacional. En el año 1274 aC. se libró una de las batallas más importantes de la antigüedad, en Qadesh, actualmente el norte de Siria.
Esa batalla enfrentó al ejército egipcio de Ramses II con el ejército hitita, que estaba dirigido por el General Muwatali. Cuando Ramsés II vuelve a Egipto, hace esculpir en sus grandes templos un relato de la batalla. Un relato propagandístico en el cual Ramsés aparece como el gran vencedor. Pero hace 15 años se encontró el gran archivo de tablillas, con escritura cuneiforme, hitita, en Hatusa, capital del imperio hitita, en el centro de Anatolia, actual Turquía, y allí el relato de la batalla que aparece en esos archivos reales de Hatusa, es totalmente distinto. Lo que hizo Ramsés II fue perder la batalla, o cuando menos quedar en tablas, pero a su pueblo le contó todo lo contrario.
En la Península Ibérica tenemos un ejemplo paradigmático, que es la batalla de Covadonga. A todos nos han enseñado que en Covadonga hubo un encuentro, una batalla, entre las tropas dirigidas por Pelayo, aquellos cristianos refugiados en las montañas del norte, y un gran ejército musulmán. Esa batalla jamás existió, esa batalla la inventaron unos cronistas del Rey Alfonso III de León, en concreto a finales del año 880, que necesitaba un relato fundacional de su reino.
En toda la historiografía, en todas las crónicas que se escriben, desde la presunta batalla, cuya cronología es también muy discutida, hay historiadores datando la batalla entre el año 717 hasta el año 733, fíjense que arco, 15 años, de fechas. En todos los documentos y relatos que se escriben hasta el año 880 no aparece la batalla citada de ninguna manera, incluso aquellas crónicas más tendenciosas hacia el lado cristiano, entiéndase en sentido político, que se escribieron en la segunda mitad del siglo VIII o en los primeros 80 años del siglo IX.
Por ejemplo la Crónica Profética, la Crónica Bizantina-Arábiga, o la Crónica Mozárabe del 754, y por supuesto la batalla de Covadonga no aparece en ninguna de las crónicas árabes sobre la historia de El Andalus, en ninguna. Y de repente aparece, y aparece transcribiendo, copiando literalmente un par de relatos bíblicos.
El cronista que describió esta batalla, por encargo de Alfonso III, y de su sobrino Sebastián, que era además obispo de Zamora, lo que hizo fue coger unos párrafos del Libro Primero de los Jueces y unos párrafos del Éxodo, los mezcló, a veces cambiando muy pocas cosas e hizo un relato bélico de una batalla que jamás existió.
No existió en la historia pero ha pasado a la historia porque es un hecho fundamental, extraordinario, no de la época de Pelayo sino de la época de Alfonso III. Hay otras batallas, absolutamente de ficción, en nuestra Edad Media, por ejemplo la batalla de Clavijo, o la batalla de Calatañazor, que tampoco existió. Pero la batalla era necesaria como hito de propaganda política en aquella época. Nuestra Edad Media sí que tiene grandes batallas históricas. Se ha citado una batalla que para la conquista aragonesa fue fundamental, la batalla de Cutanda, muy cerca de Calamocha, a los pies del castillo de la actual villa de Cutanda, donde un “gran ejército” aragonés, con la ayuda de aquitanos, venció a otro ejército almorávide que venía por la Vía Laminium, una vieja calzada romana que subía desde las tierras de Albacete, pasaba por Teruel y llegaba hasta Zaragoza. Y allí, a mitad de camino entre Valencia y Zaragoza, se encontraron los dos ejércitos. Los aragoneses vencieron a los almorávides y se consolidó todas las conquistas del sur del actual Aragón por parte de Alfonso I el Batallador. O la gran batalla de Las Navas de Tolosa, del año 1212, donde una coalición de ejércitos cristianos, fundamentalmente los navarros, los aragoneses con Pedro II, llamado el Católico, y los castellanos, derrotaron al imperio almohade y prácticamente liquidaron lo que había sido, durante más de 100 años, uno de los grandes imperios establecidos desde el norte de África, desde el lado musulmán.
Hay batallas que tuvieron un resultado catastrófico para uno de los dos bandos, y el caso de Las Navas de Tolosa es paradigmático. En otros casos se construyeron como una especie de elemento ideológico para justificar una posición política en un momento determinado. Pero, al fin y al cabo, batallas que nos han dejado en la historia una conjunción de elementos que, para un historiador, son muy importantes, imagínense para un novelista.
Yo, cada vez que escribo una novela, me encuentro con grandes batallas. De hecho, algunas de ellas las he intentado contar, describir, narrar en mi relato, y siempre me he encontrado con versiones muy distintas.
Lo que me ha impresionado mucho en este libro, y en otros libros, es la visión de la batalla desde los dos lados. Dicen que la historia la escriben los vencedores, el relato fundamental es el que se asienta desde la victoria, pero en una batalla siempre hay perdedores, yo creo que más perdedores que ganadores. La Edad Media está llena de acontecimientos bélicos, pero a veces utilizamos la palabra guerra de una forma un tanto exagerada. Hay muy pocas batallas y en realidad el conflicto bélico en la Edad Media es, fundamentalmente, un conflicto de malhechores y de nobles.
Cuando, en muchas fuentes, se habla en toda Europa y también en España de guerras, están hablándonos de nobles que se refugian en sus castillos, en sus fortalezas, en épocas sobre todo de crisis, como puede ser a finales del siglo X , principios del siglo XI, también en el siglo XIV, donde hay enfrentamientos entre bandos feudales, siempre en lucha por el poder. O como Almanzor, que va en busca de rapiña y que, por cierto, a pesar de que tiene fuerza militar suficiente, lo que hace es prácticamente lo que hizo Pirro, el Rey de Épiro, que ganaba todas las batallas y al final perdió la guerra. Pues Almanzor, al final del Califato de Córdoba tenía fuerza muy suficiente como para haber conquistado prácticamente casi todos los reinos cristianos del norte, pero lo que hacía Almanzor en sus razzias era arrasar.
Todos los veranos hacía una campaña militar, algunos veranos hacía dos campañas. Arrasaba territorios cristianos, rapiñaba, robaba en esa guerra de rapiña todo lo que podía y volvía a Córdoba, pasaba el invierno y al verano siguiente, de nuevo, otra campaña militar. La guerra como propaganda y sobre todo este tipo de guerra para acogotar, para amedrentar, para causar terror en el rival.
Intervino de nuevo el moderador, Rafael Yuste, para comentar que a finales de la Edad Media la concepción de estas escaramuzas empieza a cambiar y surgen los ejércitos modernos con la Edad Moderna.
Explicó que el Coronel Ángel Aparicio, al tratar en el libro la época del Imperio, el escenario de la guerra de los ejércitos españoles se traslada de la península a todo el mundo, a Italia, a Europa en su conjunto y sobre todo a América. Sin embargo la península no va a dejar de tener también conflictos.
Por un lado la Guerra de Sucesión, por otro lado va a estar la Guerra de la Independencia, que también es una guerra icónica para nosotros, es también fundacional, y a nivel zaragozano están Los Sitios.
En esa guerra está la batalla de Bailén como, quizás, el enfrentamiento más importante de los ejércitos. Para que nos hablase de ella, dio paso Rafael Yuste al Coronel Ángel Aparicio, que dijo lo siguiente: La Guerra de la Independencia dura seis años, desde 1808 hasta 1814, y a lo largo de ellos hay muchas batallas.
Pero quizás la más icónica de la Guerra de la Independencia es la batalla de Bailén. Se produce al principio de la guerra, prácticamente pero, no siendo una batalla decisiva para el final de la misma porque después de ella la guerra seguirá 5 años más, tiene unas connotaciones muy importantes desde el punto de vista del transcurso de la misma y para la historiografía militar española en general.
De un lado, es la primera vez que los ejércitos napoleónicos son derrotados en el campo de batalla por un ejército regular. Hasta entonces Napoleón se había paseado triunfalmente por Europa con su Grande Armée y siempre había cosechado victorias hasta que los españoles, en Bailén, le producen una gran derrota. La trascendencia de esta derrota va a ser que en Europa ya se va a ser consciente de que los ejércitos napoleónicos no son invencibles.
Bien es cierto que las tropas con las que se enfrentan los españoles no es ése ejército que está campando a sus anchas por Europa, victoria tras victoria.
Napoleón pensaba que la conquista, o la ocupación, de España iba a ser un paseo militar, pero en cualquier caso eran tropas veteranas, instruidas, con las que se enfrenta el ejército español. Por otro lado, es una victoria plenamente española, es un ejército compuesto exclusivamente por españoles. Posteriormente las derrotas que sufrieron las tropas españolas, o cuando se tornaron en victorias, serán ya todas ellas por ejércitos aliados, fundamentalmente ingleses, con el apoyo también de portugueses.
Igualmente las conclusiones de la batalla serán muy importantes también. Aunque no consiguieron acabar la guerra sin embargo conseguirán que el despliegue francés que hay en la península se retire al norte de la línea del Ebro y provoque, además, que Napoleón, que no pensaba aparecer por España, se vea obligado a venir a la península, en este caso sí que al frente de su poderosísimo ejército que ha tenido esas victorias tan aplastantes en Europa, para controlar y reconducir la situación en España, que se le escapaba de las manos.
Dio un paso atrás en el tiempo, el Coronel Aparicio, para recordar que hacia octubre de 1807 se firma el Tratado de Fontainebleau, por el cual España y Francia se alían para la invasión, en principio, de Portugal. Napoleón tiene en esta época decretado un bloqueo naval a Inglaterra y para ello necesita que Portugal se una a la alianza que tiene firmada con España.
Esto no se produce, los portugueses siguen fieles a su alianza con los ingleses y entonces se plantea esa alianza franco-española para la invasión de Portugal, lo que necesita que por suelo español pasen las tropas francesas, entrando por Irún, y vayan dirigiéndose hacia Lisboa. Se les une por el camino un contingente español y ambos entrarán en Lisboa ocupando Portugal. Al mismo tiempo que esto se produce, diferentes contingentes van entrando también por Irún y por la frontera del este para ir ocupando las principales vías de comunicación y los pasos de los Pirineos que comunican España con Francia.
Y poco a poco se van produciendo en el sentir español inquietudes por aquello de ¿Qué es lo que realmente quieren los franceses?, que provoca una serie de acontecimientos que desembocan en la revuelta del 2 de mayo en Madrid y que se extiende rápidamente por el territorio nacional.
Ante eso los franceses necesitan ejercer un control más férreo por el territorio y, desde hacía 3 años, en Cádiz, estaba amarrada una pequeña flota de seis navíos, que llevaba allí desde el año 1805, después de la batalla de Trafalgar. Napoleón ordena que se dirija un contingente allí para que se haga cargo de la escuadra, por si acaso tiene problemas, para poder seguir estando allí a disposición suya, y manda un ejército que viaja desde Toledo, el 23 de mayo, y se dirige en dirección a Cádiz. Este ejército está mandado por el General Dupont. Se compone de una División de Infantería, una División de Caballería y 24 cañones, que el 2 de junio, prácticamente sin oposición, llega hasta Andújar, a unos 70 kilómetros de Córdoba, donde recibe ya noticias del alzamiento en Andalucía y de que se está formando un ejército, almando del General Castaños, en las cercanías de Sevilla. Ante esa tesitura, avanza un poco más y llega a las inmediaciones de Córdoba, se produce un combate a unos 13 kilómetros de la ciudad, en Puente de Alcolea, y posteriormente entra en la ciudad y la saquea.
Sin embargo decide no seguir adelante y, ante esta noticia de la formación del ejército del General Castaños y de que la escuadra de Cádiz ya ha sido apresada, decide pedir refuerzos a Madrid y mantener las posiciones alcanzadas.
Esos refuerzos llegarán más adelante, mientras tanto el ejército del General Castaños decide avanzar hacia el encuentro del francés aunque no directamente. Decide ir un poco más al sur, aproximadamente a unos 13 kilómetros al sur de Andújar, que está la población de Porcuna, donde se reúne con un contingente de tropas que ha preparado la Junta de Granada, con el que ya formará un ejército de 35.000 hombres, capaz de oponerse a las tropas francesas.
A partir del 13 de julio se producen ya una serie de movimientos entre los dos contingentes que provocarán el que finalmente el plan ideado por Castaños, que era envolver al General Dupont en las inmediaciones de Bailén, se pueda llevar a cabo según los planes previstos y eso, unido a unas indecisiones, a malas informaciones y a idas y venidas de las tropas francesas, hacen que finalmente el General Dupont quedara cercado, como estaba previsto, al oeste de Bailén.
Encontrándose con las tropas de Castaños por un lado, y por otro lado las divisiones de Reding y Coupigny, que formaban parte de este ejército español, produciéndose el día 19 de julio el enfrentamiento final en las inmediaciones de Bailén.
La batalla se desarrolla a lo largo de todo este día 19 de julio y al final de la misma, después de que Dupont no puede romper el cerco al que está sometido, se rinde, capitula, y tiene que deponer las armas. Los prisioneros de Bailén son conducidos hacia Cádiz, donde estarán embarcados en dos pontones durante un tiempo, hasta que serán conducidos posteriormente a la isla de Cabrera, escribiéndose en esta isla un capítulo bastante triste de la situación de estos prisioneros.
Las consecuencias de Bailén son importantes porque a consecuencia de ello los ejércitos franceses deberán ir replegándose hacia el norte de la línea del Ebro, y se
verá obligado Napoleón a venir al sur español para conducir personalmente las operaciones al frente de un gran ejército, y alargarse la guerra hasta 1814 que se firma la paz. El mismo día que Dupont sale de Toledo hacia Cádiz, en Zaragoza se producen las primeras reacciones ante el hecho de que la Familia Real española había sido llevada a Francia y el Rey Carlos IV había abdicado en la figura de Napoleón y había declinado la Corona española en sus manos. Ello provocará una reacción popular al frente de la cual se colocará el General Palafox, que saldrá al encuentro de los franceses que se aproximan desde Pamplona para tomar la ciudad y que después de pasar por Tudela y Mallén, el 14 de junio se enfrentarán en Alagón, a las fuerzas del General Palafox, que será derrotado, y se replegará hacia Zaragoza. Dará comienzo el 15 de junio, y durante dos meses, el Primer Sitio de Zaragoza en el que, a pesar de los esfuerzos franceses por intentar conquistar la capital, la posición de la población, organizada por Sangenis, conseguirá resistir, y en el que se producirán unos episodios de todos conocidos y de gran importancia para la historia de la ciudad, como son, en este Primer Sitio, el famoso episodio de Agustina de Aragón en la Puerta del Portillo defendiendo la entrada de los franceses a la ciudad. Este sitio será levantado en el mes de agosto como consecuencia precisamente de la batalla de Bailén. Ese repliegue francés tendrá como consecuencia, además del propio repliegue, el levantamiento de Los Sitios de Zaragoza y de Gerona a los que estaban sometidas, de las tropas francesas. Posteriormente, al año siguiente, Zaragoza sufrirá otro asedio, también de otros dos meses, pero en este caso las tropas francesas conseguirán, después también de duros combates y de una defensa heroica por parte de la ciudad, apoderarse de la capital a pesar de esta dura resistencia en la que hubo episodios muy importantes.
La ciudad de Zaragoza estará en manos de los franceses hasta 1813 en que las tropas francesas abandonarán la ciudad una vez ya que sus ejércitos vayan siendo derrotados por la coalición aliada a lo largo de los años que dura la guerra, hasta poner fin a la misma.
Llegados a este punto de la presentación nosotros tuvimos que abandonar la sala reclamados por compromisos ineludibles. Por ello, desde estas sencillas líneas de los Reales Tercios de España, fundados en 1942 por S.A.R. Don Juan de Borbón y Battenberg, también ponemos fin a esta crónica esperando que la información contenida en ella les ayude a hacerse una idea bastante aproximada de la presentación del libro a aquellos que no asistieron a la misma.
Felicitamos a todos los coautores de la obra 25 Batallas en la historia de España. De Roma a Irak, y damos nuestra enhorabuena a Editorial PRAMES, en la persona de Rafael Yuste Oliete, por su publicación, a quien expresamos nuestro agradecimiento por las infinitas facilidades que nos ha dado para la realización es este trabajo informativo.